Entre los primeros, la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega; los ministros Miguel Angel Moratinos y Elena Salgado; el director del Gabinete del presidente del Gobierno, José Enrique Serrano, y los secretarios de Estado Leire Pajín y Fernando Moraleda.

Entre los segundos, el director de la Real Academia, Víctor García de la Concha; la directora de la Residencia de Estudiantes, Alicia Gómez Navarro; los presidentes de la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, José García-Velasco, y del Círculo de Bellas Artes (entidad que dirigió Molina antes de llegar al Cervantes) Juan Miguel Hernández León; el director general del Libro, Rogelio Blanco, la directora del Museo Reina Sofía, Ana Martínez Aguilar, y un buen número de editores. Molina, tras afirmar el honor que le supone «estar en este Gobierno socialista», tuvo un recuerdo para su familia, «republicana de varias generaciones», y mencionó a su abuelo y a su padre: «Allí donde estén pensarán que he cumplido con lo que ellos pensaron, no sólo por mí, sino por los ideales que hoy aquí yo tengo. Muchas de las cosas que he hecho en mi vida las he hecho por ellos, para que no vieran que su tiempo, que los había marginado y arrinconado, era baldío», indicó.

Elogió a su predecesora por «haberse vuelto a inventar un ministerio que durante ocho años no existió y fue sólo Secretaría de Estado».«No voy a hacer otra cosa», dijo, «que lo que he hecho hasta ahora en los sitios por los que he pasado: escuchar a todos, mantener las puertas abiertas y compartir los deseos y las inquietudes de los demás».

El ministro se refirió a la potencia de la lengua española (aunque recordó también la existencia de otras lenguas peninsulares), hablada por 500 millones de personas en el planeta.

Antes, Calvo, en una intervención que ella calificó de breve, mostró su agradecimiento para quien la nombró ministra hace más de tres años y para quienes la han acompañado en este periodo interrupto. «No hay palabras para agradecer lo que esto representa en mi vida», dijo.

Aprovechó para recordar las cuatro leyes elaboradas en estos años, así como otros logros: el plan para combatir la piratería, la devolución a Cataluña de los papeles de Salamanca, la culminación de la ampliación del Prado, el convenio con la Iglesia para la protección de las catedrales... Definió las políticas culturales como el «dificilísimo equilibrio» entre labor de los creadores y productores de la cultura, por un lado, y los ciudadanos por otro.