Al presidente del Gobierno le compensa un aumento de poder territorial mediante pactos, centrado en Baleares y Navarra y en una docena de grandes ciudades que están en condiciones de pasar a manos del PSOE.

La fiesta del PP, la primera que puede celebrar Mariano Rajoy en el balcón de la sede de Génova y la primera desde la rotunda victoria de 2000, quedó empañada por la pérdida, por muy poco, de la mayoría absoluta en esas dos comunidades.

Es una ventaja en municipales de más de 160.000 votos a favor del PP, que augura un final de legislatura tenso, ajustado y con resultado incierto en las elecciones generales, porque hasta ahora el partido que gana en votos las locales gana siempre las siguientes legislativas. No ha habido excepción a esa norma no escrita, y en 2003 el PSOE ganó por 120.000 votos e inició un cambio de tendencia que terminó el 14-M.

Por si hay dudas, recientemente el propio Zapatero aseguró que ganaría las elecciones quien más votos tuviera en las municipales, y el PP lo ha conseguido.

Si el PSOE consigue cerrar los pactos, estará presente en el Gobierno de dos comunidades autónomas más, Baleares y Navarra, de tal forma que tendrá más presencia en las Conferencias de Presidentes y también en la Federación de Municipios y Provincias, porque puede gobernar en más grandes ciudades. Pero no podrá evitar que el PP sienta desde anoche que está en condiciones de disputar las próximas generales, sometido al efecto placebo del dato global de las municipales que le otorga una victoria, aunque sea deslucida.

El presidente del Gobierno deberá tomar nota del resultado para su gestión en lo que queda de legislatura, por si finalmente ha tenido influencia el llamado proceso de paz, convertido en argumento fundamental de la campaña del PP. También debe tomar nota porque parte de la victoria del PP está basada en una decisión personal de Zapatero: la imposición de Miguel Sebastián como candidato en Madrid.

El amigo del presidente tendrá en su curriculum el extraño procedimiento de designación, el ser el primero que utiliza un asunto personal contra su oponente en la campaña y, sobre todo, el peor resultado del PSOE en Madrid en la Historia constitucional.

Récord en Madrid

La apuesta del presidente del Gobierno ha quedado pulverizada por Alberto Ruiz-Gallardón, con una diferencia de más de 20 puntos y un resultado récord en la capital para el PP que desnivela el resultado global.

El agregado del voto municipal en toda España es favorable al PP gracias también a la escasa participación en lugares proclives a los socialistas, como Cataluña y Andalucía.

Pese a todo, los resultados para el PSOE tienen la cara positiva de aumentar su poder territorial, autonómico y municipal, si es capaz de cerrar pactos con partidos nacionalistas y de izquierdas.

Está en condiciones de gobernar en Baleares con cuatro partidos de izquierda y nacionalistas, y en Navarra con Nafarroa Bai y con Izquierda Unida. En Canarias, Juan Fernando López Aguilar ha logrado que los socialistas sean el partido más votado, con un ascenso espectacular, pero tiene muy difícil cerrar un pacto con Coalición Canaria para gobernar. El ex ministro de Justicia ha ganado 10 escaños, pero los nacionalistas de Paulino Rivero mantienen la llave de la Comunidad y en las últimas semanas se ha dado por hecho el pacto con el PP.

El PSOE esperaba ganar en Baleares y ha conseguido que, por muy pocos votos y un recuento con suspense, el popular Jaume Matas pierda la mayoría absoluta en las islas. El nombre del día en el PSOE es Francesc Antich, que ya gobernó con un acuerdo con cuatro formaciones, que concurría por última vez como candidato y que está en condiciones de ser de nuevo presidente de Baleares.

El PP pierde también la mayoría absoluta en Navarra, por muy pocos votos, mientras que amplía notablemente sus resultados en Castilla y León, Madrid, Comunidad Valenciana, La Rioja y Murcia, hasta llegar a porcentajes espectaculares, que en algunos de esos casos supera el 50%.

Los barones regionales del PP se consolidan y aumentan su poder. Por ejemplo, Esperanza Aguirre logra en Madrid el 52,72% de los votos; Francisco Camps en Valencia llega al 52,33% y Ramón Luis Varcárcel en Murcia al récord del 58,58%.

