Lunes, 23 de julio de 2007. Año: XVIII. Numero: 6427.
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La verdad puede ocultarse, pero no extinguirse (Frank Lloyd Wright)
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A FONDO
Breve historia de un teléfono incómodo

Adentrarse en la lectura del sumario del 11-M resulta, cuando menos, descorazonador. Sobre todo, cuando se es consciente de la cantidad de información que, sobre los presuntos autores de la masacre, tuvieron los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado en los meses previos a la masacre y, por supuesto, antes de que los siete terroristas de Leganés saltaran por los aires el 3 de abril de 2004. Y, lo que es peor, cuando se comprueba hasta qué punto se intentó ocultar al juez información que ponía de relieve ese hecho incuestionable.

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El análisis de las llamadas de los presuntos implicados depara intrigantes sorpresas.

Sabemos, por ejemplo, a través de las grabaciones que se hicieron con autorización judicial y que están aportadas a la causa, que Rosa, la mujer de El Chino, en una llamada a un teléfono cuyo titular no se ha revelado, realizada el 6 de abril de 2004, se identificó como «R-22», clave que le proporcionó la Policía tras asignarle la condición de testigo protegido.

Ese dato pone de manifiesto que Rosa colaboró con la Policía tras su detención y puesta en libertad, que tuvo lugar el 25 de marzo de 2004.

Dos días después, el 27 de marzo, a las 15.35 horas, R-22 recibió en su teléfono móvil (618016906) una llamada de casi un minuto de duración desde otro móvil: 629247179.

Ese mismo día, a través de ese mismo número de teléfono, alguien llamó nada menos que en cuatro ocasiones al móvil de Othman El Gnaoui entre las 19.02 y las 21.42 horas.

El día 30 de marzo, cuatro días antes de que estallara el piso de Leganés, de nuevo, ese mismo número de móvil se puso en contacto también en cuatro ocasiones, a partir de las 18.29 horas, con el móvil de Abdelkader Kounjaa, hermano de Abdennabi Kounjaa, uno de los secuaces de El Chino.

Sin duda, se trataba de alguien con suficiente información como para poder tener contactados, al mismo tiempo, a tres personas muy cercanas al presunto jefe del comando que perpetró la matanza del día 11 de marzo en Madrid.

Pasaron meses sin que se supiera nada de ese número de teléfono.

Hasta que, por fin, en un informe de la Unidad Central de Inteligencia (UCI), adscrita a la Comisaría General de Información, remitido al juez Del Olmo el 19 de julio de 2005, se hace referencia al 629247179. En concreto al referirse precisamente a una declaración de Rosa en la que manifestaba que no había vuelto a hablar con su marido tras ser detenida el día 25 de marzo. Refiriéndose a ese número de móvil el informe de la UCI afirma: «Parece evidente que este teléfono es usado por la célula terrorista y demuestra que la Testigo Protegido no dice la verdad en cuanto a que no mantuvo ninguna conversación con Jamal Ahmidan tras ser detenida el 25/3/2004». Es decir, que para la UCI, el 629247179 era un teléfono utilizado por El Chino.

Sin embargo, el titular del Juzgado Central número 6 de la Audiencia no debió quedar muy conforme con la información que le suministró la UCI y pidió, mediante un oficio, a Telefónica que le identificara al propietario de dicho número de teléfono.

El 21 de septiembre de 2005, Telefónica Móviles contestaba al requerimiento del juez Del Olmo con un escrito de apenas tres líneas y de manera tan simple como contundente: «Número de abonado: 629247179. Titular: Dirección General de la Policía. C.I.F/N.I.F.: S2816015H».

Es decir, que el enigmático propietario del teléfono que habló con Rosa, El Gnaoui y Kounjaa entre el 27 y el 30 de marzo de 2004 no era El Chino, como aseguraba la UCI en su informe, sino un funcionario adscrito a la Dirección General de la Policía.

Hagamos un poco de hemeroteca para ver la trascendencia del asunto. Rosa, ya sabemos, estuvo en contacto con su marido hasta el mismo día de la explosión de Leganés. R-22 mantuvo al menos dos conversaciones con Jamal Ahmidan minutos antes de la explosión. Y, como ya se ha dicho, colaboraba con la Policía, que le había intervenido el teléfono fijo de su domicilio y el móvil, desde el 25 de marzo.

Othman El Gnaoui, imputado por la Fiscalía por un delito de pertenencia a organización terrorista, fue el hombre que, según la Policía, acompañó a Rachid Oulad Akcha y a Rifaat Anouar el 29 de febrero de 2004 hasta Burgos para trasladar desde allí a la finca de Morata los explosivos que traía El Chino desde Avilés, adonde había viajado junto a Abdennabi Kounjaa y Mohamed Oulad. Además El Gnaoui había trabajado en las obras de acondicionamiento de la guarida de Morata en las semanas previas al 11-M.El imputado por terrorismo acudió por su propia voluntad a la Comisaria el día 30 de marzo de 2004 (tres días después de que el funcionario de Policía mantuviera con él las citadas conversaciones telefónicas) y ha permanecido detenido desde entonces.

Abdelkader Kounjaa, hermano de Abdennabi, fue la persona a la que llamó éste a las 19.30 horas del día 3 de abril de 2004 (una hora y media antes de que se produjera la explosión) para informarle de que se iba a inmolar en el piso de Leganés. Abdelkader acudió inmediatamente a la Comisaría de Parla para informar de la conversación que acababa de mantener con su hermano.

Como ya se ha dicho Abdennabi Kounjaa viajó con El Chino a Avilés el 28 de febrero de 2004. Una supuesta carta de despedida suya («Juro por Alá que yo invoco a Dios y le pido que me facilite el martirio», dice, entre otras cosas, la misiva) fue hallada en una bolsa de deportes que se encontraba en la obra donde trabajaba. La Policía Científica nunca pudo asegurar que la letra perteneciera, efectivamente, a Abdennabi Kounjaa, ya que no dispuso de escritura indubitada del mismo.

Resumiendo. La Policía, días antes de que el piso de Leganés estallara, tenía controladas a tres personas muy próximas a Jamal Ahmidan.

Sin embargo, no sólo se ocultó ese hecho al juez Del Olmo, sino que se le pretendió engañar haciéndole creer que el propietario del teléfono que contactó con dichas personas no era otro que El Chino.¿Qué trataba de ocultar la UCI? Hay que descartar que se tratara de una simple confusión. Estamos hablando de un informe realizado en el mes de julio de 2005, es decir, dieciséis meses después del atentado. Para la UCI hubiera sido muy sencillo descubrir que el teléfono 629247179 era el utilizado por un agente que prestaba sus servicios en la Dirección General de la Policía.¿Qué información tenía dicho agente relacionada con esas personas? No hay en todo el sumario ni un sólo informe al respecto, ni grabaciones de las conversaciones que se mantuvieron entre el 27 y el 30 de marzo.

Pero las dudas no terminan ahí. Siete días después de haber recibido la contestación de Telefónica, el juez Del Olmo llamó a declarar de nuevo a Rosa. Cuando le preguntó por la llamada que recibió el 27 de marzo de 2004 procedente del teléfono móvil 629247179, ella dijo que no recordaba de quién podría ser. Sin embargo, sí dijo que esa conversación se produjo «poco antes de venir a este juzgado a prestar declaración».¿Por qué Rosa mintió ante el Tribunal cuando dijo que no habló con su marido el 3 de abril? ¿Quién hay detrás del 629247179?.casimiro.g.abadillo@el-mundo.es@FIRMA:CASIMIRO GARCIA-ABADILLO

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