¿Por qué razón, cuando en los nuevos análisis de los restos de los focos del 11-M apareció el dinitrotolueno (DNT), el director de la pericia, el policía Alfonso Vega, rompió en imprecaciones, mentando a la madre de su colega el comisario Sánchez Manzano y dando inequívocamente a entender que les había engañado? Sólo cabe una explicación: este veterano inspector de la Policía Científica fue consciente en ese momento de que, siendo tan nítida y reiterada la huella del DNT, era imposible que no hubiera sido también detectada el día de la masacre en el laboratorio de los Tedax, en el momento del lavado de los restos con acetona y agua. Y, claro, si Manzano y su colaboradora la química de nombre Marian hubieran revelado la presencia de DNT, la tesis de la Goma 2 ECO se habría desmoronado, a pesar del envío de la muestra patrón de esta dinamita al laboratorio de la Policía Científica.
Ésta es la principal conclusión que se deduce del visionado del vídeo grabado por orden judicial durante toda la pericia. No es de extrañar que la Fiscalía haya terminado pasando como sobre ascuas -«¡Qué más da lo que estallara!»- por el informe final de los explosivos, cuando al iniciar la vista oral la Goma 2 ECO constituía la columna vertebral de su acusación. Pero tan radical viraje no ha podido pasar desapercibido para el Tribunal, que tampoco podrá dejar de ponderar la elocuencia de esa grabación.
En el transcurso de las numerosas y minuciosas pruebas que constituyeron la nueva pericia -en realidad la única digna de tal nombre desde el inicio de la instrucción- el policía Alfonso Vega aparece como un profesional que trata de conciliar una lealtad sin fisuras hacia sus superiores y el poder político del que emanan las órdenes que recibe con su condición de científico. Y, claro, la sucesiva aparición de evidencias que ponen en rotundo conflicto ambos planos termina por desquiciarle. Por eso explota con un ramalazo de autoritarismo -«No puede ser nitroglicerina» porque «lo digo yo»- cuando aparece el segundo componente del Titadyn. Por eso va de ridículo en ridículo al tener que improvisar sucesivas teorías de la contaminación.
Pero su inequívoco ataque de ira contra Manzano indica perfectamente qué es lo que pudo pasar en el laboratorio de los Tedax la tarde del 11-M. Combinando investigación y análisis, Casimiro García-Abadillo aporta hoy un dato esencial que encaja con todo lo antedicho: la ayudante de Manzano llamó insistentemente a la Policía Científica durante aquellas horas para tratar de averiguar cuál había sido el resultado del análisis del resto de explosivo hallado en la Kangoo. ¿Trataba de hacer coincidir su propio informe con el de sus compañeros y decidió -de acuerdo con Manzano- ocultar el hallazgo de DNT y tal vez también el de nitroglicerina para que nada apartara la investigación de la prefabricada pista islamista? Queremos subrayar que eso nos parece altamente verosímil.
Pese a lo frustrante de que no se hayan conservado muestras suficientes como para llegar a conclusiones definitivas, los análisis de los explosivos continúan siendo el único eslabón real que permite albergar alguna esperanza de llegar a la verdad de lo ocurrido el 11-M. Sólo si el tribunal accede a las peticiones que ha recibido en este sentido y deduce testimonio contra el jefe de los Tedax y su colaboradora -motivos tiene para ello, pues incumplieron todos los protocolos y no dijeron la verdad durante la prueba testifical- será posible que la investigación siga adelante en sede judicial.
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