Los 12 parlamentarios del PSN siguieron la disciplina de partido y votaron en blanco -uno de ellos se abstuvo- para permitir la elección de Miguel Sanz, que contó con el respaldo de los votos de UPN y CDN. A pesar de las presiones sufridas estos días por parte de un amplio sector de las bases y de la concentración de centenar y medio de militantes ante la sede del Parlamento, los diputados cumplieron con las directrices de la dirección del PSOE y propiciaron la investidura de Sanz. Ello demuestra la enorme fuerza de las cúpulas de los partidos, que al final son las que ponen y quitan de sus listas a los diputados, cuyas carreras políticas dependen en muchos casos de la fidelidad a las consignas que reciben desde arriba.

Pero ni Sanz ni los dirigentes socialistas navarros pueden darse por satisfechos, ya que ayer quedó en evidencia la fragilidad del apoyo que el PSN puede dar al nuevo Gobierno tras la dimisión de cuatro de los miembros de su Comisión Ejecutiva.

Horas antes, 80 cargos de las agrupaciones socialistas de diversas localidades habían hecho público un manifiesto en el que pedían a los 12 diputados que rompieran la disciplina y votaran en contra de Sanz. El sector mayoritario del Comité Regional está en contra de las decisiones adoptadas en Madrid y la Ejecutiva de las Juventudes Socialistas de Navarra dimitió en pleno el pasado jueves.

«Somos consecuentes con el clamor de Navarra», declaraba ayer a este periódico Irene Lapuerta, ex secretaria de las Juventudes y abierta partidaria de la alianza con Nafarroa Bai.

Todo ello anticipa un escenario de confrontación en el PSN, cuyo responsable máximo, Carlos Chivite, y su diputados están enfrentados a buena parte de la militancia y a la mayoría de los concejales y cargos electos del partido, que han pedido que José Blanco acuda a Pamplona a dar explicaciones a primeros de septiembre.

No es probable que esta tensa situación derive en un cisma. Probablemente, muchos críticos acabarán por tragarse su indignación. Pero lo que resulta evidente es que la división interna del PSN acabará por pasar factura a Miguel Sanz, ya que esos 12 diputados socialistas van a tener las manos atadas en muchos momentos para apoyarle. Así lo piensa el 94% de los internautas que han participado en una encuesta de EL MUNDO, que cree que el PSN no aportará la estabilidad que necesita este Gobierno en minoría.

Sanz afirmó ayer que «bien está lo que bien acaba», pero el problema es que nada ha acabado sino que no ha hecho más que empezar. Se abre un escenario de incertidumbre que no augura nada bueno para Navarra, aunque el líder de UPN siempre tiene en sus manos la posibilidad de forzar una nueva convocatoria electoral.