Jueves, 19 de julio de 2007. Año: XVIII. Numero: 6423.
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SINIESTRO EN SAO PAULO / El aparato fuera de control chocó contra un edificio y explotó en un depósito de combustible / La pista no estaba preparada para la lluvia / Las autoridades recuperaron anoche 174 cadáveres totalmente carbonizados
La pista de Sao Paulo fue reinaugurada sin estar aún acondicionada para la lluvia
El presidente Lula abre una investigación sobre la tragedia, que ha causado más de 200 muertos
RAMY WURGAFT. Corresponsal en Latinoamérica

Los integrantes de un elenco de samba ensayaban en un local, cuando sintieron una fuerte sacudida. «Creímos que el edificio se nos caía encima. Entonces presenciamos el hongo de fuego. Olía a gasolina y el aire tenía una consistencia licuosa», dijo uno de los artistas. Poco más tarde, los habitantes de Sao Paulo verían en la televisión las imágenes de la peor catástrofe aérea que haya sufrido Brasil y una de las mayores en la Historia de Sudamérica.

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Un avión de la compañía brasileña TAM, con 186 personas a bordo, se había estrellado contra un depósito de combustible y una estación de servicio de la misma empresa, a un costado del aeropuerto de Congonhas. A las 23.00 horas del martes, unas cuatro horas después de que se produjera el siniestro, el jefe de la Autoridad de Aviación de Brasil (AAB), Fulvio Costa, telefoneó al presidente de Brasil, Lula da Silva, para comunicarle que, a su juicio, «era altamente improbable que se encontraran supervivientes».

En la madrugada de ayer en España, las autoridades informaron de que un total de 174 cadáveres, completamente carbonizados, habían sido rescatados de entre los restos del avión. A esa hora, sólo nueve de ellos habían sido identificados con certeza, informa Efe.

El jefe de bomberos de la ciudad, Manuel Antonio da Silva Araújo, transmitió a Lula el mismo diagnóstico: «El fuselaje se fundió [por las llamas] y nadie puede haber escapado con vida».

A las personas que viajaban en el avión había que sumar otras 20 que se hallaban en las instalaciones de TAM cuando ocurrió el accidente: con lo cual, las víctimas mortales serían más de 200.

En base a los escalofriantes datos que llegaban a su oficina, Lula decretó un duelo nacional de tres días. En su comunicado, el presidente dio garantías a los brasileños «de que se realizarán todas las investigaciones pertinentes a fin de esclarecer las causas de esta terrible tragedia». El jefe del Estado suspendió las actividades que tenía previstas y convocó una reunión de emergencia con el ministro de Defensa, Waldir Pires, y con la titular de Turismo, Marta Suplicy.

El Airbus 320 había despegado a las 17.16 horas de Porto Alegre, en condiciones climáticas favorables y al cabo de una hora y 10 minutos comenzó las maniobras de aproximación a Congonhas bajo una suave llovizna. Uno de los técnicos que se encontraban en la torre de control declaró desde el anonimato que la tripulación del Airbus fue advertida de que la pista «estaba mojada y escurridiza». El mismo controlador asegura haber escuchado a uno de los tripulantes gritar: «¡Vira, vira!». Aún no se ha determinado si los pilotos intentaron despegar nuevamente, al ver que se les acababa la pista. El caso es que el avión torció a la derecha, cruzó la avenida de Washington Luis, una de las más transitadas de la ciudad, donde embistió a un automóvil, para dar de lleno con el edificio de cuatro plantas de TAM y luego con el depósito de la petrolera Shell.

La bola de fuego iluminó los edificios -Congonhas se ubica dentro de Sao Paulo- y provocó una onda expansiva que astilló los vidrios de las ventanas en un perímetro de 400 metros. Los 70 coches de bomberos que acudieron al sitio de la catástrofe tardaron 18 horas en apagar el incendio, mientras los equipos médicos observaban con impotencia el dantesco escenario de donde sólo lograron rescatar con vida a cinco personas.

Las primeras investigaciones revelan que la pista había sido asfaltada cinco días atrás, a raíz de las quejas de los pilotos acerca de unos baches en el último tramo. Expertos en seguridad aeronáutica afirmaron que la pista, que había pasado también por una reciente reforma por problemas de drenaje, y que no era aún totalmente segura en días de lluvia. De hecho, la reapertura se realizó sin que se hubiera completado un trabajo para dar más adherencia a los neumáticos en los aterrizajes, según reconoció la empresa estatal Infraero, que opera en los aeropuertos del país.

APOYO#Un aeródromo enclavado en la ciudadEnclavado en la parte sur de la metrópoli, Congonhas es el aeropuerto con mayor tráfico de Brasil, con 48 aterrizajes y despegues por hora, así como 51.000 pasajeros embarcando o desembarcando cada día.

Los pasajeros que llegan por primera vez se sobresaltan, pues parece que las alas del avión rozan los edificios. Posiblemente, esa fue la última impresión que se llevaron los viajeros del fatídico vuelo 3054 de TAM.No es la primera vez que Congonhas es escenario de un desastre de grandes proporciones. En 1996, un Fokker 100 se precipitó en un barrio detrás del aeropuerto, segundos después del despegue.

Una década después, el choque de un Boeing 737 con un pequeño Legacy 600, sobre la selva del Matto Grosso, en septiembre de 2006, se saldó con la muerte de 148 pasajeros y seis tripulantes. Ésta había sido la peor tragedia aérea que padeciera Brasil, hasta la tarde del martes.«Aún es temprano para determinar si el accidente se debe al mal estado de la pista o si también hubo un error humano», dijo Fulvio Costa, jefe de la Autoridad de Aviación de Brasil. El ministro de Comunicación, Celso Perioli, se inclinaba por la segunda hipótesis: «En el curso de la jornada, hubo 20 aterrizajes sin que se registraran anomalías. Al parecer, el comandante calculó mal las distancias».

Casi todos los vuelos fueron cancelados y las únicas personas que circulaban por el vestíbulo eran los parientes de las presuntas víctimas, que reclamaban a gritos que se les informara sobre la suerte de los suyos. Una 'caja negra' fue hallada entre cuerpos carbonizados.

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