Visto el poco entusiasmo con el que el juez Del Olmo tomó ayer declaración a los responsables de la polémica portada de El jueves -en 20 minutos dio por cerrada la investigación- y dado también el propio desinterés de la Fiscalía, que planteó unas preguntas de trámite para cubrir el expediente, todo lleva a pensar que el Ministerio Público no irá más adelante en su imputación por un delito de injurias a la Corona. A estas alturas ya deben de tener claro que lo que ha provocado la alarma social no ha sido el mal gusto del chiste, sino el secuestro de la revista.
Todo lo que rodea este asunto es tan poco serio, que no es de extrañar que tanto el guionista como el dibujante de la caricatura en la que aparecían los Príncipes de Asturias manteniendo relaciones sexuales salieran ayer de la Audiencia Nacional pitorreándose del caso: «La democracia y la justicia funcionan».
Un dato completa el esperpento. Los imputados tuvieron ocasión de ver en el juzgado los ejemplares secuestrados, y no llenaban más de cuatro cajas: apenas un centenar de ejemplares pese a la escandalera montada en todo el país.¿Fue o no inoportuna la medida extrema del fiscal general del Estado cuando el viernes pasado instó la retirada de los puntos de venta de la publicación? A la vista está que todo ha sido una tormenta en un vaso de agua, eso sí, con un claro perdedor: la Corona, a la que Conde-Pumpido pretendía defender. El efecto bumerán de su torpe decisión ahí queda: sólo ha servido para alimentar el debate sobre los presuntos privilegios de la Familia Real en los círculos que menos simpatizan con la Monarquía. Y para que El jueves agotase en los quioscos y la viñeta fuera reproducida hasta en el último rincón del planeta.
Resulta llamativo también que sea ahora el fiscal el que dé un paso atrás, precisamente dos días después de que la vicepresidenta del Gobierno -que en un primer momento aplaudió su actuación-, planteara abrir una «reflexión» sobre la figura del secuestro de publicaciones, por considerar que podría haber quedado desfasada en el nuevo escenario de la sociedad de la información.
Por mantener el tono desenfadado y humorístico que requiere el tema, y dado que la viñeta de la polémica representaba el acto sexual, cabría decir que el asunto lleva camino de convertirse en un clamoroso gatillazo de Conde-Pumpido, si finalmente, como parece lógico, termina retirando la imputación.
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