ANV culminó ayer con éxito la estrategia de desestabilización y presión que ha desarrollado contra los partidos vascos desde el inicio de la campaña electoral, hasta el punto de conseguir abortar, por primera vez, la constitución de tres ayuntamientos vascos, Ondarroa, Nabarniz y Zaldibia, por la renuncia de la mayoría de sus concejales, y evitar que más de una treintena de ediles tomara posesión de sus cargos en diversos consistorios.
Pero su éxito no se quedó ahí: la formación radical, además de asumir la alcaldía en los 17 municipios en los que logró la mayoría absoluta, también consiguió evitar que, donde su victoria fue relativa, los partidos de la oposición se pusieran de acuerdo para arrebatarle los puestos de máximo regidor. En total, los radicales gobernarán en 39 municipios vascos y en ocho navarros. El temor a posibles represalias, en un clima ya enrarecido en los enclaves rurales por la anulación de 133 candidaturas abertzales, impidió que el resto hiciera causa común en contra.
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Pero este hecho ni siquiera tuvo un efecto de reciprocidad hacia el resto de formaciones. Porque ANV también logró quebrar el compromiso de respeto a la lista más votada alcanzado por los integrantes del tripartito (PNV, EA y Ezker Batua) en dos municipios guipuzcoanos gobernados por los jeltzales, Zumaia y Azpeitia, donde vieron cómo sus socios en el Gobierno vasco les hacían la pinza junto a ANV. Por su parte, los nacionalistas también se sirvieron de la formación abertzale para gobernar el Ayuntamiento alavés de Valdegovía, aunque, eso sí, sin traicionar los compromisos no escritos a que habían llegado con sus socios.
Por no hablar del eco que adquirieron las numerosas protestas promovidas por los radicales en la mayoría de los ayuntamientos, y que se saldaron con la detención de cinco personas en Sestao, Lekeitio y Zalla, con diversos episodios de tensión y acoso, y hasta con seguimientos a los nuevos corporativos.
La irrupción de ANV en el mapa institucional vasco y sus consecuencias sobre el resto de formaciones marcaron ayer una jornada de constitución de ayuntamientos en la que ha imperado, con contadas excepciones, el respeto a la lista más votada y el reparto mayoritario de alcaldías entre nacionalistas y socialistas.
En Vitoria, el PSE-EE desbancó en solitario al popular Alfonso Alonso -pese a que tenían idéntico número de escaños-, mientras en Bilbao los nacionalistas se sirvieron de su coalición con Ezker Batua para continuar gobernando con mayoría absoluta, y, en San Sebastián, el socialista Odón Elorza afrontaba su quinta legislatura consecutiva.
Ese compromiso de respeto a la lista más votada también se cumplió casi a rajatabla en Vizcaya, donde el PSE-EE renunció a recabar el apoyo del PP para arrebatar la Alcaldía al PNV en Getxo, y asegurarse así de que los nacionalistas no les complicaban la elección de sus alcaldes en Sestao y en el Valle de Trápaga, tradicionales enclaves socialistas.
Este pacto tuvo una excepción: Muskiz, donde los concejales socialistas se decantaron por apoyar a Eusko Alkartasuna, en detrimento del alcaldable más votado, el del PNV. El secretario general del PSE-EE en este territorio, José Antonio Pastor, anunció de inmediato la apertura de un expediente de expulsión para estos tres concejales.
En Alava, la constitución de los ayuntamientos no ofreció clave alguna para intentar adivinar las estrategias pactistas de los partidos en la Diputación Foral. El pacto de no agresión entre el PSE-EE y el PP se cumplió con el Ayuntamiento de Baños de Ebro como única salvedad. Los populares también perdieron uno de sus feudos en La Rioja alavesa, Labastida, gracias a la conjunción de PNV y EA, pero conservó el de Lanciego con el apoyo del PSE.
La jornada de ayer estuvo plagada de incidentes, aunque sin consecuencias graves. En Vizcaya cinco radicales fueron detenidos por la Ertzaintza en enfrentamientos registrados en Sestao, donde se practicaron tres arrestos frente al Ayuntamiento; en Lekeitio, y en Zalla, en este caso, en el interior del salón de plenos. En Guipúzcoa, los agentes tuvieron que intervenir en la constitución de varias corporaciones, como las de Andoain y Astigarraga, para desalojar a los seguidores de la izquierda radical.
La nota destacada de la jornada fue la no constitución del Ayuntamiento vizcaíno de Ondarroa, por incomparecencia de los nueve ediles del PNV, los dos de EA y el de EB. El martes se convocará un nuevo pleno y, si aun así no hayquórum, la Diputación designará una gestora. Tan sólo el edil del PP resistió la presión de la que la izquierda abertzale.
Algo similar ocurrió en Nabarniz, a donde tampoco acudieron los ediles nacionalistas, y en Zaldibia, donde las ausencias fueron de Aralar, formación que ha colaborado con ANV para respetar los escaños que «no le corresponden», según sus propias palabras.
Horas después, el PNV aseguró que «garantizará en las próximas fechas la constitución y la gobernabilidad de aquellos ayuntamientos en los que ha sido la lista más votada».
Por último, en Ibarra las medidas de seguridad hicieron que el pleno se trasladase a la Diputación de Guipúzcoa. En Lizartza y Elduain los consistorios no se pudieron constituir porque el PP sustituyó sus listas originales por otras con candidatos vascos, sin que dicho cambio haya sido recogido aún por el Boletín Oficial de Guipúzcoa; en esta última localidad no es factible ese relevo y podría tener que crearse una gestora. En Ordizia, una veintena de radicales llegó a acorralar a los nuevos concejales en un bar cercano al Ayuntamiento y les increparon hasta que la Ertzaintza los desalojó.