Jueves, 14 de junio de 2007. Año: XVIII. Numero: 6388.
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CONVULSION EN ORIENTE PROXIMO / Guerra civil palestina
Hamas asalta los últimos reductos de Al Fatah para controlar Gaza
La Autoridad Palestina de Abú Mazen se desmorona en la Franja / Cientos de civiles huyen de los combates hacia Egipto, donde 40 policías han pedido asilo
JAVIER ESPINOSA. Enviado especial

Cientos de palestinos como Mustafa Sqafi intentaron manifestarse ayer en el centro de Gaza para detener los combates que sacuden la región palestina y acabaron en medio de un enésimo tiroteo cruzado que acabó con la vida de dos civiles. «Ni Israel hacía estas cosas. Tienen que disolver la Autoridad Palestina. ¡Que regrese la ocupación [israelí]!», clamaba el joven, mientras los convocados huían entre tiroteos desquiciados. La petición de Sqafi era ayer un clamor repetido en las radios de Gaza y entre la mayoría de los civiles consultados en un escenario anárquico, que parecía certificar el final de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), surgida de los Acuerdos de Oslo.

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Al menos 13 personas murieron -según el recuento de la agencia local Wafa- y decenas resultaron heridas en una enésima jornada de violencia en la que Hamas estrechó el cerco en torno a los últimos reductos de los seguidores del presidente Abú Mazen en la Franja, mientras la guerra civil se extendía también a localidades de Cisjordania como Nablús.

Entre las víctimas se contabilizaron dos empleados de la agencia de la ONU que suministra ayuda al área (Urnwa), lo que llevó a que esta organización limitara al máximo su trabajo de asistencia, agravando si cabe aún más la situación humanitaria de la población local.

Los combates se libran entre cientos de miles de civiles atrapados en sus domicilios. En muchos distritos de Gaza, la población ha optado por imitar el comportamiento iraquí, clausurando las calles con barricadas y depósitos de basura. El simple discurrir por las carreteras de la zona se ha convertido en una empresa especialmente arriesgada, dado que hay numerosos edificios controlados por francotiradores que disparan de manera alocada.

Carcomido en los últimos meses por el bloqueo financiero de Israel, EEUU y la Unión Europea, y por un proceso político paralizado desde hace años, el poder virtual de Abú Mazen se derrumbó en Gaza bajo el acoso de miles de enardecidos milicianos islamistas.

«Si pones a dos hermanos en una jaula y les quitas todo lo necesario para vivir, lucharán entre ellos», indicaba, desde Tokio, Ziad Abú Amr, el ministro de Asuntos Exteriores palestino. «Gaza se está hundiendo. Es una locura», admitió el propio Abú Mazen.

Zonas controladas

Los activistas controlaban casi por completo Beit Lahia, Beit Hanun y Yabalia, en el norte de la Franja; la mayor parte de la propia ciudad de Gaza; y la casi totalidad de Jan Yunis, en el sur. Los acólitos del hipotético líder palestino tan sólo resistían en Rafah y en torno a tres cuarteles sitos en el centro de la villa de Gaza, incluida la base principal de la Guardia Presidencial.

Los islamistas han dado un ultimátum para que estas tropas entreguen las armas antes del viernes a las 19.00 horas o intentará asaltar dichos emplazamientos.

«Vamos a gobernar Gaza. Es el final de estos criminales aliados de Israel», precisaba Abú Abdala, un activista de las Brigadas de Izzadin al Qassam, el brazo armado de Hamas, frente a lo que fue el cuartel general de la Seguridad Nacional en Yabalia, que capturaron el martes tras un asedio de ocho horas.

Lo acaecido en el complejo militar es un fiel reflejo de lo que está ocurriendo en casi todos los enclaves donde se atrincheraban las fuerzas leales al presidente palestino. Aunque algunos medios se han empeñado en denominarlo la batalla de Yabalia, lo cierto es que el recinto no presentaba signos de una confrontación mayor con excepción de sendos impactos de cohetes, una enorme mancha de sangre reseca en una de las dependencias y algunos muros alcanzados por las balas.

«Sólo luchó un pequeño grupo. La mayoría se rindió. Incluso hubo dos policías que fueron ejecutados por su jefe al intentar huir», añadió Abú Abdala.

Los uniformados de Hamas reconocen que capturaron a más de medio centenar de hombres, pero niegan que algunos fueran ejecutados de manera sumaria, como han sugerido emisoras cercanas a Al Fatah, el partido de Abú Mazen.

En la misma tónica, 40 policías oficialistas huyeron durante la jornada hacia Egipto y pidieron asilo, abriendo un hueco en el muro que separa Gaza de ese país, una circunstancia que fue aprovechada también por muchos civiles que buscan huir del caos. Las fuerzas de seguridad egipcias intentaban a duras penas evitar una estampida masiva.

Cientos de pistoleros del clan Abú Baqr, leales a Fatah, se rindieron también en la ciudad de Gaza.

Un simple recorrido desde el puesto limítrofe con Israel hasta el sur en Jan Yunis permitía apreciar el avance de los islamistas, cuyos encapuchados se prodigaban a lo largo de la carretera de Salahadin, que cruza de este a oeste la Franja. Todos los puestos de Al Fatah aparecían abandonados u ocupados por los activistas de Hamas.

En Jan Yunis, por ejemplo, un militante embozado que degustaba alegremente un helado de limón mientras portaba al hombro un RPG anti tanque solicitaba otros «cinco minutos» para acabar con la resistencia de los últimos irreductibles de Al Fatah, cuyo cuartel fue destruido parcialmente gracias a uno de los túneles usados por Hamas en ocasiones para atacar a las fuerzas de ocupación israelíes.

«El cuartel de la Seguridad Preventiva de Jan Yunis ha sido destruido. Hay muertos y heridos», reconoció a la agencia AFP, Youssef Eissa, uno de los responsables de esta agrupación oficialista.

Para Jaled al Batch, un líder de la Yihad Islámica -facción que permanece neutral en el conflicto fraticida-, lo acaecido es «el final del sueño palestino; es un terremoto».

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