El vicepresidente de la Generalitat, Josep Lluís Carod-Rovira, lleva tiempo buscando fórmulas para que Cataluña y España se enfrenten en un partido, sea en la disciplina que sea. Al final, lo ha logrado con el fútbol sala en una remota república rusa, Yakutia, y gracias a un conglomerado de asociaciones deportivas que no tienen el reconocimiento de los organismos oficiales que regulan este deporte.
Ni la FIFA, ni la Federación Española y ni siquiera la Catalana reconocen a la maraña de grupos y asociaciones que han conseguido que el partido vaya a disputarse.
El encuentro será mañana, a partir de las 11.00 horas, en la ciudad rusa de Yakutsk, capital de la república de Yakutia, cerca de China. Será el partido inaugural de la llamada Copa del Mundo, torneo creado por la Asociación Mundial de Futsal (AMF), que es la antesala del Campeonato del Mundo que se celebrará el próximo septiembre en Mendoza (Argentina). Antes del partido sonarán tanto el himno español como el catalán y se exhibirán las respectivas banderas de cada equipo.
El portavoz de la Federación Española de Fútbol, Jorge Carretero, que conoció la noticia a través de este diario, aseguró que se estudiará el asunto y que será el Consejo Superior de Deportes el que se pronuncie ante «la utilización irregular, y en principio ilegal, del himno y la bandera de España».
Los futbolistas que compondrán el combinado español son integrantes de federaciones autonómicas privadas que no se clasificaron para el torneo. Provienen de Alicante, Galicia, Extremadura y Canarias, aunque todavía es un misterio saber quién les ha reclutado para disputar el torneo.
En la competición participarán 10 selecciones más (Australia, Angola, Bielorrusia, Israel, Canadá, Rusia, Paraguay, Congo, Inglaterra y Argentina), todas ellas dependientes de federaciones paralelas a las oficiales y formadas por futbolistas de nivel amateur, de ligas territoriales o incluso de jugadores de fútbol playa. «Estos equipos no llegarían ni a la quinta división en las competiciones de la Federación Española», dicen los entendidos.
Hace más de dos décadas existía una federación independiente de fútbol sala en España. Tras su desaparición, algunas comunidades autónomas se empeñaron en reconocer al fútbol sala como especialidad independiente del fútbol. Así nació la Federación Catalana de Fútbol Sala (FCFS), organismo que cuenta con subvenciones de la Generalitat y que se creó en 1983, aunque no pudo inscribirse en el registro de entidades deportivas hasta 2003 y gracias a una sentencia favorable del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, que se produjo en 1999.
La Federación Catalana de Fútbol (RFEF), que tiene su propia selección catalana con futbolistas de primer nivel, y la Unió de Federacions Esportives Catalanes no reconocen a este organismo paralelo, que actualmente controla a poco más de 200 equipos. Sin embargo, en 2004 la FCFS se integró en la Unión Europea de Fútbol Sala y en 2006 logró el reconocimiento de la Asociación Mundial, aunque ésta integra a federaciones como la de Santa Helena, una isla del Océano Atlántico casi deshabitada, ubicada a más de 2.800 kilómetros de distancia de la costa de Angola y en la que en su día murió recluido Napoleón Bonaparte.
«Lo que se va a jugar en Rusia es una pachanga de circo», dicen varios profesionales del fútbol sala catalán, indignados por lo que consideran una falta de respeto hacia el «fútbol sala serio».
No lo entienden así desde la Generalitat. «Es un torneo oficial, en el que la selección catalana podrá enfrentarse con grandes equipos. En muchas disciplinas deportivas, hay confederaciones oficiales y otras paralelas, cosa que no significa que sean menos importantes», comentaba ayer a este diario Anna Pruna, secretaria general de Deporte de la Generalitat, que no le daba importancia al hecho de enfrentarse a España. «Para nosotros no es ningún problema jugar contra España, siempre lo hemos visto bien. No es cuestión de demostrar nada, lo vemos con normalidad».
Javier Lozano, seleccionador nacional absoluto de España, mostraba ayer su indignación ante la noticia. «Es una falta de respeto a los millones de practicantes de fútbol sala que existan estas competiciones. Todo esto confunde. Tiene un trasfondo político y no saben que hacen daño a la gente que quiere dignificar este deporte».