La legalización a medias de las listas presentadas por Acción Nacionalista Vasca (ANV) no parece haber satisfecho ni a ETA ni a Batasuna, que han decidido mandar sus advertencias al Gobierno en plena campaña electoral mediante el diario Gara. Este periódico afín al entorno radical reveló ayer que fueron hasta 25 las veces que el PSOE se reunió con los dirigentes de Batasuna antes del alto el fuego. En esos encuentros, según el citado medio, se habló de buscar una solución al «conflicto político vasco».
Parte de esas reuniones -iniciativa del presidente del PSE, Jesús Eguiguren- se celebraron mientras los socialistas, entonces en la oposición, impulsaban el Pacto por las Libertades y también después, cuando Rodríguez Zapatero, ya presidente del Gobierno, aseguraba estar cumpliéndolo con pulcritud, como ya informó en su día EL MUNDO.
El rotativo aporta asimismo un documento, de enero de 2006 pero inédito, que contiene el guión -o uno de los guiones, dado que hubo varios- planteado por Batasuna al PSE y al PNV en las reuniones secretas que estos partidos mantuvieron con la formación ilegalizada y que se suspendieron a finales de noviembre por falta de acuerdo.
La izquierda abertzale tiene preparada más munición para tensar al Ejecutivo. Gara advierte de que pretende repasar «los elementos del proceso negociador»; un proceso que incluye la elaboración, por parte de las citadas formaciones, de un borrador frustrado para la creación de la mesa de partidos cuyo contenido no ha trascendido.
El hecho de que los socialistas se hayan reunido durante años con los dirigentes de Batasuna y que esos encuentros se iniciaran cuando se encontraban en la oposición, no constituye mayor novedad. EL MUNDO ha venido publicando desde abril de 2005 que el presidente del PSE, Jesús Eguiguren, había mantenido contactos casi mensualmente y durante años con Arnaldo Otegi, Rafa Diez Usabiaga y Pernando Barrena. El propio Otegi precisó hace meses que estos encuentros se habían prolongado cinco años. Las reuniones adquirieron una entidad evidente cuando el PSOE llegó al Gobierno.
Fuentes socialistas consultadas han precisado a este periódico que Eguiguren emprendió la primera tanda de contactos por iniciativa propia y sin comunicárselo a Rodríguez Zapatero, entonces líder de la oposición. El presidente, en cualquier caso, las conocía tras tomar posesión y no las desautorizó. Es novedoso que se hayan cuantificado en 25.
Más controvertido es el guión presentado por Batasuna, primero en los encuentros bilaterales con PSE y PNV y, después del pasado mes de septiembre, en las sesiones preparatorias para la mesa de partidos en las que participaban las tres formaciones. Y resulta controvertido, no porque se asumiesen los puntos planteados -que no fue así-, sino porque se aceptó entrar a su discusión, tal como adelantó este periódico, cuando su contenido era claramente político. No en vano, los dirigentes del PSOE, hasta bien avanzados los contactos los desmintieron; después, los admitieron, pero siempre aseguraron que no se estaban abordando cuestiones políticas sino asuntos técnicos.
El guión de la formación ilegalizada, según lo publicado por Gara, constaba de ocho puntos. En la introducción se exige la «constatación de la existencia de un conflicto», su «carácter político» y el «compromiso con el diálogo democrático como único instrumento». Para que ese diálogo sea posible, Batasuna exigía su presencia y su legalización.
Otro de los «principios del diálogo» debía ser el «derecho de autodeterminación». En el punto de los compromisos, se recogía la «utilización de las vías pacíficas y democráticas para la superación de nuestras legítimas diferencias». Y en el de los objetivos del diálogo político se aspiraba a «construir las condiciones democráticas y las reglas del juego acordadas que permitan, mediante la utilización de métodos exclusivamente democráticos, la materialización de todos los proyectos políticos sin más limitaciones que el respeto a la voluntad popular»; establecer «las condiciones en las que el pueblo vasco ejercerá el derecho a la libre autodeterminación» y «acordar las condiciones para su ejercicio».
Sobre la mesa de partidos, Batasuna pretendía que se ejercitase «la representación real de los partidos que la componían», que fuera «del conjunto de Euskal Herria» y que incluyese a las organizaciones sociales y sindicales. Las decisiones en su seno se adoptarían por mayoría suficiente y de manera transversal.
Cualquier acuerdo debía ser sometido a consulta popular para después designar una interlocución que negociase con el Estado. Y había que contar con la presencia de organismos internacionales como garantía.