Caminaba el partido por el minuto 68 y el Bernabéu enmudecía. Ganaba el Mallorca con un gol de Varela y el Barcelona goleaba en Tarragona. Con 22 minutos por delante, hacían falta dos goles. Al menos. Y no llegaron dos. Llegaron tres, culminando la última de las remontadas que le otorgan al Real Madrid su trigésimo título de Liga. No cabía otro guión en el desenlace de uno de los campeonatos más igualados de los últimos años, con permiso de los desenlaces en Tenerife. Fueron golpes de raza, pocas cuestiones relacionadas con el fútbol o el talento, los que voltearon la situación establecida.
Porque el Madrid nunca hizo del destello cultura, y ayer tampoco fue una excepción. Es un viaje impulsado con los riñones, con el aliento fatigoso de los últimos minutos, el que ha conducido a una gloria inesperada hace escasamente tres meses. Pero con una plantilla bajo sospecha, un entrenador al que le llovió de todo y un presidente acosado a cada palabra, el Madrid levanta hoy los brazos por delante del Barcelona, que cumplió con una goleada (1-5) frente al Nàstic, y del Sevilla, derrotado por el Villarreal. / Págs. 2 a 15
|