Nunca hasta ayer la izquierda y la derecha estuvieron más de acuerdo. Con tanto o más cariño que reconocimiento, diputados y altos cargos de todo el espectro ideológico decían adiós a Gabriel Cisneros, un notable de la política al que todo el mundo trataba de tú. Y es que no despedían a un «padre de la Constitución», a un símbolo de «consensos» y tiempos políticos mejores, sino a un hombre bienhumorado, inteligente y socarrón, al que la enfermedad había dejado en los huesos, y al que todos querían recompensar en muerte la singular modestia que le acompañó en vida.
Uno de los primeros en hacerlo, por proximidad, y por veteranía, fue Manuel Fraga. «Es una mala noticia para todos, pero para quienes ya tenemos cierta edad; todavía nos impresiona más», declaraba el senador popular a este diario. El presidente de honor del PP, quien compartió escaño junto a Cisneros -ya en silla de ruedas- el día en que se conmemoró el 30º aniversario de las primeras elecciones democráticas, recordó que, a diferencia de otros personajes de la Transición que se descolgaron de la política, Cisneros «siempre se dedicó al servicio público». «Aquel día», decía Fraga en relación al 14 de junio pasado, «se sentía satisfecho de cuanto había hecho».
Antes que Fraga, el presidente del PP, Mariano Rajoy, le dedicó unas palabras en presente. «La Constitución Española sigue ahí y, por tanto, Cisneros sigue con nosotros», dijo.
Desde el PSOE, el secretario de Organización, José Blanco, manifestó su «sentido dolor» por la muerte de Cisneros, al que retrató como «brillante parlamentario», «padre de la Constitución» y «buena persona».
El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, expresó desde La Moncloa sus condolencias «a la familia del PP» por la muerte de alguien que contribuyó «de manera destacada a la tarea de construcción de todo el periodo democrático». En una carta remitida al Congreso, Zapatero añadía que su huella política permanecerá «en el espíritu y la letra» de la Constitución en la que contribuyó «decisivamente».
La respuesta institucional fue completa. El presidente de la Cámara Baja, Manuel Marín, expresó su pesar por la desaparición de «un hombre de bien», del que ponderó, «sobre todo, una gran virtud: siempre fue muy respetuoso con el adversario». Por su parte, el presidente del Senado, Javier Rojo, comunicó que propondrá a la Mesa de la Cámara Alta la concesión de la Medalla de Oro a Cisneros, a título póstumo.
Pero las reacciones de condolencia más memorables fueron las procedentes de la izquierda. El coordinador general de IU, Gaspar Llamazares, reconoció su valía parlamentaria y que «siempre fue muy respetuoso con el adversario». El portavoz de ERC en el Parlament, Joan Ridao, lamentó su muerte y afirmó que fue uno de los miembros del PP que «mostró una actitud más respetuosa» hacia sus posiciones.
APOYO#LOS ELOGIOSJosé Luis Rodríguez Zapatero: «Quienes hemos compartido con él las tareas parlamentarias siempre retendremos en la memoria su cercana dimensión humana, su firmeza en la defensa de sus valores y su rigor en el desempeño de sus funciones. Su huella permanecerá en el espíritu y la letra de la Constitución».
Mariano Rajoy: «Era ante todo un ser humano de primera, pero ha sido también un extraordinario político. La Constitución sigue ahí, por lo que Cisneros sigue con nosotros».
Manuel Marín: «Era un hombre de bien. Tenía una gran capacidad parlamentaria, era muy exigente en el debate y estaba muy preparado, pero siempre era respetuoso con el adversario político».
Manuel Fraga: «Siempre tuve por él la mayor estima y simpatía. Siempre se ha dedicado al servicio público y se sentía satisfecho de cuanto había hecho. Se merece todos los homenajes y nuestro sentimiento».
Gregorio Peces-Barba: «Yo era un adversario y un amigo al mismo tiempo. Siempre que me ha hecho críticas ha sido desde la racionalidad más absoluta, nunca ha descalificado ni lanzado ataques destructivos».
Miquel Roca: «Fue clave en todo el proceso constituyente, desde una actitud muy constructiva, buscando siempre puentes de diálogo y entendimiento que no estancasen el pacto con los que pertenecíamos a otras fuerzas políticas. El PP le debe mucho».
José Pedro Pérez-Llorca: «Fue un hombre excepcional, una persona inteligente, un orador brillante, un escritor magnífico, un político leal y honesto y una persona que se entregó a la actividad parlamentaria».