El PP catalán y Ciutadans denunciaron que Carod acudiese al evento «en representación de todos los catalanes», pese a que el finado «había sido condenado por hacer apología del terrorismo». «Es un insulto para la mayoría de los demócratas y un desprecio para las víctimas de ETA», aseguró José Domingo, diputado de Ciutadans. «Montilla debería proceder a relevarle de inmediato como presidente en funciones», añadió.

Para el presidente del PP catalán, Daniel Sirera, «Carod podría haber acudido al sepelio como líder de Esquerra, pero no como presidente de todos los catalanes, pues la gran mayoría no comparte las ideas de Xirinacs». «Montilla debería haber tenido el valor suficiente para llamarle al orden», agregó Sirera.

También los grupos independentistas extraparlamentarios arremetieron contra la clase política en general y contra Esquerra y su líder en particular. Y recordaron que el fallecido denunció la «cobardía» de los políticos catalanes en una carta que dejó a modo de testamento ideológico tras suicidarse en un bosque de Ogassa (Girona) el 6 de agosto.

Por eso, organizaron un acto de homenaje, que se celebró tras el funeral, en el que no participaron políticos. El evento tuvo lugar en el Fossar de les Moreres, donde una de las integrantes de la Fundación Randa -creada por el fallecido- leyó el citado manuscrito de Xirinacs, titulado Acto de soberanía.

«Las palabras de Xirinacs son la respuesta a todos aquellos que, desde el poder o desde las tribunas de opinión, han hecho de la claudicación de Cataluña una norma de obligado cumplimiento», afirmó el escritor Víctor Alexandre en el discurso que pronunció a continuación en alusión a Esquerra, pero también a CiU y al PSC.

Alexandre acusó a los políticos catalanes de haber encontrado «en la subordinación a España o a Francia una manera de satisfacer sus intereses personales y de partido» y subrayó que esta clase política no cumple con su obligación de «denunciar la magnitud del expolio» al que se ve sometida Cataluña por parte de los españoles.

«La clase política tiene la obligación de explicar que todos los problemas que tiene actualmente planteados la nación catalana -todos- son consecuencia directa de su subordinación a otro país. Un político honesto, que no sea españolista, tiene el deber moral de agitar a la sociedad para hacerle saber que ha llegado el momento de decir basta a la sumisión», ahondó el escritor.

El acto civil de homenaje a Xirinacs se completó con parlamentos a cargo de mosén Josep Dalmau, la Plataforma pel Dret a Decidir, la Agencia del Censo Nacional del Pueblo Catalán y otras entidades independentistas. También hubo música de Titot y Joan Reig.

Previamente, se había celebrado una misa, oficiada por Jordi Esteller, a la que acudieron unas 3.000 personas, según la Guardia Urbana, y en la que sí hubo una importante representación política. Además de Carod, estuvieron algunos de sus compañeros de partido como el líder del grupo municipal de Esquerra en Barcelona, Jordi Portabella, el diputado en el Congreso Joan Tardà o el presidente honorífico del partido, Jordi Carbonell.

Por parte de CiU asistieron al funeral su portavoz parlamentario, Felip Puig, y los diputados Quico Homs y Oriol Pujol, hijo del ex presidente de la Generalitat Jordi Pujol. Dolors Camats, portavoz de ICV-EUiA, fue en representación de la formación ecosocialista, y aprovechó para destacar que Xirinacs «fue un luchador que vivió defendiendo posturas incómodas».

La misa transcurrió entre diversas plegarias, una de las cuales fue dedicada a «Cataluña y a todas las naciones que ven poco o nada reconocidos sus derechos». Durante la homilía se recordó que Xirinacs «se negó a vivir en la mediocridad», se alabó su perfil «místico» y se destacó su lucha contra el franquismo.

Xirinacs (Barcelona, 6 de agosto de 1932) era doctor en Filosofía, escritor y pensador. En su juventud se ordenó sacerdote, aunque colgó los hábitos como gesto contra el Estado franquista, que pagaba su sueldo. También fue senador independiente entre los años 1977-1979 y promotor de diversas iniciativas separatistas.

Su lucha pacífica contra el franquismo le llevó a a ser candidato al premio Nobel de la paz en 1975. Sin embargo, en el año 2002 pronunció un discurso con motivo del Onze de Setembre donde se declaraba «enemigo del Estado español y amigo de ETA y Batasuna».

Estas palabras motivaron que la Audiencia Nacional le condenase a dos años de prisión y cuatro de inhabilitación por enaltecimiento del terrorismo. Xirinacs fue declarado en busca y captura y cuando, en el año 2005, fue a renovarse el carné de identidad le detuvieron, aunque tan sólo estuvo unas horas en prisión debido a su avanzada edad.

Su féretro permaneció hasta las 16.00 horas de ayer expuesto en el Fossar de les Moreres, el lugar donde pronunció el discurso que motivaría su condena hace cinco años, para que sus admiradores pudieran rendirle homenaje. Por la tarde, fue enterrado en el cementerio de Roques Blanques en la población barcelonesa de El Papiol.