PSOE
Fuenlabrada
FUENLABRADA (MADRID).- Enrabietado. Corajudo. Con la sonrisa olvidada en León y el talante perdido camino de Fuenlabrada, José Luis Rodríguez Zapatero cerró la campaña anunciando que se le acabó la paciencia, con un mitin rompedor y duro, como tal vez no hizo nunca.
Las lecturas sobre su última actuación fueron muchas e inmediatas, pero la mayoritaria es que lo hizo porque en Madrid está todo perdido... o porque al PSOE le tiemblan las piernas. La versión oficial es que tenía ganas de hacerlo. El caso es que Zapatero utilizó toda la artillería que había guardado durante la campaña, y hasta recurrió a la actuación del Gobierno del PP durante el 11-M para movilizar el voto.
Pero también habló de ETA -por primera vez en un mitin-, atacó con dureza a Alberto Ruiz-Gallardón y a Esperanza Aguirre, y hasta utilizó el corte de Telemadrid para denunciar la manipulación informativa de ese medio.
Estaba en una actitud agresiva. Y nada más empezar, lo anunció: «En tres años he tenido paciencia y hoy voy a decir las cosas que no las he dicho en tres años: España no se merecía un Gobierno que mintió a los españoles, y no se merece una oposición que usa el terrorismo como única arma contra el Gobierno».
Pero no se quedó ahí. Por primera vez en campaña, llegó a utilizar la bandera y el nombre de España, y hasta el 11-M, para atacar «las mentiras» del PP en ambas cuestiones.
Sobre el primer asunto, afirmó: «La bandera de España, y España, es de todos. Está para unir, y no para dividir. España y su nombre no se puede utilizar en vano. Como hace la derecha. España es para que la respetemos, para que nos una», dijo.
Y, a continuación, enlazó esta idea con ETA y la masacre islamista: «Nunca han buscado defender la unidad de España, ni echar una sola mano un solo día en la lucha antiterrorista. Sólo han buscado defenderse de los que engañaron a los españoles con la Guerra de Irak y el 11-M», sentenció.
El pabellón Fernando Martín crujía entre el asombro y la incredulidad. El líder tranquilo estalló el último día. Y siguió: «Treinta años de democracia, y es la primera vez que, una y otra vez, un partido político, un líder político ha salido a la calle a insultar, a descalificar y a mentir sobre lo que este Gobierno va a hacer para acabar con el terrorismo».
Zapatero se sosegó para dar el corte en televisión sobre la acción del Gobierno y esbozó la sonrisa. Pero sorprendió a propios y extraños.
Y todo acabó a las 12 en punto de la noche. No va más. La bola ya se mueve al libre albedrío que pasa por la voluntad individual que el domingo exprese cada ciudadano en las urnas. Las apuestas están hechas y el PSOE ha jugado fuerte, sabiendo que lo que ocurra el 27-M va a tener lecturas en clave de política nacional, se quiera o no se quiera.
Antes de Fuenlabrada, en un mitin muy distinto en León, Zapatero marcó las claves de lo que el domingo se juega en España. «Hay que votar entre el entusiasmo y la discordia. Entre el progreso o el retroceso. La convivencia o la crispación. Por eso pido un voto mayoritario para el PSOE», afirmó. Pero en la retina quedará el mitin de Madrid. Hasta ahora, Zapatero era el amo en transmitir optimismo. Anoche, cambió el registro. ¿Era coraje o rabia?
LUGAR
Palacio de Deportes Fernando Martín en Fuenlabrada (Madrid).
ASISTENTES
5.500 personas.
ORADORES
Miguel Sebastián, candidato a la Alcaldía de Madrid; Rafael Simancas, candidato a la Comunidad de Madrid; José Luis Rodríguez Zapatero.
TERMOMETRO
Prudencia: En el Partido Socialista se mantiene una actitud de prudencia ante los resultados de las elecciones del 27 de mayo, que resulta más que sospechosa. No se sabe si hay miedo o se busca la sorpresa. El motivo, dicen, es que mucho está en juego por un puñado de votos. Y, además, se insiste en que la participación inclinará muchas balanzas.