Domingo, 1 de julio de 2007. Año: XVIII. Numero: 6405.
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El terrorismo es, en su naturaleza maligna, una guerra psicológica (Norm Coleman)
 OPINION
Editorial
NORMALIZACION GAY Y DEMAGOGIA

La celebración ayer en Madrid de un multitudinario Europride 2007, el Día del Orgullo Gay europeo, escenifica en buena medida el grado de normalidad con que se vive en España el activismo homosexual y la reivindicación de la igualdad de derechos de gays, lesbianas, transexuales y bisexuales. En los últimos 20 años, la no discriminación por razones de preferencia u opción sexual ha pasado de ser un derecho recogido en la Constitución, pero con déficit reales de penetración social, a una realidad amparada por una de las legislaciones más completas y progresistas del mundo.

Las distintas leyes de uniones de personas del mismo sexo aprobadas desde 2000 en varias autonomías principiaron la regulación de las relaciones homosexuales que luego acometería el Gobierno con la polémica ley del matrimonio homosexual. Después llegó la ley de identidad de género, que permite a los transexuales el cambio de sexo y nombre en el Registro Civil y en el DNI sin necesidad de pasar por el quirófano. Y ahora algunas comunidades prevén que sus sistemas de Salud cubran gratuitamente esas operaciones. EL MUNDO ha sido muy crítico con el modo elegido por Zapatero para regular los derechos civiles de las parejas homosexuales. Países de incuestionable tradición democrática como Francia y Gran Bretaña decidieron regular la igualdad de derechos sin afectar a la institución del matrimonio. Estas fórmulas parecen más adecuadas y menos problemáticas para nuestro país, desde una posición de coherencia con la Constitución y con la técnica jurídica. Será el Tribunal Constitucional -muy probablemente favorable a la innovación-, y a su decisión nos atenemos, el que decida finalmente si se puede considerar un matrimonio a la unión legal de una pareja homosexual. Por lo que toca a la adopción, cabe anteponer cautelas y reservas, en la medida en que afecta directamente a terceras personas indefensas -los niños-, pero eso no significa oponerse de plano.

Es una lástima que en demasiadas ocasiones el avance en la consecución de derechos y libertades haya ido acompañado de innecesarias dosis de conflicto, frivolidad y demagogia. Es lamentable que sectores minoritarios y politizados del mundo homosexual utilicen la reivindicación de derechos, y expresiones lúdicas como la de ayer en Madrid, a modo de revancha y desquite contra quienes no piensan como ellos. Baste recordar iniciativas recientes y disparatadas como la del socialista Pedro Zerolo, quien ha pedido la ruptura de relaciones con la conservadora Polonia. Con distinto rasero valora, sin embargo, la represión institucionalizada de los homosexuales en Cuba o en los países islámicos.

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