Cuando han venido los últimos cabestros, el toro no les ha hecho caso y no lo han podido recoger, con lo que el animal ha continuado suelto desde la bajada de la Estafeta. Al final, los mozos, tirando a punta de periódico, hemos podido introducirlo en la plaza». El experimentado corredor navarro Josetxo Espada, considerado uno de los divinos por llevar dos décadas corriendo el encierro, explicaba ayer desde el patio de caballos la dramática situación desatada momentos antes por Universal, res de Marqués de Domecq que, en sólo seis minutos, tiñó de sangre las calles del Casco Antiguo pamplonés.
Este morlaco provocó que el sexto encierro de San Fermín arrojase unas cifras escalofriantes y, con siete heridos por asta y un total de trece personas trasladadas al hospital, se cuele en la historia como el más peligroso del año, algo que también logró la ganadería jerezana en 2006.
Los relojes de los espectadores marcaban las 08.03 horas y no había aún ni rastro del sexto astado. Tras una espera angustiosa de dos minutos, el nerviosismo cundió entre el público. Fue entonces cuando llegaron las primeras noticias: Universal se había separado de sus hermanos en la calle de Mercaderes y desde ese punto había ido sembrando el terror, clavando sus cuernos en cada tramo del recorrido.
No obstante, el drama había comenzado antes, en la plaza del Ayuntamiento, cuando la bestia protagonista se lanzó directamente contra la parte derecha del vallado para, acto seguido, arremeter contra los mozos que contemplaban el paso de la manada, en la margen izquierda de la calle. Al menos cuatro jóvenes sufrieron la embestida del toro, que enfiló hacia arriba, dejando en ese tramo dos corneados, uno de ellos, vecino de Pamplona, con una herida en la cara posterior del tórax de pronóstico muy grave. El otro corneado, natural de Polonia, sufrió una herida grave en la región perineal.
Ya en Mercaderes, la bestia azabache provocó un traumatismo craneoencefálico a un joven alemán, que fue hospitalizado con pronóstico también muy grave. Después, ocurrió lo peor. Justo concluida la curva de entrada a la Estafeta, el más peligroso de los Domecq sacó a un hombre mexicano de 23 años del portal donde se encontraba y lo zarandeó por los aires, cogido por el abdomen, antes de tirarlo al suelo, donde también le hirió de gravedad en el muslo izquierdo. A ritmo pausado, el morlaco alcanzó el final de la vía, dejando otro herido por asta, y llegó al tramo de Telefónica, antesala del callejón, donde igualmente causó cornadas a dos personas, un estadounidense y un noruego, ambos de gravedad.
En ese punto del recorrido volvió a las andadas y lanzó sus cuernos contra los mozos apostados sólo en el lado derecho de la valla, algo muy «típico» de los Domecq, según relató después a EL MUNDO Juan Pablo Sacristán Allende, otro experto corredor y residente en Francia. Finalmente, la res accedió a la plaza, no sin antes darse la vuelta generando segundos de gran tensión.
Cuando fue encerrado en los chiqueros y sonó el cohete, algunos divinos, como el vasco Julen Madina, comentaron con el rostro perlado de sudor sus hazañas con el astado a las puertas del coso. «Yo corría con el primer toro pero, cuando he visto que algo estaba pasando, he salido a ver qué era. Me he encontrado con el sexto astado y le he estado tirando del rabo para ver si levantaba la cara. Al final, entre la labor de todo el mundo, se ha conseguido introducirlo en la plaza», relataba.
La alcaldesa de Pamplona, Yolanda Barcina, deseó que todos los heridos «se recuperen pronto» y afirmó que el encierro de ayer fue «uno de los más peligrosos que hemos podido vivir en Pamplona». A última hora de la tarde, todos los hospitalizados, dos de ellos en estado muy grave, evolucionaban favorablemente.
Por otro lado, la Policía Municipal de Pamplona multó a un corredor madrileño con 150 euros, que en la carrera del martes sacó a su hijo para correr juntos en la cuesta de Santo Domingo ante los mansos de cola.
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