Sábado, 15 de septiembre de 2007. Año: XVIII. Numero: 6481.
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 OPINION
EL MUNDO QUE VIENE / AMINATA TRAORE
«España ha ganado competitividad gracias a la inmigración, a la que da una patada pese a necesitarla»
ESCRITORA, MILITANTE ALTERMUNDIALISTA, EMPRESARIA Y MADRE, SE HA CONVERTIDO EN LA VOZ MAS ROTUNDA DE AFRICA PARA DENUNCIAR QUE EL CONTINENTE SIGUE SUFRIENDO LA EXPLOTACION OCCIDENTAL Y QUE ES REHEN DE UNA INTERESADA IMAGEN DE FATALISMO QUE LE IMPIDE AVANZAR
EDUARDO DEL CAMPO

CARGO: Escritora, empresaria y activista del Foro Social de Africa / EDAD: 60 años / FORMACION: Doctora en Psicología Social / CREDO: Musulmana practicante / AFICIONES: Hacer gimnasia / SUEÑO: Que un día se instaure una relación de igual a igual entre Europa y Africa y se constituya una ciudadanía mundial que permita a sus habitantes moverse libremente por el mundo

Un periodista europeo la bautizó como la Pasionaria africana, y la aguda definición viene a la memoria en cuanto uno la conoce y la ve en acción. Alta, oronda, imponente, Aminata Dramane Traoré es la reina no coronada del barrio de Missira, en Bamako, la capital de Malí. Y una de las voces más rotundas de Africa, continente sobre el que habla con tono de profeta y madre ultrajada.

Mientras charlamos sentados en un banco de piedra frente a su hotel, el Djenné, todo el mundo que pasa se detiene a saludarla con respeto y familiaridad, y no sólo por su pasado como ministra de Cultura y Turismo entre 1997 y 2000. Tampoco porque haya presidido el Foro Mundial Social de 2005 en Bamako. O porque viaje constantemente por el mundo, reclamada por poderosos gobiernos de Occidente y grandes instituciones internacionales para dar conferencias sobre la mujer en Africa, las causas de la emigración o los desastres que, a su juicio, han desatado las recetas liberalizadoras del FMI o el Banco Mundial. Ni porque haya escrito prestigiosos ensayos (de los que en España está traducido al castellano La violación del imaginario). Sino porque, simplemente, sus «micro-realizaciones» -como las llama ella- les han cambiado un poco la vida frente a las «macro-dominaciones». Para mejor.

Aminata Traoré quiere representar a esa Africa bella, segura de sí misma e inteligente que no suele ser noticia en los medios de comunicación occidentales, donde la imagen que predomina del continente es la de sus catástrofes humanas. Por eso ella viste, como casi todas las mujeres aquí, de gala, como si se dispusiese a asistir a una boda. Con unos bubús de colores espectaculares, que parecen recién cortados por el sastre. Esta intelectual y dinamizadora social, nacida en Bamako hace 60 años, se doctoró en Francia en Psicología Social y fue investigadora en el Instituto de Etnosociología de la Universidad de Abiyán, la capital de Costa de Marfil. En 1988, pasó a trabajar como asesora del Ministerio marfileño de la Condición Femenina y, hasta 1992, fue directora de un proyecto regional del Programa de Desarrollo Humano de Naciones Unidas (PNUD) destinado a promover el papel de las mujeres en la gestión del agua y los saneamientos.

Vivió el Mayo del 68 de Dakar y se casó con un marfileño, del que se divorció en 1976. En Francia y Malí ha publicado también ensayos como El torno, Africa en un mundo sin fronteras (1999) o Carta al presidente de los franceses a propósito de Costa de Marfil y Africa en general (2005). También es miembro de la Comisión Mundial sobre la Dimensión Social de la Globalización y del Foro Social de Africa.

Enlaza ideas -el verdadero objeto de su ser- y responde con la misma facilidad con que pela los cacahuetes.

PREGUNTA.- Hábleme de los jóvenes inmigrantes de Malí expulsados en su intento de llegar a España, a muchos de los cuales, frenados por la Guardia Civil en las vallas de Ceuta y Melilla, agrupó en una asociación llamada Retorno-Trabajo-Dignidad, tras ser deportados en 2005.

