Fueron los primeros en sorprenderse. Cuando se supo que los padres de Madeleine, la niña británica que ya lleva 100 días desaparecida, podían ser sospechosos de la muerte de su hija, el matrimonio se quedó consternado. Así lo cuenta en una de las numerosas entrevistas que ha concedido. «¿Pensar que matamos a nuestra hija? Es ridículo», asevera Gerry McCann. «Es tremendamente perturbador que se sugiera que nuestra hija esté muerta, que la policía tenga pruebas de eso y, además, que se dé a entender que lo hicimos nosotros».
Como cualquier persona que pierde a un familiar, los McCann exigen pruebas de que su hija está muerta. De lo contrario, sus esperanzas no se desvanecerán. «Como padres, si hay pruebas, tenemos que conocerlas», dice Gerry, para añadir: «No podemos aceptar que nuestra hija esté muerta. No hasta que haya una prueba definitiva».
Habían tratado de guardar silencio, pero finalmente pasaron el día de ayer hablando con la prensa para mostrar su enfado e indignación con todas las informaciones que han ido apareciendo y que les sitúan en el punto de mira de las investigaciones policiales.
Para los padres de la niña británica, que desapareció de su habitación de una urbanización en el Algarve el pasado 3 de mayo, nada hay más doloroso que lo que les está sucediendo. «Es un daño que no nos gustaría infligir a nadie», afirma Kate en una entrevista concedida al Expresso. Esta pareja, que no ha abandonado la zona desde que su hija desapareció, pide que «las pruebas sean reexaminadas hasta llegar a la verdad».
Parece que la defensa enfervorizada que ha hecho de ellos la prensa británica les ha dado fuerza para salir en persona a comentar todo lo que se ha publicado. Y no les gusta nada. «Lo que es perturbador y difícil es ver noticias y comentarios completamente falsos que nos atacan a nosotros y a nuestros amigos, sólo porque fuimos testigos del crimen», declara Gerry McCann, quien es secundado por su esposa: «No nos podemos defender, porque somos testigos y estamos obligados a guardar silencio».
Pero no son los únicos que deben callar. La Policía Judicial portuguesa no ha confirmado ni desmentido las informaciones relacionadas con el caso que se han publicado en los últimos días. El único dato oficial lo dio ayer el director nacional de la Policía Judicial, Alipio Ribeiro, quien admitió, por primer vez en público, que han surgido «nuevos elementos en la investigación». El responsable de la seguridad lusa no dio detalles sobre las pesquisas, aunque sí señaló que el caso «está lejos de ser esclarecido». Reconoció «el cambio» que ha sufrido el trabajo policial, pero añadió después que «aún no está claro en qué sentido» se ha modificado.
Mientras, sólo algunos de los que acompañaban a los McCann durante la cena que desembocó en tragedia han hablado. «Un número reducido de personas sabe la verdad. Nosotros sabemos lo que hicimos, la policía sabe lo que hizo y el raptor sabe lo que hizo», agrega en la entrevista al semanario portugués Gerry McCann sobre la noche de autos. Como nadie da detalles, los rumores aumentan y las especulaciones se han centrado ahora en la pareja y su círculo de amistades. Porque en la mesa en la que cenaban había siete personas, de las que una jamás ha sido identificada públicamente. Es más, nadie ha dicho nunca quién fue la última persona en ver a la niña. Los McCann dicen que es secreto policial. Pero han dejado claro que no sospechan de sus amigos, que «ni por un segundo» se les ha pasado por la cabeza la duda, puesto que tienen «plena confianza» en su círculo más íntimo. Además, recuerdan que «desde el principio» pidieron que «cualquier sospechoso fuera tratado como inocente antes de ser condenado».
Y la policía ya tiene algún sospechoso. Según informaba ayer el periódico lisboeta Jornal de Noticias, se ha centrado ahora la investigación en un hombre que estuvo en el apartotel Ocean Club en las mismas fechas que los McCann. Al parecer, se trata de un ciudadano británico, que ayudó a la policía los primeros días de la desaparición de Madeleine y que deberá comparecer ante el Departamento de Investigaciones Criminales de Portimâo para ser interrogado. El coche que alquiló en Faro durante su estancia, un Opel Corsa, es también objeto de peritaje. El vehículo fue alquilado el 28 de abril (justo el día que llegaron los McCann) y devuelto el 6 de mayo (la jornada que tenían previsto marcharse).
Este sospechoso deberá acudir a la misma comisaría en la que declararon el miércoles los McCann, momento en que, según el mismo periódico, les tomaron muestras de saliva para cotejarlas con el ADN de la sangre hallada en la habitación de la pequeña.