Domingo, 22 de julio de 2007.
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Año: XVIII. Numero: 6426. Precio: 1,20 euros
 ESPAÑA
Un 47% de navarros quiere que se forme Gobierno y un 40% nuevas elecciones
Un 45% prefiere que gobierne UPN -en solitario o con el PSN-, frente a un 33% que desea el acuerdo PSN-Nafarroa Bai Si se repitieran los comicios, UPN y NaBai subirían más de tres puntos, a costa de CDN y PSN Uxue Barkos y Yolanda Barcina lideran el ranking de valoración y Puras lo cierra
VICTORIA PREGO

MADRID.- La incertidumbre sobre los posibles resultados electorales en Navarra en caso de repetición de las elecciones parece haber multiplicado el número de ciudadanos conservadores que prefieren manejarse más con lo malo conocido que con lo bueno por conocer. Por eso hay una mayoría de navarros -tampoco aplastante, pero sí un considerable 47,4% según los resultados de un sondeo de Sigma Dos para EL MUNDO- que se inclinan por que las cosas se arreglen barajando las cartas ya repartidas en las elecciones de mayo antes que acudir por segunda vez a las urnas. Pero esa resistencia a unos nuevos comicios tiene enfrente a una importante proporción de votantes que, en un 39,6% en el cómputo general, sí quieren ir a votar de nuevo. Evidentemente, este casi 40% de animosos corresponde a quienes piensan que una nueva oportunidad electoral puede beneficiar al partido al que votaron. Ese estado de ánimo o ese cálculo de futuro se aprecia con mayores matices si nos fijamos en cómo se reparten los porcentajes entre unos y otros en relación con sus simpatías políticas. Y lo que se ve es que los votantes del Partido Socialista y los de Nafarroa Bai son más renuentes a repetir las elecciones de lo que lo son los votantes de UPN. El 56,2% de los seguidores del PSN dicen que de nuevos comicios, nada, frente a un 34,8% de quienes, en su misma onda ideológica, estarían dispuestos a intentar de nuevo una victoria electoral o, al menos, una mejora de los resultados del partido al que votaron. Por lo que se refiere al votante nacionalista de NaBai, se mueve más o menos en los mismos parámetros: el 56% dice que no a una repetición de elecciones, frente al 35,6% que no rechazan esa posibilidad.¿Qué le sucede al votante de UPN, el partido que ganó las elecciones de largo pero no pudo alcanzar el poder? Que son muchos más quienes quieren intentarlo de nuevo. La proporción de votantes de UPN que desean una nueva oportunidad (44,3%) son muchos más, en torno a 10 puntos más, que los seguidores de PSN y NaBai, seguramente porque están seguros de que su partido podría mejorar sus actuales posiciones. Por el contrario, los que, dentro de ese mismo espacio ideológico rechazan la idea de acudir a las urnas otra vez es 10 puntos inferior (46,1%) al porcentaje de los seguidores de las otras dos opciones políticas. Es evidente que a los de UPN no les parece tan mal acudir de nuevo a las urnas como les parece a socialistas y nacionalistas. La distribución de opiniones por razón de género y edades arroja en este aspecto, resultados parecidos: hay una mayoría no aplastante que se inclina por que las cosas del gobierno de Navarra se decidan contando con lo que hay, frente a un porcentaje no pequeño que opta por agotar la negociación respetando la actual distribución de fuerzas.

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Podemos contrastar ahora, siempre según el sondeo elaborado por Sigma Dos, quién tiene más razón a la hora de calcular los supuestos beneficios o perjuicios que comportaría para el partido al que apoyó una nueva convocatoria a elecciones.

