Mariano Rajoy ha pasado esta semana por el Foro de EL MUNDO y, como nuestros lectores podrán comprobar, el líder de la oposición se muestra muy seguro de sí mismo. Se puede afirmar sin lugar a dudas que Rajoy ha llegado al tramo final de la legislatura más fuerte que nunca debido sobre todo al espaldarazo de las municipales, primeras elecciones que gana el PP desde el año 2000. «Estoy convencido de que voy a ganar las generales y voy a formar Gobierno», asegura sin dudarlo. Incluso va más allá al advertir -contra casi todos los pronósticos- que aunque pierda las elecciones no se irá a su casa, aunque no contempla esa hipótesis. También este aviso tiene mucho que ver con la seguridad que tiene en su proyecto como líder del PP. Esta opinión viene a indicar que Rajoy cree que la peor de las hipótesis para él sería la derrota por una mínima diferencia de escaños con el PSOE. Si el margen es más estrecho que en las elecciones de 2004, la nueva legislatura sería tan inestable que quizá no durara cuatro años.
La afirmación más atrevida del presidente del PP tiene que ver, precisamente, con esa seguridad de que ganaría las elecciones si no fuera por un par de obstáculos que se lo impiden. Concretamente, Rajoy señala que su adversario «no es tanto el Partido Socialista como las televisiones» y augura que en los próximos meses «veremos el dóberman multiplicado por tres». No existen muchos precedentes de una acusación así. El único data de 1986, cuando Adolfo Suárez, entonces líder del CDS, acusó a la Banca de «ser la madrastra del cuento» por negarle créditos a su partido para la campaña.
Rajoy puede tener razón en que hay más medios dispuestos a apoyar al PSOE que al PP y también en que la autorización a Cuatro para emitir en abierto y la adjudicación de La Sexta a empresarios afines al Gobierno ha acentuado el desequilibrio. Pero no puede olvidar que ello es en parte producto de la errónea política de comunicación del Gobierno del PP y tiene que reconocer que la televisión pública es hoy menos sectaria de lo que lo fue en el pasado. No obstante, el líder popular ha tenido la suficiente valentía de abrir un debate que casi ningún político se atreve a plantear.
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