Con este tono solemne se expresó ayer Zapatero, que eligió una comida con periodistas para aclarar «muchos dislates» sobre la lucha antiterrorista y la actitud del PP. Los mítines, seguro que piensa, no son sitios para temas tan serios.

El restaurante se llamaba La raza, pero no miraban el rh para entrar. Zapatero comió un arroz de rabo de toro -por indicación del alcalde de Sevilla-, sobre el que presidente del Gobierno hizo sobrevolar la cuchara sin mucha convicción. Quería aclarar todas las preguntas que, cada día, no contesta en sus mítines, y no se escondió de ninguna, ni de terrorismo, ni sobre Miguel Sebastián, ni sobre el PP.

Pero, la mayoría giraron sobre el tema terrorista donde el presidente del Ejecutivo aclaró algunos aspectos contundentemente, y otros los dejó al difícil arte de la interpretación de lo que dice un político.

El primer desmentido no dejó lugar a dudas, y fue sobre las informaciones que apuntaban contactos con Batasuna en su etapa como líder de la oposición: «Quienes recuerden aquellos años sabrán que es una locura absoluta. Credibilidad cero. Y que el PP haya usado informaciones intencionadas del diario Gara, es muy grave».

Zapatero, además, afirmó que estaba hablando bajo toda su responsabilidad como secretario general del PSOE, que incluye al Partido Socialista de Euskadi (PSE).

También estuvo contundente en desmentir todas las informaciones que han flotado estos días sobre los contactos entre ETA y el Gobierno tras el atentado del pasado mes de diciembre. Al principio, lo dijo con sorna: «Una de mis experiencias más interesantes como presidente es leer y escuchar algunas de las informaciones que se dan». Luego, estuvo duro: «No voy a desmentir a cada medio de comunicación, y lo voy a decir con respeto; a mí me encanta el periodismo -dijo a la salida de la comida- pero que lo se ha publicado es un dislate, un completo dislate».

Por tres veces consecutivas, el líder socialista repitió que no ha habido ni el más mínimo contacto con ETA desde el atentado, pero por tres veces añadió que el Gobierno, como es su obligación, debe tener información sobre lo que ocurre en ETA, «y la tiene». También reconoció que hubo contactos durante el alto el fuego permanente, «por todo el mundo conocido».

Más ambiguo estuvo respecto al futuro, donde mezcló dureza con flexibilidad. Así, calificó de «intolerable» la actitud de Batasuna en esta elecciones. Y, a la vez, dijo que mantiene que «sólo se contempla un escenario de diálogo para poner fin a la violencia real, plena y total», afirmó.

Pero, sobre todo, Zapatero quería dar un mensaje pidiendo prudencia. A los medios de comunciación les pidió que reflexionaran. Al PP, se lo planteó como una exigencia: «Se ha roto un consenso de hace 30 años, y esto es nefasto, no para el Gobierno, para el país y para el Estado».

Por ello, el presidente anunció que nada más finalizar estas elecciones, llamará a Mariano Rajoy para pedirle también «prudencia». «Tengo toda la autoridad moral para hacerlo. Es mi responsabilidad y mi obligación intentarlo. Él sabe que a todos los gobiernos les ayudó mucho que no hubiera confrontación ni debate público». Y añadió con vehemencia: «Es tan importante que haya prudencia, tan crucial, tan decisivo, tan trascendente...».

También estuvo muy presente el tema de Miguel Sebastián y una batería de preguntas que abrumaron al presidente del Gobierno, hasta que éste optó por sintentizar posiciones: «Miguel Sebastián cumplió con su obligación de preguntar a un representante político por algo que ya estaba ampliamente publicado en los medios. Y sí creo que los temas personales hay que dejarlos fuera de la batalla política, pero no fue Sebastián quien hizo ninguna referencia a cuestiones personales».

También definió a su amigo como una persona «honesta y cabal», a la que considera incapaz de hacer lo que se le imputa.

No dio tiempo para más. Unas fotos en los jardines del Parque de Maria Luisa, y un comentario mostrando su convencimiento de que las elecciones municipales y autonómicas del 27 de mayo poco van a influir a nivel de política nacional.

Pero, para bien o para mal, Zapatero sigue intacto; es decir, sigue igual. La mayor diferencia entre las elecciones de 2003, en un avión camino de Las Palmas; o en 2004, en un autobús camino de Valladolid, fue que ayer se pudo comer.