Es curioso ver lo que puede cambiar el mensaje cuando se abren las urnas. Es sorprendente comprobar cómo se reescribe la historia cuando el poder político está en juego. Es chocante escuchar argumentos radicalmente contrarios a los oídos hace una semana. Pero todo eso se vio y se oyó ayer en la sesión de control en el Congreso, entre José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, sobre la cuestión que ahora les une: Navarra.
Y aunque hubo reproches mutuos, declaraciones ambiguas, los líderes de PSOE y PP se hicieron guiños para acordar que Navarra no se vende: se pacta.
Así, Mariano Rajoy, además de ofrecer un pacto de legislatura a los socialistas, llegó a decirle a Zapatero: «UPN y el PSOE comparten, al menos eso creo yo, el mismo modelo de Estado. Ambos creen que Navarra debe ser Navarra, y ambos creen que Navarra debe ser España».
Lo curioso, es que Rajoy hace 11 días, en Logroño, dijo: «Algunos quieren que Navarra sea pieza de ese fantasmagórico proyecto llamado Euskal Herria y lo peor es que hay un líder político, que además es presidente del Gobierno, al que le da todo igual con tal de salirse con la suya».
Zapatero recordó esta postura del PP en su primera réplica. «Tengo que decir que me agrada que en tan poco tiempo pasen de una oferta de descalificación, de insultos y de mentira a hacer una oferta para colaborar».
Sin embargo, tras el rejón, Zapatero dejó la puerta abierta, con una condición: «Mientras no rectifiquen lo que han dicho hacia los socialistas navarros tendrán difícil la colaboración del PSOE, que no imposible».
Giro
Lo curioso, es que la dirección socialista tenía descartado hace tan solo una semana la más mínima posibilidad de pacto con UPN, argumentando que no podían llegar a acuerdo alguno con aquellos que casi les han llamado terroristas y se han manifestado contra ellos por la presunta entrega de Navarra al País Vasco.
Pero ni Zapatero vio el giro de Rajoy que, a su forma, pedía disculpas al reconocer que compartía con el PSOE modelo de Estado y su idea de Navarra, ni Rajoy vio el guiño de Zapatero de que podría haber pacto con UPN, y que no se cerraba en banda, como era la idea inicial de su partido.
Por ello, en la réplica, Rajoy acusó a Zapatero de no contestarle, y dejó muy claro que no quiere que UPN gobierne de forma provisional, sin cerrar un acuerdo definitivo con el PSOE para cuatro años: «No estoy a favor de que se deje gobernar a UPN durante unos meses para ver qué pasa después. Eso genera una situación de inestabilidad que no conviene a nadie».
Luego, acusó al presidente del Gobierno de no tener criterio, mostró su «preocupación» por su indefinición política y aseguró que su oferta de pacto, «es buena para Navarra, para España y es la que quiere la inmensa mayoría de los españoles», dijo el líder del Partido Popular.
Zapatero tampoco aflojó el tono en su réplica y, tras reprochara a Rajoy la política de los populares sobre Navarra, reiteró su oferta a la negociación.
«El PSOE está abierto al diálogo», dijo, «por la convivencia en Navarra, por la integración, por la moderación y por no usar Navarra para dividir ni a los navarros ni a los españoles».
Las interpretaciones en los pasillos del Congreso sobre lo dicho por el presidente del Gobierno y el ayer exultante líder de la oposición -quien también fue recibido con aplausos a su entrada en el Congreso, y al sentarse en su escaño en el Hemiciclo- fueron muy variadas, pero la opinión unánime era que el tono había cambiado por ambas partes.
No obstante, el PSOE todavía no tiene cerrado qué hacer, y se debate entre amortiguar y tranquilizar los mensajes extremistas del PP sobre ETA y Batasuna con un pacto en Navarra o, por el contrario, seguir arriesgando con un acuerdo con Nafarroa-Bai en la Comunidad Foral.
El resto de la sesión de control no dio más de sí, y sólo el portavoz del PP, Eduardo Zaplana, y la vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, se volvieron a enzarzar un miércoles más sobre si el Gobierno ha hecho o no del Parlamento el centro de la vida política.
Zaplana dio su batería de datos, y la vicepresidenta los suyos. Para acabar ambos como cada miércoles. El dirigente del PP quejándose de que no se le contesta. Y la vicepresidenta haciendo pedagogía, en esta ocasión, con la humildad democrática.
Pero en todo el Congreso no se hablaba de otra cosa que de lo que puede pasar en Navarra y qué decisión tomarán los socialistas finalmente.
La vista está ya puesta en el Debate sobre el estado de la Nación de finales de junio y en el horizonte de las elecciones generales. Todos los diputados saben que ya no volverán cuando acabe el año, y que sólo falta un trimestre donde mandan los Presupuestos de 2008.