La propia palabra lo dice. Himno es una composición coral, compuesta para ser cantada. España es uno de los pocos países que dispone de un himno nacional que no puede ser cantado, puesto que no tiene letra. El Himno Nacional es la llamada Marcha Granadera o Real, adoptada por Carlos III para ser tocada en los actos oficiales. Esta composición de origen anónimo ha sido durante más de dos siglos el himno de España, con la excepción del periodo comprendido entre 1931 y 1936. La II República adoptó el himno de Riego, que fue abolido tras la victoria de Franco.
EL MUNDO ha revelado que el presidente del Comité Olímpico Español (COE), Alejandro Blanco, ha encargado la elaboración de una letra, alentado por las peticiones de algunos deportistas que lamentan no poder cantar cuando suben al podio en las grandes competiciones. Así lo manifestaron a nuestro periódico deportistas como Iker Casillas, Jorge de Lorenzo y Paquillo Fernández. A todos les gustaría poder entonar ese himno, como hacen los franceses, los alemanes o los británicos.
La iniciativa de Blanco cuenta, al parecer, con el respaldo de altas instancias, que están de acuerdo en que no debe haber injerencias políticas en la redacción del texto en el que están trabajando autores de la SGAE. Según ha podido saber este periódico, la letra contendría alusiones a valores universales como la paz, la diversidad cultural y la libertad. Un texto lo suficientemente genérico para que pudiera ser aceptado por todos los españoles, con indiferencia de sus ideas políticas y sus lugares de nacimiento. Blanco ha rechazado ya la oferta de colaboración de alguna organización cívica de identidad tan marcada como el Foro Ermua, ya que la politización de la iniciativa la haría inviable.
El planteamiento de Blanco nos parece correcto, pragmático y factible, porque resulta mucho más fácil que este himno pueda arraigar entre los ciudadanos si surge como una iniciativa ligada a la representación de España en las competiciones deportivas que si nace como una propuesta de algún partido o asociación política. Incluso el Gobierno tendría muchas más dificultades para redactar un himno que tuviera aceptación popular.
A nadie se le escapa que, 32 años después de la muerte de Franco, los símbolos nacionales como la bandera y el himno no son todavía aceptados por una minoría que ve en ellos una determinada ideología política. Que el himno pudiera ser cantado facilitaría seguramente una mayor identificación de los ciudadanos con los símbolos del Estado, por lo que la iniciativa del COE es digna de alabanza. Sin embargo, una decisión de la institución olímpica no bastaría para que el himno sea considerado como propio por todos los españoles -y no sólo los deportistas-, que es de lo que se trata. Las principales fuerzas políticas -que son quienes representan a los ciudadanos- deben recoger el guante del COE y presentar una proposición no de ley en el Congreso -sede de la soberanía nacional- instando al Gobierno a encabezar la iniciativa para que el himno español tenga letra, y no sólo en los estadios.
|