RESPUESTA.- Vamos a organizar en Bamako un debate internacional por el segundo aniversario de las expulsiones, como hicimos el año pasado. El problema no es, como se cree, la falta de información de los que emigran. El problema es la falta de justicia. El modelo económico mundial es bueno para España, pero no para la mayoría de los africanos, la misma mayoría que está sentada aquí, tranquila, y que no quiere emigrar. Hacemos un montón de cosas y podemos hacer muchas más. Recientemente, en un vuelo de París a Sevilla tenía al lado a una mujer que no me miró una sola vez en todo el viaje. Iba girada en el asiento, para no verme. A fuerza de defender la historia de que los africanos somos invasores, suceden situaciones así. Los africanos son los más débiles y encima son a los que más maltratan. En Europa, tenemos la imagen de que somos inútiles, pero si España ha ganado competitividad en la agricultura es porque dispone de mano de obra barata del inmigrante, al que dan una patada, cuando en realidad le necesitan. Eso es lo que no soporto. Es la lógica del presidente francés Sarkozy, partidario de normas más restrictivas con la inmigración: si alguien es pobre, es porque no trabaja.

Sufro porque muchos inmigrantes no comprenden lo que les sucede. Los juzgan, los maltratan. Mi preocupación es cómo hacer para que una mujer que va a emigrar comprenda lo que le pasará y que sepa que ella y gente como ella no son necesariamente pobres, que son parte de un sistema mundial. Hay una necesidad de solidaridad entre los países ricos. Eso es lo extraño. Son los pobres los que necesitan protección y solidaridad, pero los ricos comparten el mismo discurso de cerramiento, como hicieron con los chicos jóvenes de Ceuta y Melilla que sólo llevaban escaleras para saltar la valla, no armas.

P.- ¿Y qué le dicen en España, en Europa, cuando expone estas ideas?

R.- Conozco al primer ministro italiano Romano Prodi, hace unos meses coincidí en España con Zapatero... En España he estado unas 10 veces, y no creo que tenga mala fe, pero aún no tiene interlocutores en Africa. No son los gobiernos como el de Malí, que no hacen nada, sino las personas como yo las que podemos hacer muchas cosas en el terreno de la cultura, la educación o el turismo. Pero como criticamos el orden internacional actual, no tenemos derecho a recursos ni a ninguna ayuda.

P.- Usted es la prueba de que se pueden hacer muchas cosas. Se ve aquí en este barrio donde nos encontramos...

R.- Desgraciadamente, la ayuda internacional al desarrollo no se destina a pequeños proyectos locales, sino a los grandes, para atraer a sus empresas. En España están persuadidos de que el sistema económico es bueno, porque han sacado provecho de su ingreso en la Unión Europea. Hoy, tu dignidad y visibilidad internacional no dependen de lo que eres, sino de lo que produces. Es una subversión de los valores. Un hombre bueno y sensible no cuenta, sólo lo hace el que tiene tarjeta de crédito, sin importar cómo ha ganado el dinero. El problema actual de Africa es la lucha para controlar su petróleo que protagonizan EEUU y China [el continente africano va camino de convertirse en 2015 en la principal fuente de petróleo para el mercado estadounidense, por encima de Oriente Medio, y las petroleras chinas controlan los yacimientos de Sudán]. Pero si se mueren todos los africanos, a estas potencias les da lo mismo.

P.- ¿Hay una imagen muy distorsionada de Africa, no?

R.- Nos tienen que dejar de echar mierda encima con esa imagen. La emigración va a continuar mientras sigan la mundialización y la injusticia. Hay una estructura política mundial, cuya finalidad es abrir mercados y rebajar los precios, que dice que Africa sufre y le va mal porque no actúa con la lógica del mercado. Pero en realidad es Europa la que nos dice lo que tenemos que hacer con las materias primas [Traoré sostiene que Francia promovió en Malí el monocultivo de algodón por su propio interés, para abastecer de materia prima su industria textil, lo que ha hecho que los cultivadores, sin alternativas sólidas, se hayan empobrecido al caer el precio debido a la competencia de algodón europeo o estadounidense, que está subvencionado]. Europa parece que sólo quiere a los africanos que les limpian el retrete y que les lustran los zapatos. Los negros siguen siendo vistos como esclavos. Africa tiene 900 millones de habitantes, es un continente inmensamente rico, pero Occidente necesita desacreditar a la clase política y al pueblo para justificar la dominación.

P.- ¿Qué hace falta para cambiar eso?

R.- No ha habido nunca una autocrítica desde Europa. Dicen: «Hemos ayudado». Pero, ¿ayudar a qué? La cuestión fundamental para cambiar esta situación es la corresponsabilidad. Hace falta que comprendamos que vivimos juntos en un solo planeta, y es imprescindible una verdadera justicia. Que vean que nuestra humanidad no depende de lo que producimos, que somos humanos y punto. Si los europeos vienen aquí, nosotros podemos ir allá. No es una invasión. Es Europa la que invade Africa con sus falsos valores y sus productos subvencionados. Hace 50 años que el FMI y el Banco Mundial nos dicen: «Te damos el dinero, y tú cambias las reglas del juego y aplicas este programa». Pero estas soluciones son erróneas. No hay que dar dinero a los gobiernos, sino ver qué podemos hacer con los jóvenes directamente.

