¿Hasta cuando va a sobresaltarnos cada mañana una revelación sobre la conducta de un Gobierno que nos lleva de la indignación a la zozobra y viceversa? La noticia que publica hoy EL MUNDO en su portada de que representantes del Ejecutivo se reunieron con ETA la pasada semana para pedir discreción a la banda produce una mezcla de preocupación y profundo rechazo.
Que un Gobierno democrático se humille a pedir un favor a una banda terrorista es muy grave. Como lo es la sucesión de contactos que mantuvo el PSOE con Batasuna mientras apoyaba públicamente la política antiterrorista de Aznar.
La reunión de hace unos días prueba que el Gobierno es prisionero de la propia dinámica que ha creado en sus negociaciones con ETA, a la que ahora recurre para pedirle que no haya más revelaciones sobre el proceso de paz que puedan perjudicar los intereses electorales del PSOE.
Es casi seguro que el Gobierno volverá a desmentir hoy con la boca pequeña esta reciente reunión con ETA. Pero también Zapatero y varias fuentes gubernamentales negaron este pasado fin de semana tanto las conversaciones del PSOE con Batasuna como nuevos contactos con ETA y nadie les ha creído.
Zapatero recurrió a la triquiñuela intelectual de desmentir que representantes del Gobierno se hubieran reunido con ETA en marzo pasado, pero luego justificó ese hipotético contacto con el argumento de que sería legítimo buscar «la mejor información». Estamos ante una variante de lo que se llamaba «tomas de temperatura» en tiempos de Felipe González y de Rafael Vera.
Da la impresión de que Zapatero ha querido tomar la temperatura a ETA, pero quien se la ha tomado ha sido ETA a él. Así quedaba en evidencia en una información publicada por Gara ayer, en la que explicaba cómo Batasuna forzó al PSE a reunirse en público con Otegi y a Zapatero a poner fin al llamado «proceso de verificación» para iniciar unas negociaciones políticas que deberían haber desembocado en la creación de una mesa de partidos.
La información de ayer de Gara era demoledora para Patxi López, al que presentaba como una marioneta de Batasuna, pero en cambio echaba una mano a Zapatero al subrayar la negativa de los socialistas navarros a sumarse a esa mesa de partidos que se pretendía crear. De hecho, Gara interrumpió la publicación de su anunciado serial el pasado fin de semana y ha dosificado las informaciones que podrían perjudicar al PSOE.
Gara le hizo ayer un favor a Zapatero en este juego de toma y daca que están practicando ETA y la izquierda abertzale con el Gobierno y en el que se inscribe la comparecencia electoral de ANV. Puede que esta vez el presidente haya conseguido ganar tiempo, pero la banda volverá a apretar los tornillos al Ejecutivo después de las elecciones del domingo. O Zapatero se pliega a sus pretensiones, aunque sea a plazos, o el proceso acabará con ETA volviendo a poner bombas con un Estado más debilitado que nunca.
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