Viernes, 1 de junio de 2007. Año: XVIII. Numero: 6375.
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 ESPAÑA
POLITICA EXTERIOR / Las relaciones con Francia
Zapatero y Sarkozy dicen que se han 'conjurado' para sacar a la UE de su bloqueo
España acepta un Tratado europeo básico que mantenga el nuevo sistema de voto y consagre la mayoría cualificada
MARISA CRUZ

MADRID.- Zapatero y Sarkozy se «conjuraron» ayer, en palabras del presidente español, para sacar a la UE del bloqueo en el que se encuentra sumida tras el rechazo expresado por la ciudadanía francesa y holandesa al proyecto de Tratado Constitucional.

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La primera visita del nuevo presidente de la República francesa a España ha cumplido con las principales aspiraciones del Ejecutivo español. Quedó demostrado que, pese a las diferencias ideológicas de sus líderes, ambos tienen un proyecto común para Europa y que la colaboración entre París y Madrid seguirá siendo estrecha.

Además, las diferencias de puntos de vista o de estrategias que todavía existen se entienden como «coyunturales» por ambas partes.

Nicolas Sarkozy demostró, durante su comparecencia ante la prensa en compañía de Zapatero, que es un auténtico animal político, que sus mensajes son rotundos y que maneja los tiempos, los gestos y las expresiones.

El presidente español, a su lado, se mostró especialmente satisfecho, y no sólo porque Sarkozy puso en bandeja la idea de que España y Francia pueden ser un verdadero motor para la UE, sino porque, además, entendió que el acuerdo con París a la hora de defender el meollo del proyecto europeo es todavía posible.

Zapatero agradeció a Sarkozy la «deferencia» de considerar a España como una «prioridad de su política exterior» en función, dijo, «de todos los intereses que compartimos y que nos obligan a trabajar juntos». El presidente aseguró estar convencido de que la relación bilateral «será mejor que nunca», e incluso aventuró también una estrecha sintonía personal. «Hay entendimiento, hay ganas y hay voluntad política», afirmó.

Optimismo desbordante

Esta armonía, a juzgar por las palabras de uno y de otro, se aplica al terreno europeo: al dossier -clave para España- de las interconexiones ferroviarias y energéticas a través de los Pirineos, a la lucha antiterrorista y a la política de inmigración. Cierto es que en muchos de estos campos hay algún punto de discrepancia, pero las guías básicas de acción parecen coincidentes.

El capítulo UE fue el que ayer centró la atención de los líderes. Y, en este campo, el optimismo de ambos fue desbordante. Sarkozy y Zapatero afirmaron haberse «conjurado» para sacar a la Unión del bloqueo. El presidente francés aseguró que los dos países comparten «voluntad y análisis» y que están decididos a trabajar «de la mano» y «rápido».

Al término de su encuentro con los periodistas, altos funcionarios dedicados a las negociaciones comunitarias confirmaron que, en relación con el futuro Tratado, los verdaderos obstáculos que restan por superar tienen nombre propio: Reino Unido y Polonia.

España acepta, en aras del consenso, que el futuro texto no tenga rango constitucional y que su articulado quede muy reducido, aunque insiste en que la esencia novedosa del documento debe conservar, esencialmente, la extensión del voto por mayoría cualificada, el nuevo sistema institucional y de toma de decisiones que sustituirá a la fórmula de Niza y la creación de las figuras de presidente de la UE y de ministro de Asuntos Exteriores. Francia no objeta estos puntos, aunque toma una cierta distancia respecto a España a la hora de defender un mayor poder para los parlamentos nacionales.

Con estos mimbres, Zapatero y Sarkozy construyeron ayer una cesta en la que cabe también la sintonía en lo relativo a las conexiones a través de los Pirineos. El presidente francés aportó, incluso, la idea de que éstas son imprescindibles para lograr que Francia consiga beneficiarse del fuerte impulso económico español.

Sarkozy también aprovechó para apuntar que Madrid da su apoyo al proyecto de creación de una Unión Mediterránea que, según el presidente francés, aglutinaría a los siete países mediterráneos de la UE y a todos sus vecinos de la otra orilla del Mare Nostrum.

Al margen de las buenas palabras, éste puede ser uno de los planes en los que, a medio plazo, surja la rivalidad entre ambos países, puesto que París, tal y como ayer sugirió Nicolas Sarkozy, apuesta por que dicha Unión fagocite al llamado Proceso de Barcelona, creado por España en 1995, y porque, a fin de cuentas, uno de sus últimos objetivos sería ofrecer a Turquía un camino alternativo que la hiciera olvidar definitivamente su aspiración de ingresar en la UE.

Tras el encuentro con Zapatero, el presidente francés se reunió con el líder del PP, Mariano Rajoy, con quien coincidió en la necesidad de que la UE salga «cuanto antes de la parálisis». Ambos abordaron asuntos como la cooperación entre sus respectivos partidos y el terrorismo, «aunque no de forma específica».

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