La proyección de intención de voto expresada para el caso hipotético de nuevos comicios arroja un resultado bastante claro: UPN mejoraría posiciones en votos y en escaños, lo mismo que le ocurriría a NaBai. Todo ello se produciría a costa de un Partido Socialista que pagaría a medias con el CDN de Juan Cruz Alli los platos rotos por el estropicio. En concreto, Unión del Pueblo Navarro subiría 3,3 puntos en porcentaje de apoyo y obtendría dos o tres escaños más hasta situarse en 24 o 25 diputados. La coalición nacionalista incrementaría sus apoyos en 3,2 puntos y contaría con uno o dos escaños más de los que tiene ahora, es decir, obtendría 13 o 14 escaños. El PSN perdería tres puntos en votos y dos escaños y se quedaría en 10 y el CDN sería literalmente barrido del paisaje parlamentario porque perdería los dos escaños que consiguió juntar en las elecciones de mayo, en las que obtuvo el 4,4% de los votos. Por lo que se refiere a IU, se mantendría exactamente igual que está ahora: con el 4,4% de votos y dos escaños.

Todo lo cual significa que el partido de Miguel Sanz volvería a estar de nuevo bailando en el filo de un sable a la hora de gobernar porque podría conseguir la mayoría absoluta por un puñado de votos, o volverla a perder por segunda vez y quedarse de nuevo en la oposición habiendo ganado de nuevo las elecciones.

De modo que tienen razón los votantes del partido del señor Sanz no teniendo tanto miedo como los socialistas a encarar otra vez unos comicios; tienen razón los socialistas en no querer pasar por ese trance de ninguna de las maneras, y no tienen razón los nacionalistas no atreviéndose a enfrentarse de nuevo con las urnas porque las perspectivas para ellos no son nada malas, sino todo lo contrario. Claro que no es lo mismo estar tocando ya el poder con la punta de los dedos, como ha estado NaBai en estas últimas semanas hasta que se rompieron las negociaciones, que empezar otra vez a jugar a la ruleta, a ver si hay suerte y vuelve a ser posible conformar una mayoría para poder gobernar.

Pero dentro de lo que hay, es decir, dentro de las posibilidades que ofrece a día de hoy el actual reparto de escaños, existe una clara mayoría que prefiere que gobierne UPN, sea en coalición con el Partido Socialista o sea directamente en solitario y en minoría, con todos los riesgos de estabilidad que ello supone. Ese porcentaje suma el 45,2% en el cómputo general (el 29,6% que vota por la fórmula UPN-PSN y el 15,6% que opta por UPN nada más), pero en la distribución de estas opiniones por recuerdo de voto las diferencias son abismales entre unos y otros.

De entrada, los votantes socialistas son partidarios de una de esas dos fórmulas -UPN sola o UPN con el PSN- en proporción superior (44,7%) a la de quienes, habiendo votado la lista de Fernando Puras apuestan decididamente (42,6%) por rescatar del fracaso el acuerdo de gobierno con Nafarroa Bai. Y eso que los medios de comunicación vienen recogiendo en los últimos días la frustración profunda de muchos militantes que han visto esfumarse su sueño de acceder al poder después de demasiados años en la oposición y esfumarse también su esperanza de desquitarse de las ofensas recibidas desde las filas de Miguel Sanz, un partido que ha venido denunciado al PSN como el Judas Iscariote de Navarra, dispuesto a vender la comunidad foral al País Vasco a cambio de que los terroristas de ETA no siguieran matando. Eso no lo perdonan los socialistas navarros y por eso no soportan la idea de pactar con Sanz. Pero una cosa es la militancia y otra la votancia que es algo más laxa en su memorial de agravios y mucho más práctica a la hora de hacer cálculos políticos.

Ni qué decir tiene que los seguidores de Miguel Sanz no piensan más que en la posibilidad de que gobiernen los suyos, de modo que suman el 90,4%, es decir, rigurosa unanimidad, los que consideran que únicamente el partido al que votaron y que le sacó casi 20 puntos de ventaja a los socialistas debe gobernar. Solo o acompañado de el PSN, pero mandando siempre.

