SEVILLA 5

S. BERNABEU. UNAS 60.000 PERSONAS.

Palop Fazio Dragutinovic Mosquera Alves Duda Renato Poulsen Martí Navas Kanouté Cambios: Kaita por Mosquera (min. 45) Kerzahkov por Duda (min. 71)

Maresca por Renato (min. 80) s.c.

Casillas Torres Pepe Cannavaro Sergio Ramos Drenthe Sneijder Diarra Robinho Raúl Van Nistelrooy Cambios: Guti por Torres (min. 46)

Saviola por Raúl (min. 63) Baptista por Sneijder (min. 82) s.c.

Arbitro: Undiano Mallenco

Tarjetas amarillas: Alves, Pepe (2), Renato, Guti, Ramos y Duda.

arjetas amarillas: Pepe (min. 90).

Goles: 0-1 Renato min. 16; 1-1 Drenthe min. 23; 1-2 Renato min.29; 1-3 Kanouté, de penalti; 2-3 Cannavaro min. 45; 3-3 Ramos min. 79; 3-4 Kanouté min. 81. 3-5 Kanouté min 91.

MADRID.- El juego es, por ahora, una entelequia para el Madrid de Schuster, al que las cavilaciones de pretemporada han capado el espíritu del juntos podemos. Camino de aquella Liga de guerrillas, noqueó a un Sevilla que ayer le gritó: ¡Juntos jugamos, juntos ganamos!

Sobre el juego, la razón por la que Schuster llegó al Madrid, no hay duda posible. Pertenece al Sevilla, que madura con una solidez tan poco habitual en el fútbol como el sentido común que se apodera de sus mandos, con la salvedad de su mesiánico presidente. En el equipo cambian las piezas, pero no el movimiento, igual de importante con o sin la pelota, y es que unos futbolistas abren espacios para otros con el compás de una marioneta. Maneja las artes del fútbol en corto, porque junta mucho sus líneas para multiplicar los apoyos cuando es el rival quien tiene la pelota, y mata cuando se despliega por la velocidad de sus bandas, con un Alves directo y un Navas felino, en cuya fragilidad está su peligro.

En el Madrid, en cambio, todo es demasiado duro, brusco, como si se moviera sobre cojinetes sin engrasar. A Schuster se le debilita la coartada de la pretemporada, porque éstas dejaron de ser anónimas desde que las televisiones se empezaron a interesar hasta por los bolos de pueblo. La Supercopa tiene un carácter más oficioso que oficial, puesto que sólo los perdedores del curso la contabilizan como un título, pero su desarrollo unido al preámbulo han desatado los peores temores blancos. Algún pitido se dejó oír en la grada, cuando todavía falta una semana para el arranque de la temporada.

Era sólo el tercer partido de Sneijder y Drenthe, que se foguearon en Cádiz, y Schuster los utilizó para escoltar a Diarra, mediocentro en sacrificio de Guti, al que se reclamó tras el desastre de la primera parte. Pero ésa es ya una vieja historia en el Madrid, sea con el entrenador que sea. Mal asunto.

En esa posición, ni Sneijder tuvo el mando total, ni pudo abusar de su pase en la mediapunta, donde apareció Raúl. Lo mejor se le vio al holandés a balón parado, cuando salvó la altura de los centrales sevillistas y Kanouté, que siempre baja a despejar, para que marcara Cannavaro y el público no tuviera la tentación de irse a casa en el descanso. De forma parecida había igualado el primer tanto de Renato, con un zapatazo de Drenthe al que el exterior de su bota dio un efecto que hizo imposible otro milagro de Palop. Fueron golpes de genio, acciones aisladas, porque a través de la pelota casi nunca pudo encontrar el Madrid la forma de burlar la posición del Sevilla, de cuya filosofía Poulsen y Martí son dos convencidos aparatchiks. Para Diarra, demasiado previsible, fue un mundo tener que buscar los espacios que sólo ven algunos elegidos. Su trabajo es necesario, aunque mejor de costalero. La llegada de Sneijder debe contribuir a esa tarea, pero en el momento de emergencia, Schuster volvió a echar mano de Guti. Su salida no libró al Madrid de un exasperante juego al pie.

Muchos son los técnicos que han creido en el madridista para las segundas partes, para el momento en el que la fatiga lleva al rival a desordenarse y aparecen los pasillos. Eso ocurrió en la Liga pasada, precisamente ante el Sevilla, pero no ayer en un partido muy cómodo para el mismo rival, más que el que disputó en el Sánchez Pizjuán, atenazado quizá por su inminente compromiso con el AEK Atenas. De momento, ha subido todos sus ochomiles.

En el Bernabéu supo a qué venía desde el primer minuto: repliegue y velocidad. Juande ordenó presionar a Pepe, el defensa con más atrevimiento para sacar el balón, y eso provocó que Diarra lo condujera más de lo debido. A pesar de los 30 millones que le costó al Madrid, Pepe no ha seducido aún a las casas de publicidad, por lo que juega con las botas pintadas de negro. Un detalle de dónde está en el mercado.

El Sevilla empezó su cuenta a balón parado, en una acción iniciada por Duda y que reveló los desajustes en defensa del Madrid, por la falta de despeje y la posición en la que Renato culminó el centro de Poulsen. El segundo, ya en movimiento, tuvo a los mismos protagonistas y dejó clara la jerarquía del juego tras el tanto de Drenthe, mientras el penalti de Pepe fue inapelable. En ese momento, al Madrid ya únicamente le tocaba salvar la honra, algo que creyó hacer con el postrero tanto de Ramos, porque no contó con que Kanouté y el Sevilla no paran nunca. El juego, de momento, es suyo.