Esta arremetida es una continuación de la misma política que ya se aplicó en abril con el resultado de 150.000 mujeres apercibidas y medio millar de detenciones. Pese a dicha operación, la presencia de iraníes que siguen haciendo malabarismos estéticos con la posición del velo, su color o que recurren al maquillaje más explícito para contrarrestar la normativa vigente sigue siendo una tónica dominante en Teherán.«Hemos constatado que hay jóvenes que portan vestimentas realmente inapropiadas y hemos descubierto que hay algunas tiendas que venden esas ropas. Hemos cerrado esos comercios y hemos presentado a sus propietarios ante la Justicia», añadió Radan, que prometió nuevas acciones contra los establecimientos que sigan ofreciendo hábitos «indecorosos».

Siguiendo la dinámica de los uniformados, el jefe de la policía explicó que primero se «avisaría» a los que «violen el código de vestimenta y si siguen ignorándolo se les enviará al tribunal».

Las cruzadas por el decoro constituyen un evento repetido en el devenir de la República Islámica de Irán, aunque nunca habían alcanzado tal magnitud.

Para los conocedores de la Historia local también representan un guiño sarcástico por cuanto recuerdan que entre enero de 1936 y 1941 el shah, el dictador que impuso la dinastía Pahlevi, lanzó a sus agentes a las calles para obligar por la fuerza a las mujeres locales a desprenderse del chador (la túnica negra que portan muchas mujeres iraníes) y utilizar prendas occidentales, llegando incluso a rasgarles el velo. Esta medida reportó un gran descrédito popular al autócrata. El actual aviso de Radan, jefe de la policía de Teherán, incide en las acciones del régimen iraní contra opositores y estratos sociales que podría creer desafectos.

Las acciones ejemplarizantes se están multiplicando y ayer otro diario informaba sobre la ejecución pública de una mujer a la que se había condenado por el asesinato de su marido en colaboración con dos compinches. Tehran-e Emrouz dijo que los tres fueron colgados el sábado frente a 5.000 personas.

Aunque los ajusticiamientos públicos no son una rareza en Irán, sí lo es que el reo sea una mujer. El matutino publicó una foto de la fallecida, que llevaba un chador negro que le cubría de pies a cabeza, colgando de una grúa.

El acoso de las autoridades a la disidencia interna fue denunciado el sábado por el Centro de Defensores de los Derechos Humanos (CDDH), la organización que lidera la Premio Nobel Shirin Ebadi, que describió en un informe una acción sistemática que abarca a estudiantes, profesores, sindicalistas, activistas femenistas y periodistas..

Derechos violados.«Desafortunadamente, deberíamos decir que las violaciones de los derechos humanos en Irán no están restringidas a la [esfera] política, sino que alcanzan otros aspectos de la vida», señalaba el dossier.

Precisamente, el CDDH cifró en 288 el número de mujeres y hombres que fueron detenidos durante la ofensiva moralizadora de abril.

Al mismo tiempo, el CDDH alertó sobre los casos crecientes de delitos contra las féminas y dijo que sólo en los últimos seis meses había contabilizado 500 violaciones.

Los analistas occidentales vinculan la reacción de las autoridades contra los opositores a la creciente presión que ejerce Estados Unidos contra Teherán, pero también a la precaria situación económica a la que se enfrenta el presidente Mahmud Ahmadineyad, que prometió a las clases más populares un beneficio directo de la bonanza petrolera.

Sin embargo, durante su mandato, ha crecido el desempleo, la inflación y ahora son comunes las colas de coches en las gasolineras tras la implantación de un programa de restricciones al consumo.

De hecho, en un intento por contrarrestar las críticas que recibió de 57 economistas, el mandatario se entrevistó el jueves con éstos. Ello no impidió que los expertos acusaran al dirigente de mantener una política financiera «sin base científica ni atención a las directivas legales», mientras le recriminaban su populismo inflacionista.