La experiencia de estos últimos años demuestra que es necesario reformar las leyes electorales para impedir que las minorías nacionalistas condicionen al Gobierno de España y los intereses del ladrillo pongan y quiten alcaldes o presidentes autonómicos con pocos votos. Seguramente esta reflexión fue la que llevó ayer a Mariano Rajoy a formular una propuesta para reformar la Ley Electoral que desató la polémica. Como gran titular, el presidente del PP aseguró que la ley debe reformarse para que el partido que tenga menos del 30% de los votos «en ningún caso pueda formar gobierno». Rajoy añadió que hay otras fórmulas posibles, como establecer una segunda vuelta o que gobierne automáticamente el partido que logre más del 40% de los votos.
Lo primero que cabe decir es que para llevar a cabo la reforma en los términos que propone Rajoy sería necesario cambiar la Constitución. Consideramos legítimo pedir una reforma constitucional, pero para mejorar el sistema. De hecho, en sus 100 Propuestas para la regeneración democrática, este periódico ha defendido que los sistemas británico -de representación uninominal-, francés -a doble vuelta- y sobre todo el alemán -proporcional con una lista única de ámbito nacional que reforzaría a los grandes partidos- serían mejores que el nuestro.
Por tanto, lo primero que debería dejar claro el PP es si estas reformas se plantean para las elecciones municipales y autonómicas o también para las generales. En los dos últimos casos, la reforma no tendría cabida en la actual Constitución, que en su artículo 68 dice que la elección del Congreso atenderá a «criterios de representación proporcional». Por el contexto, se deduce que las palabras de Rajoy se referían a los comicios locales y autonómicos, puesto que se refiró a Baleares, donde se han unido seis partidos para gobernar frente a quien logró el 47% de los votos. También en el caso de las autonómicas sería necesario cambiar la Constitución, que en el artículo 152 establece la elección proporcional.
Otra cosa son las locales, donde sí se podría cambiar la ley sin reformar la Constitución para evitar que los partidos pequeños condicionen el gobierno. La finalidad que se persigue -corregir el sistema proporcional- se puede alcanzar a través de una segunda vuelta, a la que también se refirió ayer Rajoy, y que nos parece una idea acertada. De hecho, hace algunos años, PSOE y PP -sin cuyo consenso no puede haber reforma de la Ley Electoral- debatieron sobre la segunda vuelta y la elección directa de los alcaldes.
Un programa de reformas para la regeneración democrática sería un gran atractivo del PP en las elecciones del próximo año. Sin embargo, dada la complejidad y la trascendencia del asunto, no es lo más indicado que Rajoy anuncie estas iniciativas en una entrevista radiofónica. El líder del PP ha encargado un estudio sobre el tema a un grupo de expertos. Hasta que no haya conclusiones serias, Rajoy no debería improvisar.
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