Esos resultados permiten aventurar crisis o cambios en el PSOE de cada de una de esas comunidades, con procesos más o menos pacíficos para sustituir a Ignasi Pla, Rafael Simancas, Angel Villalba y Pedro Saura, entre otros, al frente del partido. Anoche mismo, Zapatero se dedicó a llamar a cada uno de ellos para animarles.

El PSOE mantiene la mayoría absoluta en Castilla-La Mancha y Extremadura y puede seguir gobernando en Aragón con apoyo del PAR, en Asturias con Izquierda Unida y en Cantabria apoyando al PRC.

Las de ayer eran las primeras en las que no concurrían José Bono y Juan Carlos Rodríguez Ibarra, pero sus sucesores, José María Barreda y Guillermo Fernández Vara, respectivamente, mantuvieron sus mayorías absolutas. Incluso, el presidente extremeño mejoró los resultados de su antecesor. De hecho, anoche mismo el popular Carlos Floriano anunció que no volverá a ser candidato en Extremadura después de dos derrotas.

En Navarra, el cambio es posible gracias a la espectacular subida de la coalición Nafarroa Bai, que incluye a partidos nacionalistas y vasquistas partidarios de vincular la Comunidad Foral al País Vasco. El PSOE, que también ha subido, tiene en su mano la posibilidad de gobernar con esta coalición, con la lupa de la política nacional puesta por su trascendencia en el futuro del llamado proceso de paz, si es que queda algo de él.

En cuanto a las municipales, el PSOE gana poder local, porque si cierra pactos, con distinto nivel de dificultad, puede recuperar una docena de capitales importantes como Las Palmas, Palma de Mallorca, Vigo, Toledo, Ourense, León, Vitoria, Zamora, Logroño, Jaén, Tarragona, Cáceres y Soria, entre otras.

Por ejemplo, en las Palmas, Jerónimo Saavedra gobernará con mayoría absoluta, pero en Vigo necesita un acuerdo con el BNG; en Logroño, el PSOE le quita la mayoría absoluta al PP, aunque necesita pactar con el Partido Riojano; en Toledo, Emiliano García-Paje podrá gobernar con IU y en León, el efecto Zapatero le da una notable subida, pero no le da la mayoría absoluta y necesitará a UPL que, en este momento, tiene un acuerdo con el PP.

En A Coruña, los socialistas han perdido la mayoría absoluta que mantuvo Francisco Vázquez durante años y ahora necesitan pactar con el BNG. En Sevilla, el socialista Alfredo Sánchez Monteseirín puede gobernar con IU, aunque el PP le alcanza en número de concejales y desaparece el Partido Andalucista en su primera comparecencia electoral después de su oposición al nuevo Estatuto andaluz.

En Tarragona, el PSC ha logrado arrebatar el Ayuntamiento a CiU, de tal forma que los socialistas ya gobiernan en todas las capitales catalanas. Los nacionalistas de Artur Mas se quedan casi sin poder institucional y todo parece indicar que se avecina el estallido de una crisis interna en CiU, que se mantenía larvada desde las autonómicas catalanas.

En número de concejales gana el PSOE con 23.997, frente a los 23.310 del PP. Los populares tienen mayoría absoluta en 2.877 ayuntamientos, frente a 2.327 del PSOE.

El PP ha arrebatado al PSOE los ayuntamientos de Cuenca y de Guadalajara y ha logrado aumentos espectaculares en Córdoba, que no le sirve para gobernar, porque Rosa Aguilar puede mantener este Ayuntamiento con un acuerdo con el PSOE. IU pierde 0,5 puntos con respecto a las municipales de 2003 y más de un centenar de concejales.

Respecto al País Vasco, el PNV mantiene Bilbao con pactos, el PSOE revalida la mayoría relativa en San Sebastián y logra un avance importante en Vitoria, cuya Alcaldía arrebata al PP. De hecho, una de las notas características es el ascenso del PSE en las tres provincias vascas y en Navarra, lo que a bote pronto parece indicar que la gestión del proceso de paz es apoyada en esas dos comunidades y, como mínimo, provoca recelos en el resto.

La izquierda abertzale que concurría en la mitad de ayuntamientos vascos y navarros como ANV consigue casi 95.000 votos, lo que le se traducirá en 439 concejales, 25 mayorías absolutas y 15 relativas y es la llave en Pamplona.