La Ertzaintza se empleó ayer con contundencia e impidió que se celebrase la manifestación convocada por el movimiento Pro-Amnistía, prohibida por el Departamento vasco de Interior.
La Policía autonómica detuvo al menos a nueve personas, entre ellos el portavoz de Askatasuna, Juan María Olano, en medio de una batalla campal de las que hacía tiempo no se veían en las calles del País Vasco, y que causó heridas a cinco agentes de la Ertzaintza -uno de ellos de gravedad, al recibir el impacto de una botella que le provocó cortes en el cuello-, y al menos a seis manifestantes.
Las cargas policiales, que respondían a una lluvia de objetos lanzados por los radicales, se alargaron durante más de dos horas y se extendieron por toda la Parte Vieja de una ciudad que ayer acogía a miles de visitantes para seguir las regatas de la Bandera de la Concha.
La manifestación estaba prevista para las 13.45 horas en el Boulevard donostiarra, junto al Ayuntamiento, coincidiendo con el fin de las regatas y en una de las zonas con más concentración de gente. Casi media hora antes, un fuerte despliegue policial cortaba el acceso.
A esa hora, unas 300 personas comenzaron a agruparse tras una pancarta portada, entre otros, por el portavoz de la ilegal Askatasuna, Juan María Olano. En medio de gritos a favor de los presos y la amnistía, avanzaron hasta el cordón policial.
Una vez allí, todo transcurrió muy rápido. No hubo diálogo entre los convocantes de la manifestación y los mandos policiales ni se pactó un recorrido alternativo a la marcha, como en otras ocasiones. Los convocantes tenían claro que querían realizar su manifestación ilegal y la Ertzaintza, la orden expresa de no dejarles pasar. Apenas hubo un breve recordatorio por parte de los mandos policiales de que debían abandonar el lugar porque la manifestación estaba prohibida.
Después vino el primer empujón de los manifestantes contra el cordón policial y, de inmediato, empezaron las cargas policiales y las detenciones. El portavoz de Askatasuna, Juan María Olano, el primero de los detenidos, fue llevado al furgón policial en medio de gritos de apoyo de simpatizantes que permanecían en las aceras y que jalearon y aplaudieron a cada uno los arrestados.
Los radicales lanzaron botellas, platos, vasos, piedras y otros objetos contundentes contra la Ertzaintza; y para impedir su acceso a uno de los callejones, quitaron alcantarillas, cruzaron un contenedor de los utilizados para los escombros de las obras y utilizaron tirachinas, al más puro estilo de guerrilla urbana.
Tres cuartos de hora después de que se iniciaran los incidentes, dos furgonetas de la Ertzaintza entraron por las calles de la Parte Vieja, decoradas con pancartas a favor de los presos y alguna a favor de ETA, mientras efectivos a pie barrían. «Prioridad: coger a los encapuchados», se gritaban los mandos que, de hecho, detuvieron a varias personas en los bares de estas calles.
Durante los incidentes, un ertzaina, perteneciente a la brigada móvil, resultó herido de gravedad al recibir el impacto de una botella en el cuello, lo que le provocó unos cortes por los que sangraba abundantemente. El agente tuvo que ser trasladado a un centro hospitalario, donde, tras detenerle la hemorragia se estabilizó su situación y su vida no corre peligro». Cuatro ertzainas y otras seis personas más resultaron contusionados y fueron atendidos en hospitales, pero dados de alta con posterioridad.