No hubo concesiones. La secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, no se dejó enternecer ni por los aplausos de algunos funcionarios de Asuntos Exteriores a su llegada al palacio de Santa Cruz, ni por el afable Condi que le dedicó Miguel Angel Moratinos, ni por la paella y el gazpacho del almuerzo. La dama de hierro de la diplomacia norteamericana hizo gala de su fama de dura a su paso por Madrid.
Sus dos mensajes más destacados: EEUU discrepa radicalmente de la estrategia emprendida por el Gobierno de Zapatero hacia Cuba y, además, Washington considera que España debería hacer un mayor esfuerzo militar en Afganistán.
Estos dos fueron los asuntos que centraron el interés de la prensa española y norteamericana que, a todas luces, no se dio por satisfecha con el resumen extremadamente positivo y amistoso que hizo el ministro de la reunión mantenida con su homóloga estadounidense.
Moratinos aseguró que la presencia de Condi en España es «una señal fuerte del nivel de la relación y amistad» que une a los dos países. Con esta visita, añadió, se pone de manifiesto que «las relaciones están plenamente normalizadas». Y hasta ahí todo parecía cuadrar. El discurso, sin embargo, empezó a torcerse cuando aseguró que, en relación con América Latina, los dos países tienen «puntos absolutos de coincidencia» y que esta sintonía se extiende a la «estrategia» a seguir en el caso de Cuba.
Cierto es que Madrid y Washington defienden la misma aspiración: la de ver finalmente la democracia y la libertad instaladas en la isla; pero no es menos cierto que los caminos de España y EEUU para tratar de influir en el régimen castrista son en la actualidad muy divergentes.
Por si había alguna duda, Rice se encargó de aclararla. Empezó con palabras suaves y elogios hacia la cooperación en la lucha contra el terrorismo y en materia de Defensa que presta España, y luego su tono se fue volviendo más contundente para puntualizar que sí existen «diferencias» sobre Cuba.
Rice, en principio, dijo confiar en que los dos países puedan aproximar posturas a través de un diálogo más intenso. Sin embargo, cuando se le insistió en el asunto, habló con toda claridad: en su opinión, el mensaje que hay que transmitir a La Habana es que «el mundo libre no está dispuesto a tolerar una transición no democrática en Cuba».
Insistió en que el objetivo de cualquier diálogo con la isla debe ser el de «hacer comprender que cuando empiece la transición ésta debe ser democrática y no por dinastía». «Tengo reservas», confirmó, «sobre lo que puede lograrse dialogando con un régimen que no cree en estos principios». «Lo que necesita Cuba», recalcó, «es un cambio estructural».
Moratinos intervino entonces insistiendo en que las «tácticas de España y EEUU son complementarias y no contradictorias». Pero Rice volvió a la carga: «He dejado muy claro que tengo serias dudas respecto al diálogo iniciado con un régimen antidemocrático que lo que pretende es iniciar una transición hacia otro régimen antidemocrático». Y añadió: «Los disidentes que luchan por un futuro democrático deben contar con el apoyo internacional».
Rice no hacía sino reprochar a Moratinos que durante su visita a La Habana no accediera a reunirse con los representantes de la disidencia y sólo dedicara gestos amistosos a las autoridades castristas.
El reproche, desde luego, dio en el blanco, porque el ministro español saltó como un resorte: «Yo espero que con el tiempo Condoleezza acabe más convencida. Este Gobierno no tiene dificultad en hablar con los disidentes. Además, los liberamos. ¿Quién habla más con los disidentes? ¿El secretario de Estado de España o su homólogo de EEUU? No hay que hablar basándose en percepciones, sino en hechos», afirmó Moratinos con tono airado.
Luego le toco el turno a Afganistán, donde Rice aseguró haber pedido a España, como al resto de los aliados, un mayor esfuerzo militar. También en este caso el terreno estaba abonado por las palabras del ministro español de Defensa, José Antonio Alonso, quien ayer expresó su contrariedad por los «bombardeos indiscriminados» de fuerzas de la OTAN, ya que, en su opinión, así «no se consigue ganar el corazón de los afganos».
Rice tampoco estuvo dispuesta a tragar esta píldora: «Afganistán», recordó, «es una obligación conjunta de los aliados. Y quiero afirmar que cada muerte de un civil inocente es una muerte de más. Los terroristas los utilizan de escudos humanos y hay que tener claro quiénes son los culpables y quiénes tienen la fuerza moral. EEUU ha gastado ya 14.000 millones de dólares en reconstrucción y paga carísimamente con vidas humanas su apoyo a aquel país. Así es», concluyó tajante, «como se gana finalmente el corazón del pueblo afgano».
Ninguno de los dos se atrevió a mencionar durante la rueda de prensa a Irak, el país en que las discrepancias entre las dos administraciones son mayores. Sin embargo, por la noche, en una entrevista que Rice concedió a TVE, la secretaria de Estado norteamericano fue muy crítica con la actuación del Gobierno español al retirar las tropas desplegadas en Irak. «Se hizo muy depreisa y sin avisar a los aliados», comentó tajante.