Su gesto entonces se torció y anunció desafiante que «se va a aplicar lo aprobado en el Parlamento». «Ninguna fe puede imponerse a las leyes en un sistema democrático», añadió el presidente del Gobierno. Zapatero defendió de forma entusiasta los valores que representa esta asignatura que pretende, «ante todo, formar buenos ciudadanos». Para el presidente del Gobierno resulta incomprensible que Educación para la Ciudadanía sea puesta en cuestión y aseguró que el rechazo a esta disciplina demuestra «hasta qué punto se puede intentar hacer demagogia y no entender cuál es el auténtico patriotismo».

A su juicio, «la mejor manera de hacer ciudadanos españoles es respetar y apreciar la Constitución». Precisamente, añadió, «lo que trata de conseguir Educación para la Ciudadanía».

Ante un auditorio entregado, Zapatero insistió en que ninguna fe puede tratar de imponerse. «Somos generosos y sensibles con todas las confesiones religiosas, en un sistema democrático caben todas las opciones y creencias, pero somos claros en nuestros principios. Éste es un Estado aconfesional y una sociedad laica», añadió Zapatero, al tiempo que pidió a los jóvenes socialistas «una defensa continua» de la asignatura de Educación para la Ciudadanía.

Pero no fue ésta la única petición del jefe del Ejecutivo al auditorio, compuesto por delegados de las JSE de toda España. Zapatero les volvió a pedir su apoyo para ganar las elecciones en marzo de 2008, como ya lo hicieron hace tres años. «El socialismo por definición es joven, nunca se conforma, siempre piensa que se pueden cambiar las cosas», añadió.

Ante un auditorio que lo recibió en pie, entre ovaciones y aplausos, el presidente de Gobierno se negó a hablar de los populares. «No voy a decir nada del Partido Popular. Os he dicho que venía feliz y contento», comentó, provocando las risas de los asistentes. «Lo que tenía que decirles ya se lo dije en el Debate del estado de la Nación y quedó bastante claro, lo próximo se lo diremos en las urnas», dijo optimista.

Así, frente al discurso «catastrofista» de los populares, Zapatero pintó una España casi idílica que ofrece un futuro prometedor a los más jóvenes. Consciente de que dos de sus principales preocupaciones son la vivienda y el empleo estable, el jefe del Ejecutivo hizo un anuncio efectista pero no lo concretó.

El presidente del Gobierno anticipó, antes del final de la legislatura, «un gran salto en política de vivienda para facilitar la emancipación de los jóvenes». Sin embargo, preguntado después por los periodistas sobre qué medidas concretas preparaba el Ejecutivo, Zapatero se limitó a contestar: «Pregúntenselo a la ministra de Vivienda».

Fuentes gubernamentales explicaron más tarde que se trata de un paquete de medidas que se pondrá en marcha en otoño para promover el alquiler, sobre todo, entre los más jóvenes.

Asimismo, Zapatero se comprometió a seguir cumpliendo con la palabra dada como anunció cuando ganó las elecciones en 2004. «He sabido siempre muy bien lo que significaba el 'no nos falles' y voy a redoblar mis esfuerzos para cumplir mis promesas», agregó.

Su intervención estuvo plagada de referencias a las conquistas sociales promovidas por el Gobierno como la Ley de Igualdad, la Ley de Dependencia y a la extensión de derechos que ha permitido que los homosexuales que lo deseen puedan contraer matrimonio.

Tampoco faltaron las referencias económicas. El jefe del Ejecutivo se mostró muy satisfecho al recordar el descenso del número de parados y la transformación de más de 500.000 contratos precarios en indefinidos, y anunció que «España va a dejar de ser la excepción europea en materia de estabilidad en el empleo».

Pese a los avances, Zapatero insistió en que «hay que seguir trabajando». Así, comentó que, aunque al final de esta legislatura el salario mínimo interprofesional llegará a los 600 euros, la meta son los 1.000, porque «600 euros sigue siendo un salario impropio de un país que es la octava potencia mundial».

El presidente del Gobierno, que utilizó esta tribuna para adelantar algunas de las iniciativas del programa electoral de los socialistas para los próximos comicios, explicó que seguirán trabajando también para subir las pensiones mínimas por encima del IPC.Y como viene sucediendo en los últimos tiempos, Zapatero tampoco renunció a seguir dando a conocer una de sus decisiones que ha cosechado más apoyo entre la ciudadanía, la prestación de 2.500 euros a todas aquellas familias que tengan o adopten un hijo. «España necesita niños», afirmó mirando a su joven auditorio, aunque precisó que esta afirmación no era una invitación a nada, aunque algunos no parecieron creérselo y se escucharon numerosas risas de complicidad entre los asistentes al congreso.«Ha tenido que llegar un Gobierno progresista para que en España se puedan hacer políticas de apoyo a la familia, que permitan equipararnos con los países europeos más desarrollados». «Para que luego digan que no nos gusta la familia», ironizó.