Aznar ofreció ayer un mitin en Calatayud en el que arremetió contra la política de Zapatero diciendo que «el esquema político que nos condujo a lo peor de nuestra Historia hace 70 años -que media España no acepta a la otra media- es el que se quiere repetir ahora» y que «cada voto que no vaya al PP será un voto para que ETA esté en las instituciones». Ambas afirmaciones en su cruda expresión resultan francamente exageradas. La España de hoy nada tiene que ver con la de la República y la Guerra Civil, y el 27 de mayo los españoles van a votar para configurar sus ayuntamientos y parlamentos autonómicos, no para decidir la política antiterrorista de los próximos cuatro años.
Sin embargo, por hiperbólicas que resulten, las reflexiones de Aznar no dejan de tener una apoyatura real, que son los malos pasos que ha dado Zapatero en lo que va de legislatura.
Sin caer en guerracivilismos, cierto es que ningún otro Gobierno de la democracia había removido tantos rencores de aquella época, tanto con iniciativas como la de la Memoria Histórica o el traslado de los Archivos de Salamanca, como con una retórica dispuesta a ahondar de forma maniquea en la idea de las dos Españas.
Conste que no creemos que cada voto que no vaya al PP sirva para consolidar a ETA. Pero lo cierto es que la tibieza de Zapatero frente a la banda, su complacencia con Batasuna y sus sosias, o la actitud de la Fiscalía, que permanece impávida ante los desafíos del entorno abertzale, sí pueden dar pie a que muchos ciudadanos interpreten estos comicios como una oportunidad para manifestar su rechazo a una política antiterrorista que el PSOE nunca anunció en su campaña de 2004.
Apenas pasa un día sin que miembros del entorno abertzale pongan en práctica su más característico modo de hacer campaña: la provocación de incidentes violentos. Ayer, el pleno del Ayuntamiento de San Sebastián fue interrumpido por un grupo de simpatizantes de Batasuna. Anteayer, la estación de Ortuella fue incendiada en un acto más de kale borroka. Los candidatos del PP y el PNV no pueden hacer un mitin sin ser acosados. La Asociación Española de Escoltas reclama que la Ertzaintza actúe porque los atacantes «se están haciendo con la calle». Y mientras, los integrantes de ANV campan a sus anchas y justifican la violencia.
Es esta sensación de indefensión de los demócratas lo que despierta la indignación de Aznar, quien, pese a sus errores de Gobierno, logró poner a ETA y su entorno contra las cuerdas como nunca lo estuvieron antes ni lo están ahora. Sin duda sus exageraciones alimentarán en el PSOE la tesis de que el PP es la derecha extrema y cavernícola, y serán utilizadas como arma arrojadiza contra Rajoy. De hecho, horas después de la intervención de Aznar, Zapatero acusó al PP de «meter miedo». Sin embargo, más difícil le será al presidente explicar ante la opinión pública de forma convincente que, detrás del exceso, no hay un inquietante fondo de verdad.
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