«It's not my business» -algo así como «no es mi problema»- había dicho el Dalai Lama el pasado domingo, poco después de llegar a Cataluña, cuando se le preguntó su opinión sobre el referéndum de independencia para 2014 que anda promoviendo Josep Lluís Carod-Rovira.
Ayer, sin embargo, había cambiado de opinión. Si hay que hacer caso al vicepresidente de la Generalitat, que se reunió con el líder religioso en el Palacio de Pedralbes, el Dalai Lama comparó «en algunas cosas» la situación política, religiosa y social catalana con la del Tíbet.
Hay que fiarse de Carod porque fue el único interlocutor que tuvieron los medios de comunicación tras la reunión. El vicepresidente catalán trasladó la coincidencia entre ambos en defender «el deseo normal que todos los pueblos del mundo comparten» de «querer vivir en paz y en libertad».
Carod, que se reunió con el Dalai Lama en calidad de responsable de los Asuntos Religiosos de la Generalitat, afirmó que éste se había interesado mucho en «conocer la situación política y religiosa en Cataluña». Ambos coincidieron también en defender «la laicidad» de los Estados, «el respeto a la diversidad religiosa», y en que se deben tratar de encontrar «los puntos positivos que tienen las diferentes religiones, para evitar los casos de confrontación, violencia y discriminación».
Tras intercambiar la cata -un pañuelo tradicional del Tíbet que simboliza la paz y la amistad- con Carod, el Dalai Lama se reunió con el presidente del Parlamento catalán, Ernest Benach, y, por la tarde, llenó el Palau Sant Jordi como si fuera una estrella de rock. En el recinto pronunció una conferencia titulada El arte de la felicidad, en la que volvió a incidir en asuntos concernientes a la realidad política catalana.
Así, Tenzin Gyatso, decimocuarto Dalai Lama, alabó ante 12.000 personas la «incansable lucha» del pueblo catalán para conseguir su autonomía y, en contraposición con la situación que se vive en su país, dijo que los catalanes son «realmente afortunados» por haber llegado a este punto «de una manera pacífica».
El Dalai Lama afirmó que su pueblo no busca «la separación de China, sino una autonomía». En ese sentido, sostuvo que ahora hay «una base para la esperanza», porque «la dirección del Gobierno comunista está cambiando». Agradeció también «la preocupación y el apoyo de los catalanes» y les invitó a viajar al Tíbet: «Hay que ver lo que está sucediendo, porque los regímenes totalitarios dan una información muy distorsionada y necesitamos vuestro apoyo».
Las reuniones de Carod-Rovira y Ernest Benach con el Dalai Lama y las manifestaciones posteriores del vicepresidente catalán provocaron el rechazo de algunos grupos. El Partido Popular y Ciutadans lamentaron la «politización» del acto.
La portavoz parlamentaria del PP, Carina Mejías, aseguró que «ERC utiliza para su propio beneficio» la visita del líder espiritual tibetano, y sólo busca «reforzar su discurso independentista, lo que perjudica gravemente los intereses de Cataluña». Mejías recordó a Benach que su cargo «es institucional, y representa al conjunto de fuerzas políticas» y pidió que se abandonen «las comparaciones que hace ERC entre Cataluña y el Tíbet».
En la misma línea se pronunció el presidente de Ciutadans, Albert Rivera. «Es insostenible social, cultural y políticamente comparar el régimen de China con un Estado de Derecho y democrático como España», dijo.