Domingo, 1 de julio de 2007. Año: XVIII. Numero: 6405.
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El terrorismo es, en su naturaleza maligna, una guerra psicológica (Norm Coleman)
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LA SOMBRA DEL 7-J / Los dos ocupantes del vehículo, que se estrelló en llamas contra la terminal principal, fueron detenidos / Uno de los arrestados, en estado crítico / La policía relaciona el ataque con lo sucedido en Londres
Atentado suicida con un coche en llamas en el aeropuerto de Glasgow
La Policía detiene a sus dos ocupantes y arresta a otras dos personas relacionadas con el ataque y con los dos vehículos de Londres / Brown declara la alerta máxima
EDUARDO SUAREZ. Corresponsal

LONDRES.- La alerta terrorista de Londres se extendió ayer como una mancha de aceite por el Reino Unido después de que dos hombres estrellaran un jeep contra la terminal del aeropuerto de Glasgow. Sucedió poco después de las tres de la tarde. El coche estaba ya ardiendo cuando impactó contra el edificio. Luego, se produjo una explosión y los dos suicidas fueron reducidos por la Policía.

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Anoche, Scotland Yard arrestó en Cheshire a otras dos personas relacionadas con el ataque y con los coches bomba de Londres.

Según anunció en un comunicado la policía metropolitana de la capital británica, «anoche se arrestó a dos personas en relación con los incidentes de Londres y Escocia». Las detenciones fueron realizadas por la brigada Antiterrorista en el condado de Cheshire, en el norte de Inglaterra.

Por otra parte, uno de los dos detenidos por el atentado de Glasgow, ambos de origen asiático, permanece hospitalizado con graves quemaduras. Según algunas versiones, uno salió apresuradamente del coche tras el impacto e intentó coger algo del maletero. Al otro, envuelto en llamas, lo capturaron entre un testigo y un agente. Una persona que presenció los hechos declaró a The Times que se había rociado con una lata de gasolina y se había prendido fuego.

Mientras el conductor yacía malherido en el hospital, el otro terrorista era interrogado por la policía, que en un principio no quiso confirmar que el incidente tuviera relación con los coches bomba hallados el viernes en el corazón turístico de Londres. Ni siquiera que se tratara de un atentado terrorista, aunque a medida que iban pasando las horas cualquier otra hipótesis era inverosímil.

El primer ministro, Gordon Brown, estuvo informado en todo momento y a última hora de la tarde convocó la tercera reunión en sólo dos días del Cobra, el comité que se reúne en situaciones de crisis. Y al final de la noche un portavoz de la policía de Escocia, William Rae, confirmó que el atentado de Glasgow guardaba «un vínculo claro» con los coches hallados en Londres.

Rae reveló que se había encontrado un mecanismo sospechoso entre las manos de uno de los suicidas, que obligó a desalojar temporalmente el ala del hospital en la que se encontraba.

Prueba de la trascendencia de lo ocurrido es que ya por la noche el Gobierno subió la alerta a crítica, el máximo grado posible, sólo activado cuando se considera inminente un ataque terrorista. Desde que se abortó el complot contra Heathrow, en agosto del año pasado, la alerta permanecía en el grado previo: severo.

Gordon Brown, que nació precisamente en la ciudad de Glasgow, se ha visto sometido a un agitado inicio de mandato. Ayer por la mañana hizo una visita a la sede de Scotland Yard, pero no hizo declaraciones y en general ha adoptado un perfil bajo durante la vorágine. Sólo a última hora de la noche apareció ante la prensa para confirmar que el suceso de ayer había sido un atentado y para llamar a los ciudadanos a extremar «la vigilancia» y a «apoyar a la policía» -y ojo a esta referencia enigmática- en las «difíciles decisiones» que habrá que tomar en los próximos días.

El ex jefe de la policía metropolitana, John Stevens -que acaba de ser nombrado asesor personal del primer ministro-, avanzó ayer que el atentado de Glasgow es el prólogo de una oleada terrorista cuyas proporciones no se conocen. «El 7-J», afirmó, «fue lo suficientemente terrible, pero ahora Al Qaeda ha importado ahora a nuestras calles las tácticas de Bagdad y Bali y esto irá a peor».

Quien también salió a la palestra fue el primer ministro escocés, el nacionalista Alex Salmond, quien afirmó que su Gobierno estaba tratando lo ocurrido como «un incidente terrorista» y que había extremado la cautela en todos los frentes.

Aún noqueado por el hallazgo de los coches de Londres, no sólo Escocia sino el país entero se vio sometido ayer a una nueva psicosis colectiva. Se cancelaron todos los vuelos del aeropuerto de Glasgow, se cerró el acceso en coches particulares a los de Birmingham, Edimburgo, Newcastle y Liverpool y las autoridades recomendaron a quienes tuvieran que viajar que facturaran con varias horas de antelación. En Glasgow, cientos de personas permanecían a última hora atrapadas en los aviones, esperando a que la policía les permitiera desembarcar. Muchas más perdieron sus vuelos o sus enlaces y seguían a última hora sin saber cuándo se reanudaría el tráfico.

La ministra del Interior, Jacqui Smith, volvió a recalcar a los ciudadanos que permanecieran vigilantes ante cualquier pista no sólo en Londres sino en el resto del país. Ayer la presencia policial en el metro era inusitada y el sonido de las sirenas policiales mayor del habitual.

La capital británica es escenario estos días de un puñado de eventos multitudinarios que inevitablemente dispersan los esfuerzos de la policía y la hacen más vulnerable a cualquier amenaza. Ayer se celebró sin incidentes el Día del Orgullo Gay. El viernes, el día de Canadá, en Trafalgar Square. Hoy decenas de miles de personas se reunirán en Wembley en el concierto de homenaje a la Princesa Diana. Y el fin de semana que viene Londres se convertirá en una ciudad tomada por el Tour de Francia. En todos ellos la policía ha reforzado la vigilancia.

En cuanto al doble hallazgo del viernes, durante el día de ayer la policía se dedicó a visionar el metraje de cientos de cámaras de circuito cerrado que hay en la zona, en busca de los dos conductores de los coches bomba. Al parecer, ya se ha detectado una imagen de uno de ellos, pero su escasa calidad no permite aportar conclusiones definitivas sobre su identidad.

En cualquier caso, la cercanía de teatros, clubes nocturnos y pubs provistos de cámaras de seguridad hace casi imposible que no se haya detectado ninguna imagen mejor de los terroristas.

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