Fueron así los partidarios de otras formaciones quienes decantaron la balanza al respaldar al líder del PSOE con una diferencia sobre su rival de 18 puntos. La conclusión que cabe extraer es que Zapatero ganó, pero que Rajoy convenció más a su parroquia y, por lo tanto, apuntaló más el voto. Hay otras preguntas en la encuesta que lo corroboran. Mientras que para el 42% de los simpatizantes socialistas Zapatero ha mejorado como líder después del debate, el 48,6% de los populares lo creen de Rajoy. Y mientras que el 19,5% de los votantes del PSOE admite que el presidente fue «más demagogo», sólo el 12% de quienes se declaran afines al PP, lo predicaron del líder de la oposición.

Es llamativo el respaldo que recibe Zapatero de las mujeres. Obtiene dos puntos más de apoyo de la población femenina que de la masculina. Todo lo contrario que Rajoy: el 35,8% de los varones le dieron ganador por sólo el 26,9% de las mujeres.

El tono duro de Rajoy -sin duda premeditado para hacer piña entre sus filas en el arranque de la precampaña-, le llevó a desperdiciar la oportunidad de convencer a otros. Ése fue su principal error y lo que le hizo perder. Podría haber sido igual de contundente empleando el bisturí en lugar del martillo neumático, siendo más didáctico y menos agresivo. Al llevar el enfrentamiento al cuerpo a cuerpo dio pie a que el debate se convirtiera en un diálogo de sordos. Hizo que la contienda pareciera algo personal -y por lo tanto subjetiva- cuando hay datos concretos para denunciar la actuación del Gobierno, especialmente en materia antiterrorista, donde más incidió.

Su insistencia del martes en que el Gobierno entregue las actas de sus reuniones con ETA, la concretó ayer como iniciativa parlamentaria. El PP también exigió que se anule el acuerdo del Congreso de mayo de 2005 que autoriza el diálogo con ETA y que se eviten acuerdos en Navarra que cuestionen su personalidad diferenciada. Su primera propuesta es dudosa. Las actas las tiene el Centro Henry Dunant, pero además, es tanto como pedirle al Gobierno que demuestre su inocencia, invirtiendo la carga de la prueba. Las otras dos peticiones tienen todo su sentido. El atentado de Barajas demostró que la resolución del Parlamento para dialogar con ETA fue un error, y hoy no puede dejársele ninguna puerta abierta. En cuanto a Navarra, el pacto cantado del PSOE con Na Bai abre una gran incertidumbre sobre la euskaldunización de esta comunidad. Otro paso más de Zapatero en el sentido equivocado, que aumenta el riesgo de que los votantes socialistas no se movilicen en las elecciones, hartos de su política antiterrorista, pero también de su política territorial.