El juez ha tomado esta determinación ante lo que califica como una «patológica relación de convivencia».

El magistrado pretende evitar «males mayores», como por ejemplo que una de estas personas pueda acabar perdiendo la vida a manos de la otra, y también para evitar que el hijo de ella, de siete años, siga sufriendo el enfrentamiento entre su madre y su compañero sentimental. La Generalitat ya se ha hecho cargo provisionalmente del menor.

«La patológica relación de convivencia de la pareja, con reiteradas agresiones recíprocas, reencuentros reanudando la convivencia, nuevas agresiones de ambos, nuevas reconciliaciones y así sucesiva e ininterrumpidamente, hay que cortarla con el ingreso en prisión de ambos», señala el juez en el auto.

El hombre, Sergio M.B., de 29 años de edad y con dos hijos de una relación anterior, de los que no posee la custodia, conoció a Vanesa S.C., de 25 años y nacionalidad brasileña, hace un año en Lleida.

Los dos se fueron a vivir a Sant Joan de Vilatorrada (Barcelona) junto con el hijo de ella. Pero lo que al principio parecía una convivencia en armonía comenzó muy pronto a convertirse en una pesadilla. La primera denuncia tuvo lugar el 12 de abril de este año. La mujer lo acusó de malos tratos. La segunda se produjo el 26 de mayo. En esta ocasión, fue él quién la acusó de agredirle. Al día siguiente, ella volvía a denunciarlo por los mismos motivos.

Ante este panorama, el 28 de mayo el juez dictó una orden de alejamiento mutuo de 500 metros que, sin embargo, ninguno de los dos jóvenes respetó, ya que el 12 de junio volvieron a convivir.

La pareja continuó peleándose hasta que el 14 de junio los dos volvieron de nuevo a cruzarse denuncias por malos tratos. La gota que colmó el vaso llegó con una nueva denuncia, presentada el 25 de junio por parte de la mujer. En el escrito, ella aseguraba haber sido víctima de una agresión sexual -que no ha quedado probada- y haber estado retenida durante cuatro días en casa de su compañero. Por su parte, el hombre la acusó de haberle provocado un corte en un brazo con un cristal, una agresión que ella reconoció, pero que justificó diciendo que lo había hecho para poder huir de él después de estar encerrada en su casa.

Los dos afectados, que aportaron informes médicos de lesiones en sus respectivas declaraciones, también denunciaron haber recibido del otro amenazas de muerte.

Toda esta espiral de violencia llevó al juez a ordenar el pasado martes el ingreso en la cárcel de la pareja. En su auto, el magistrado justifica su decisión en la voluntad de evitar nuevos quebrantamientos de medidas cautelares, de impedir que el menor lo siga pasando mal con las continuas separaciones, encuentros y denuncias, y de proteger las vidas de los dos adultos, ya que la situación podría haber acabado en un final trágico.

La pareja puede recurrir la decisión, pero si no consigue una resolución favorable, permanecerá en prisión provisional hasta que se celebre el juicio.