José Luis Rodríguez Zapatero bajó a la arena y ajustó cuentas. No podía consentir que el mensaje de renovación en el Partido Socialista de Madrid (PSM) que quiso dar con la marcha de Miguel Sebastián fuese tan mal entendido que volvieran los de siempre a dirigir el grupo municipal.
Por ello, Zapatero actuó desautorizando ayer al líder del PSM, Rafael Simancas, por la composición de la dirección del grupo municipal del Ayuntamiento de Madrid, de modo que el aludido no tuvo más salida que coger las de Villadiego y anunciar su dimisión sólo «por motivos personales».
La hecatombe de Madrid empezó por la mañana, cuando Zapatero y Simancas se pusieron en contacto y el presidente expresó su desacuerdo con el modo en que se estaba gestionando el grupo. Sigue en página 20
Editorial en página 3
Zapatero no quería que el hombre que, entre otras cosas, había contribuido a que su aspirante se quitase de en medio fuese la cabeza en el Ayuntamiento de Madrid. Y es que los detractores de Iglesias ya le acusaron de hacer lo propio con la antecesora en el cargo, Trinidad Jiménez.
Además, los ya llamados sebastianes -los ediles que Sebastián incorporó a la lista municipal- estaban dispuestos ayer a romper el acuerdo, al no estar conformes con la representación en la Secretaría General, lo que ya se anunció en la madrugada del domingo.
Sobre quién llamó a quién hay varias versiones. El hechos cierto es que todo el grupo municipal esperaba a Rafael Simancas a una reunión para buscar el pacto y que se encontraron a Andrés Rojo -miembro de la Ejecutiva Federal- diciéndoles: «A Rafa le han llamado desde La Moncloa y se va. Estad localizables todo el día para fijar una nueva reunión».
A las 10.40 horas, Simancas salía escopetado hacia La Moncloa a entrevistarse con Zapatero tras pedirle la cita, según dijo a los periodistas. A las 12.45 horas regresaba a la sede del PSM, en la calle de Miguel Fleta, de Madrid. Ya había presentado la dimisión. «No le quedaba otra salida. Zapatero le ha quitado la poca autoridad que le quedaba», precisaron fuentes del socialismo madrileño.
Tan sólo le quedaba formalizar la dimisión ante su Ejecutiva. La dirección de notables del PSM aguardaba desde las 12.00 horas, hora a la que había sido convocada para, supuestamente, refrendar el acuerdo del grupo municipal. Pero no, Simancas tan sólo anunció que lo arrojaba la toalla.
«Decisión personal»
A las 14.00 horas comparecía ante los periodistas. El ex líder socialista juraba y perjuraba que había sido una «decisión personal» que había tomado tan sólo unas horas antes. «No busquen más explicaciones», precisaba cuando se le preguntó si había tenido algo que ver el asunto de los concejales.
Simancas repetía el mismo mensaje que el pasado jueves Sebastián pactó con Zapatero: «Los cambios en el PSM son inaplazables para hacer de esta una organización ganadora, porque Madrid necesita un Partido Socialista renovado».
Lo cierto es que, por la actividad que tenía prevista ayer Simancas en su partido, no parecía estar la dimisión en su cabeza como, en un último acto de lealtad, intentó hacer creer ante los medios de comunicación.
Su reunión con el grupo municipal, la convocatoria posterior de la Ejecutiva y las órdenes que él mismo dio la noche del domingo y el mismo lunes por la mañana no están concordancia con alguien que tenía decidido abandonar su responsabilidad en el Partido Socialista de Madrid.
De hecho, otras fuentes del PSM aseguraron que ayer Simancas estaba tranquilo porque del acuerdo sobre el grupo municipal contaba con el visto bueno el secretario de Organización, José Blanco.
Dichas fuentes apuntan que ambos dirigentes habían negociado a lo largo de todo el fin de semana el nombre de Oscar Iglesias, y que el pacto se iba a cerrar por la mañana sin mayores problemas.
Fuentes cercanas a la Secretaría de Organización niegan tajantemente este supuesto acuerdo y aseguran que Blanco siempre ha apostado por que tras la marcha de Sebastián, fuese la número dos de la lista la portavoz municipal.
Dicha versión, además, también decae ante el hecho de que uno de los hombres del secretario de Organización, Pedro Sánchez, era el objeto del enfrentamiento entre los sebastianes y la dirección del PSM.
«Es incomprensible que Blanco hubiera cerrado el acuerdo y Pedro Sánchez quisiera boicotearlo esa noche y a la mañana siguiente», manifestó a EL MUNDO un miembro de la dirección federal.