MADRID/WASHINGTON. - El pinchazo del mercado de hipotecas de alto riesgo en Estados Unidos no sólo ha dejado atrapados con pérdidas millonarias a decenas de bancos y entidades financieras, además ha desencadenado un maremoto financiero de desconocidas dimensiones, que amenaza con frenar en seco el crecimiento económico mundial.
Ante esta perspectiva, el miedo y la incertidumbre se apoderaron de los inversores, que huyeron ayer despavoridos de las Bolsas, mientras contemplaban perplejos cómo los principales bancos centrales volvían a acudir al auxilio del mercado crediticio. Las plazas de valores europeas bajaron más de un 2,5%. El parqué español no se escapó de la quema. El lbex 35 se dejó un 2,6% con los bancos y constructoras liderando las bajadas.
Los inversores europeos se levantaron ayer con la noticia de que el Banco Central de Japón había seguido la estela del Banco Central Europeo (BCE) y de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) e inyectó liquidez en el mercado por valor de un billón de yenes (6.110 millones de euros), para intentar calmar las tensiones crediticias y la Bolsa de Tokio -el índice Nikkei perdió un 2,6%-.
La autoridad monetaria de la eurozona no tardó en actuar. A primeras horas de la jornada volvió a lanzar una nueva oferta de financiación a los bancos e inyectó otros 61.050 millones de euros de liquidez en el mercado, que se añaden a los 94.840 millones del jueves.
Entretanto, la Reserva Federal dio ayer dos pasos cualitativos que revelan la magnitud de su preocupación. Por un lado, anunció virtualmente liquidez ilimitada para contener la crisis, en un comunicado público en el que declaraba que «la Reserva Federal suministrará las reservas que sean necesarias a través de operaciones de mercado abierto». El banco central estadounidense admitió que «en las actuales circunstancias», las instituciones financieras «pueden experimentar inusuales necesidades de financiación debido a las dislocaciones en el mercado de dinero y de deuda».
El otro movimiento de la Fed fue entrar directamente en el mercado de deuda hipotecaria, al comprar 35.000 millones de dólares (25.440 millones de euros) de bonos. En los registros del banco central estadounidense, que cubren desde el año 2000, no hay ninguna referencia a una operación de mercado abierto en la que el instituto emisor compra bonos a los bancos y se compromete a vendérselos de nuevo en una plazo de tiempo determinado a un precio fijo con deuda privada.
Medida histórica
Después de los atentados del 11-S, por ejemplo, la Fed inyectó más de 80.000 millones de dólares en el mercado interbancario, pero siempre por medio de repos (una abreviación de las palabras repurchase agreement, o acuerdo de recompra) realizados con bonos de bonos del Tesoro de Estados Unidos.
Con sus intervenciones, los bancos centrales cumplieron el objetivo de aportar liquidez a los bancos y han evitado, al menos de momento, un crash crediticio. Sin embargo, las medidas han sembrado el pánico en los mercados bursátiles, que hasta ahora habían pasado de largo por los problemas que tenían las entidades hipotecarias de alto riesgo en Estados Unidos.
«El jueves, tras la intervención de la Fed y el BCE, los inversores cayeron en la cuenta la gravedad de la crisis hipotecaria en EEUU», explica Michelle Jayman, analista de AC Consulting en Londres, que añade: «esto es una gran pelota que cada día se hace más grande. Si los estadounidenses no pueden pagar sus hipotecas, los bancos lo pasarán mal y terminará por repercutir a toda la economía», sentencia.
El banco hipotecario estadounidense Countrywide Financial admitió ayer que la actual crisis de liquidez en los mercados derivada del pinchazo inmobiliario y su contagio al sector de créditos hipotecarios se mantendrá en el corto plazo y que «puede empeorar».
De este modo, la mayor entidad hipotecaria del país alertó en un comunicado registrado en la Comisión Reguladora del Mercado estadounidense (SEC por sus siglas en inglés) de que en el corto plazo los precios de la vivienda en Estados Unidos se estancarán o mantendrán su tendencia a la baja, lo que trasladará presión al volumen de préstamos hipotecarios. Asimismo, la firma pronostica un incremento en el número de impagos y de ejecuciones hipotecarias y un endurecimiento de las condiciones legales para los préstamos.
Ayer, además se conoció una nueva víctima de la llamada inversión crediticia de alto riesgo en Europa. Deutsche Bank reveló que uno de sus fondos invertido en activos titulizados había perdido un 30% desde el inicio de agosto.
«La sospecha se ha instalado en el mercado. Los inversores temen despertase cada día con la noticia de otro fondo de un banco destacado con problemas, por lo que se ha impuesto la huida del dinero», afirma Dionisio Peláez, broker de GPM.
«Nadie sabe cuantificar el alcance de esta crisis crediticia. No hay precedentes de esto en la historia económica mundial», afirma Javier Molina, director de Société Générale en Nueva York, quien apunta, que de momento, las señales de alarmas han sonado con fuerza en los mercados por lo que la volatilidad va a continuar.
Pero uno y otro lado del Atlántico, cada día son más los analistas que apuntan que los problemas crediticios en la mayor potencia del globo pueden ser señales claras de que el ciclo de crecimiento económico mundial de los últimos años puede estar llegando a su fin.