Lunes, 30 de julio de 2007. Año: XVIII. Numero: 6434.
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 OPINION
Editorial
CUANDO DEL OLMO SE LLAMA «J.O.»

EL MUNDO, que sigue investigando el 11-M, revela hoy que la mujer de El Chino habló por teléfono con el juez Del Olmo al menos cuatro veces en los días anteriores y posteriores a su muerte en el piso de Leganés. La existencia de esas conversaciones figuran en un informe de la Unidad Central de Información Exterior (UCIE), pero lo mas extraño es que la identidad del juez aparece oculta bajo las siglas «J. O».

La UCIE hace un escueto resumen del contenido de esas conversaciones que fueron evidentemente grabadas, pero no consideró necesario transcribirlas.

La UCIE señala que en una de esas cuatro llamadas Rosa, la mujer de El Chino, le contó al juez Del Olmo el contenido de una comunicación que había tenido con su marido horas antes de autoinmolarse en Leganés. «Sin interés», dice la UCIE en su informe sobre esta llamada.¿Cómo es posible que un testimonio directo de la última -o una de las últimas llamadas- de El Chino carezca de «interés» para la Policía Nacional? ¿Qué le cuenta Rosa a Del Olmo en esa conversación? ¿Por qué no se tradujo para aportarla íntegra al sumario? ¿Por qué el juez Del Olmo consintió en la ocultación del contenido de estas llamadas en el informe de la UCIE que aparece en el sumario?Estas preguntas no tienen respuesta y acentúan las dudas sobre la instrucción del juez Del Olmo, que todavía sigue investigando en una pieza separada el misterio de la mochila de Vallecas.

Los expertos de la Universidad de Santiago le acaban de remitir un informe científico en el que concluyen que la huella de ADN que se encontró en la mochila pertenece a un europeo.

Del Olmo solicitó hace meses su perfil genético al comisario Sánchez Manzano, jefe de los Tedax, y a algunos de sus hombres. A la vista de los resultados de este análisis, debería exigir el perfil genético a todos los agentes y personal que estuvo en contacto con la mochila aquel día.

Hay lógicamente dos posibilidades: la primera es que uno de los agentes que manipuló el material recogido en El Pozo dejara su huella, lo que aclararía el enigma. La otra es que la huella pertenezca a la persona que colocó la dinamita y el móvil en su interior o sus cómplices. Merece la pena seguir investigando y Del Olmo debería hacerlo en el caso de la mochila porque, cada día que pasa, aumentan las dudas sobre la forma en que se efectuó la instrucción, la versión oficial y la validez de algunas pruebas.

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