La renuncia de Imaz pretende cerrar una etapa de enfrentamientos en el PNV que nacieron con su designación como sucesor de Arzalluz hace cuatro años. Precisamente, será el que entonces le aupó a la Presidencia frente a Joseba Egibar, Iñigo Urkullu, presidente de la formación en Vizcaya, quien previsiblemente le sustituya.

Su renuncia, plasmada en un artículo de opinión enviado a varios periódicos, se produce sólo dos días después de la aprobación de la ponencia política que certifica la apuesta unánime del PNV por el soberanismo, y que se concreta en su determinación de ejecutar el llamado «derecho a decidir» y en el aval concedido al lehendakari para que celebre una consulta popular si los partidos e instituciones no se ponen de acuerdo sobre la superación del Estatuto de Guernica.

A pesar de que dicho documento contó con el respaldo nominal del propio Imaz, su renuncia casi inmediata muestra la distancia que le separa de esta ponencia, concebida por Urkullu y el presidente del partido en Guipúzcoa, Joseba Egibar, en un intento por aunar las dos sensibilidades que conviven en el partido.

De hecho, ambos dirigentes regionales son los artífices de la búsqueda del «acuerdo integrador» que los nacionalistas persiguen desde hace meses tanto en el plano ideológico como en el del liderazgo del partido.

Estas negociaciones se encuentran en estos momentos orientadas hacia la composición de la futura Ejecutiva y del nuevo presidente. Según todas las fuentes consultadas, será Iñigo Urkullu quien tome el relevo de Imaz en una única candidatura de consenso que también avalará Joseba Egibar.

La decisión anunciada ayer por Imaz arrastra cierto componente ideológico, que queda someramente expuesto en la lectura de su artículo. Imaz incide en los principios que ha defendido durante las últimas semanas y que le han granjeado tantos enemigos en el seno de su propio partido como amigos en las filas del Partido Socialista.

Así, insiste en la idea de la transversalidad al defender que «los acuerdos amplios entre diferentes sirvan para hacer frente a los retos de futuro»; reclama que los «diferentes sentimientos de pertenencia» de la sociedad «convivan compartiendo un proyecto de país, cuyo futuro construyamos entre todos», y apuesta por desterrar la violencia «desde el firme compromiso con los valores de la persona como clave de bóveda para construir la sociedad vasca».

Traumático

Pero, además de lo doctrinal, su decisión también entraña un poderoso componente interno, que se traduce en la pérdida de los apoyos con los que contó en 2004 para enfrentarse a Egibar en el traumático proceso de sucesión de Xabier Arzalluz.

Uno de los hitos de esa pérdida de apoyos fue la publicación de un artículo en varios periódicos vascos, en el que, bajo el título No imponer-no impedir, se mostraba contrario a la celebración de una consulta popular durante la vigencia de la amenaza terrorista. Este artículo se interpretó como un claro apercibimiento al propio lehendakari -semanas después, el 31 de agosto, Ibarretxe realizó precisamente ese anuncio, que constituye uno de los elementos de cohesión interna más sólidos de la militancia nacionalista-.

Al igual que en otras ocasiones, Imaz apuesta por que el PNV efectúe una «modernización» de su proyecto, pero duda de que esa «actualización» se pueda llevar a cabo «en un contexto de competición por el discurso». «La reflexión serena exige liderazgos no cuestionados y partidos unidos y sólidos», sentencia, al tiempo que insiste en actualizar conceptos como el de «estado-nación, soberanía o independencia», porque tienen «tintes diferentes de lo que en el pasado representaban».

El dirigente nacionalista también quiere dejar constancia de su compromiso militante al anteponer la puesta en marcha de «un proceso interno que cohesione y una», a su pretensión de convertirse en candidato. «El riesgo de división en el PNV añadiría dosis de inestabilidad y radicalidad a la política vasca», añade.

La renuncia de Imaz deja ahora el camino expedito a la confluencia de las dos sensibilidades que tradicionalmente han convivido en el seno del PNV: la más pragmática, poco amiga de la confrontación abierta con el Estado, que está enclavada territorialmente en Vizcaya, y la de corte más soberanista, implantada en Guipúzcoa. Las fuentes del PNV consultadas por este periódico aseguran que la decisión de Josu Jon Imaz descansa sobre mimbres de carácter interno, aunque tampoco ocultan la existencia de diferencias de «método» con la organización del partido en Vizcaya, la más poderosa del entramado jeltzale.

Esta idea se refuerza con el hecho de que Imaz hizo público su artículo de opinión sin haberlo comunicado de manera previa a la Ejecutiva de su partido.

Artículo íntegro de Josu Jon Imaz en: www.elmundo.es/