Una posición casi idéntica en porcentaje, pero de sentido estrictamente opuesto, es la que expresan los votantes nacionalistas. Aquí también hay unanimidad, incluso superior a la expresada por los seguidores del partido regionalista navarro: el 93,8% opina que lo que hay que hacer es rescatar la coalición non nata entre los de Zabaleta y los de Puras. Cómo será la cosa, que el porcentaje de ciudadanos situados en este segmento ideológico que aceptaría la posibilidad de un gobierno de UPN coaligado con el PSN es cero. Cero sin paliativos. Tiene su explicación el tal cero: la hipótesis de un pacto UPN-PSN arrancaría de cuajo para los próximos cuatro años cualquier esperanza de la coalición de arrimarse al poder. Otra cosa sería un gobierno de Sanz en minoría. En ese caso la puerta de la moción de censura permanecería entornada durante toda la legislatura, y eso ya dibujaría un panorama ligeramente más esperanzador para NaBai porque nunca se sabe en qué momento sería conveniente y/o recomendable descabalgar del poder a los regionalistas. Pero a ninguno de los votantes de la coalición nacionalista se le escapa que si Sanz, o quien le sustituya al frente del partido, llegara a compartir el gobierno con Puras, la legislatura se desarrollaría con estabilidad y sin riesgos. Esa es la peor opción para quienes respaldan a Zabaleta. Eso explica lo del cero.

Luego viene la consideración, tan importante ahora que se venera la virtud de la independencia expresada en todas sus infinitas variantes políticas, de si las decisiones que adoptan los partidos en sus respectivas comunidades las toman por su cuenta o sometiéndose a lo que diga «Madrid». Madrid entendido como centro de toda imposición, de todo cercenamiento de la autonomía, de todo desdén de las necesidades e intereses de «los de aquí». Y, por supuesto, los adversarios aseguran de manera abrumadoramente mayoritaria que el partido tal ha sido condicionado entre Mucho y Bastante por «Madrid», mientras que el aludido, que no se atreve a desafiar del todo a la lógica, se defiende reconociendo que ha sido influido entre Bastante y Poco o entre Bastante y Mucho por la dirección nacional de sus respectivas formaciones. Todo esto entendido como algo entre peyorativo y un poco vergonzante, no como el resultado de un ejercicio de responsabilidad política deseable y racional.

En definitiva, que casi todos creen que es mejor seguir intentando un acuerdo con los escaños que las urnas han repartido ya, antes que echarse otra vez a la aventura de repetir las elecciones. Pero que a unos se les ve más valientes que a otros a la hora de considerar esa posibilidad. Y que todos tratan de que no se note demasiado que hacen caso de lo que dicen sus jefes en «Madrid»..

APOYO#Las mujeres al poderSon las más valoradas en el cómputo general, pero también lo son en el seno de sus propios partidos y hasta en los aproximados. La alcaldesa de Pamplona Yolanda Barcina, de UPN, y la diputada de Nafarroa Bai en el Congreso, Uxúe Barkos reciben la más alta consideración por parte de los ciudadanos. Tanto, que las dos están por encima de los líderes de sus respectivas formaciones. Y eso que los votantes de UPN puntúan con un notable muy alto, 7,42, a Miguel Sanz, pero todavía mejor les parece Yolanda Barcina, que recibe la puntuación más alta de todos los políticos navarros, cuya valoración ha medido el sondeo de Sigma Dos para EL MUNDO. Algo parecido sucede con los seguidores de la coalición nacionalista Nafarroa Bai: Uxue Barkos es valorada por los votantes con un espectacular 7,35, por encima de la ya muy alta consideración que a los seguidores de esta coalición les merece su líder, Patxi Zabaleta, que se alza con un 6,6. Incluso los simpatizantes socialistas le ponen una nota alta a la diputada navarra por Madrid, un 5,37 que contrasta dramáticamente con la valoración que a esos mismos electores les merece la figura del líder del partido, Fernando Puras, a quien sus propios seguidores someten a la humillación de dejarle por detrás de Barkos en las notas repartidas: un 5,34 que, añadido al triste 2,73 que los dolidos votantes de NaBai adjudican al líder del PSN y al 3,61 que le ponen los seguidores de UPN, llevan a Puras a ocupar la última posición en el cómputo general. Y ellas por delante, siempre por delante. No éste es el primer caso que se da en la política española, ya se dan otros a nivel nacional. Es un aviso.

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