En semejante situación, y dada la eferverscencia e impredecibilidad de un derbi, lo más probable es que el Madrid se aferre a las constantes vitales del último campeón para pasar el duro trago de este arranque de Liga. Es decir, que apriete Sergio Ramos, que juegue Guti, que corra Raúl y que marque Van Nistelrooy. A partir de ahí, bienvenido sea lo que aporten Sneijder o Drenthe. Eso sería lo inteligente por parte de Bernd Schuster, al que se ha visto algo superado por las circunstancias, sobre todo en la sala de prensa, porque después del derbi dispondrá de una semana entera, todo un lujo, para trabajar con la plantilla al completo.

Todo lo contrario ocurre en el Atlético de Madrid, aunque eso tampoco es una novedad. Acostumbra el equipo rojiblanco a ofrecer buenas sensaciones en pretemporada y derrumbarse en el curso, como si el club padeciera una aluminosis imparable. Al menos, esta temporada hay algunas diferencias que esbozan cierta sensatez. La más importante es que continúa un entrenador que no consiguió su objetivo, puesto que el Atlético llegó a la UEFA por la puerta de servicio de la Intertoto. Es como si sus dirigentes hubieran abierto una vía alternativa a la tradición del gilismo de fagocitar técnicos y tolerar los vicios de los jugadores.

Será también para el Atlético un derbi sin Torres, rostro del club durante los últimos años, aunque hasta la temporada pasada no pudiera liberarse de su mala puntería ante el Madrid. Siempre es dolorosa la marcha de un futbolista de gran nivel hecho en la casa, pero en su caso había llegado un momento en que quizá era lo más sensato para ambas partes. El club se veía desgastado año tras año por el debate sobre su posible marcha, como si no existieran otras preocupaciones, mientras la ansiedad generada en el jugador era un lastre en su progresión. Aunque sea doloroso decirlo, Torres y el Atlético van a tener mejor perspectiva por separado.

Si para el Madrid las dudas llegan desde su juego, para el Atlético las genera su pasado, y es que el equipo rojiblanco se ha hecho depositario de un fatalismo con el que ha llegado a identificarse hasta el punto de sentirse cómodo, y de esa forma ganar hoy, mañana y pasado es una utopía. El mismo equipo que en el pasado se hacía identificable por su mortal contraataque, en los últimos años se ha hecho distinguible por su vicitimismo.

Llega al Bernabéu con mucho rodaje, porque la Intertoto le obligó a empezar antes que ninguno, y un ataque muy afilado. A la incorporación de Forlán, uno de los tipos con más gol de la Liga, se une la recuperación plena de Maxi, el instinto de Agüero y la motivación de Reyes, el hombre que dio la última Liga al Madrid. Apenas hizo más en el Bernabéu, pero pesa lo suyo. Los cuatro van a buscar la espalda de la defensa blanca, sobre todo si Metzelder, con muy pocas millas en el equipo, aparece en escena por la lesión de Cannavaro. Los problemas en el centro del campo, que hacían su juego muy errático en las últimas campañas, tienen mejor pronóstico por la incorporación de Raúl García y la mejor predisposición de Maniche, del que se puede esperar mucho si está más cerca del Mundial que de la noche.

El partido ante la Vojvodina ha levantado los mejores presagios rojiblancos, todo lo contrario que la goleada recibida por el Madrid en la Supercopa. Pero es justo decir que no son comparables. El Sevilla, muy equilibrado en lo físico y lo táctico, y preparado para un arranque exigente por el corte de la Champions, es el peor rival posible para el aperitivo. Que se lo pregunten al Barça, al que también destrozó en la Supercopa, pero de Europa. La Vojvodina, en cambio, no tiene credenciales.

Javier Aguirre advertía el jueves de que su equipo iba a ganar al Bernabéu, y la alineación da fe de ello. Pero también la temporada pasada fue mejor en los dos encuentros y no pudo pasar del empate. Con tal ambición, va a ser muy interesante compobar quién toma la iniciativa en el juego. Es probable que el Madrid intente darle ritmo al partido para compensar la falta de fluidez en su transición y cortar las líneas de pase hacia los cuatro delanteros de Aguirre. Las circunstancias vuelven a situar a Guti en la sala de máquinas, mientras Sneijder se escorará a la derecha, lugar destinado a Robben. Nueva ocasión para la reivindicación y el debate, aunque Schuster ha llegado a la misma conclusión que sus antecesores: Guti, para un ratito.

Aunque el alemán quiso quitarse presión de encima, al decir que el derbi es más trascendental para el Atlético, en el club blanco rezan por una victoria que permita no deteriorar la credibilidad del arriesgado proyecto de Ramón Calderón. Ha invertido 120 millones de euros, el mayor gasto desde el primer año de Florentino Pérez. El Atlético, sin Champions, ha desembolsado 70 millones, en uno de sus clásicos ejercicios malabares. Semejantes desembolsos alumbran el derbi más caro.