Por cuarta vez en un corto periodo de tiempo, El País se ha prestado al indigno papel de intoxicar a la opinión pública mediante la difusión de conversaciones grabadas -tres de ellas, a presos- para intentar apuntalar la tambaleante versión oficial sobre el 11-M que sostiene Interior.
Lo hicieron cuando filtraron a la Ser las conversaciones de presos etarras que se burlaban de los indicios que vinculaban a ETA con el 11-M. Lo hicieron cuando manipularon una frase, sacada de contexto, de Suárez Trashorras, que hablaba de la hipotética conducta de otra persona a la que EL MUNDO había entrevistado y formulaba una mera suposición. Lo hicieron cuando difundieron unas conversaciones entre un periodista de este diario y un agente policial sobre una trama de explosivos. Y han vuelto a hacerlo con el extracto de una presunta conversación entre Basel Ghalyoun y su madre, verdadero ejercicio de manipulación periodística para intentar desacreditar al diario EL MUNDO.
Dado que en este caso vuelve a tratarse de un diálogo grabado por Instituciones Penitenciarias, lo primero que hay que exigir es que Interior haga público el contenido íntegro de esa cinta y las circunstancias en las que se grabó. No creemos que sea precisamente una coincidencia la petición formal de la Fiscalía de rebajar de forma drástica la acusación contra Ghalyoun de 38.654 años de cárcel a solamente 12 el mismo día de la aparición de estas «confidencias» a su madre.
Ghalyoun dice en esas cintas, según titula El País, que Antonio Rubio, periodista de EL MUNDO, intentó «sonsacarle», pero que es «mentira» que él dijera que El Tunecino estaba controlado por la Policía. Lo cierto es que Ghalyoun accedió a contestar las preguntas de nuestro periódico y lo hizo sin presión alguna. Afirmó en esa entrevista que El Tunecino era vigilado por la Policía, como ha quedado corroborado sin duda alguna en el juicio.
Lo que pretende El País es sencillamente intentar minar la credibilidad de EL MUNDO y sembrar dudas sobre las aportaciones de nuestro periódico en el esclarecimiento del 11-M. ¿Qué ha hecho el periódico de Polanco para averiguar la verdad? Nada. Se ha limitado a hacer eco de las filtraciones de Interior, tenazmente desmentidas por los hechos.
Un buen periodista investiga sin prejuicios y busca la verdad. El sicario del poder se deja utilizar por su fuente y le resultan indiferentes los hechos. Nuestros lectores son lo suficientemente inteligentes para distinguir una de otra práctica.
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