P.- ¿Tiene esperanza en el futuro de Africa?

R.- No, tengo esperanza en vosotros. No hay un complot del mundo contra Africa; es que el sistema mundial es terrible. Yo pido una ciudadanía mundial. Cuando comprendan que todos somos ciudadanos, cuando se acabe la idea de la supremacía blanca, de que «somos mejores porque somos blancos»; cuando se den cuenta de que la sangre que nos corre por las venas es la misma, todo se calmará.

P.- ¿Qué podemos hacer nosotros?

R.- Cuento con la capacidad de indignación de los europeos. No podéis pedirle lo imposible a los africanos.

[Traoré lleva años empeñada en mejorar las condiciones de su barrio, un microcosmos que usa como un laboratorio social en el que poner a prueba recetas exportables al resto del continente. Cuando sus vecinos ven que funcionan, cuenta ella, las asimilan de inmediato. Y los de los barrios colindantes copian luego las ideas, que poco a poco se contagian así felizmente, puerta a puerta. Las sucias calles de tierra por donde corrían sin control las aguas fecales son ahora, tras su iniciativa, un ejemplo de urbanismo para la ciudad, con un limpio empedrado de losas extraídas de las canteras del municipio y desagües en condiciones. Ha impulsado también el arreglo del mercado y la recuperación de técnicas arquitectónicas tradicionales, más baratas y aislantes.

Enfrente de su hotel tiene un gran taller que alberga a artesanos y artistas cuyas obras promociona y vende luego en su cercano restaurante San Toro, el más famoso de Bamako. Su casa, pegada al hotel Djenné, es un oasis en el que se combinan, como en ella, la alta tecnología y la tradición, los aparatos de televisión por satélite y las esculturas de estilo primitivo. Es una africana del mundo. En junio dio la conferencia inaugural en Sevilla del Foro Internacional de la Sequía y, de vuelta en Bamako, se prepara para volar de nuevo a Europa.]

P.- ¿Qué proyectos tiene entre manos?

R.- Estoy en vías de construir un mercado de productos biológicos. También plantamos árboles. Voy a organizar un encuentro: Mil mujeres en lucha, para que tenga un efecto multiplicador. Se trata de organizar a mujeres bien informadas sobre agricultura, higiene alimenticia, uso respetuoso del medio ambiente. Tengo una línea de mobiliario, otra de moda, otra de artesanía. Hacer cosas es la mejor manera de demostrar que son posibles. También estoy preparando un foro de intelectuales para este mes: Convergence. Voy a invitar a personas de Portugal, Italia, Francia, España. Está abierto a todo el que quiera aportar ideas alternativas. Este barrio es un laboratorio donde todo es posible, como en el Foro Social Mundial de 2005. Ahora los dirigentes escuchan y me respetan, pero antes no era así. Cuando empecé me ponían todo tipo de obstáculos. Quiero fomentar la idea de un continente que exporta valores que no son forzosamente mercantilistas. Con toda esa energía que gastaron los chicos para saltar las vallas de Ceuta y Melilla podríamos cambiar el mundo. Hay que tener voluntad y organizarse. Mi gran satisfacción es ir caminando por París y que muchas personas me paren y me digan «gracias por lo que haces por Africa», y que los políticos digan, «tienes razón».

P.- ¿Y por qué no recibe más ayuda?

R.- El problema es cómo conseguir medios alternativos cuando están ejerciendo el chantaje. Los organismos te dicen:«Te damos el dinero, pero para esto». Eso es dar vía libre a la corrupción, porque no hay control del pueblo. La Unión Europea, el Banco Mundial y el resto de instituciones firman los contratos con los dirigentes, pero no con el pueblo, que no conoce la agenda. La gente no sabe de privatizaciones, y no puede decidir sin más.

P.- ¿No es viable una integración africana real para defender mejor sus intereses, como ha hecho la UE?

R.- ¿Cómo podemos confiar en la integración africana cuando se les confía a los países del Magreb el papel de actuar de gendarmes contra los inmigrantes subsaharianos, pese a que ellos mismos tienen el mismo problema? ¿Por qué les encargan el papel de disparar?

P.- ¿Vienen españoles a su hotel?

R.- Antes venían muchos. Ahora no, por la intoxicación sobre Africa. La gente es pobre, pero no es infeliz. Quiero dejar atrás esa imagen.


«No me gusta el poder; soy demasiado independiente»

¿Cuál es la situación de la mujer en Malí, en el Africa subsahariana?

- Aquí, como en Europa, el sistema es violento, para que los hombres las dominen. El sistema de mercado mundial reafirma el modelo machista, y eso lo encontramos por todas partes, no sólo aquí. Se reproduce en los intercambios Norte-Sur la misma relación de dominación del hombre con la mujer. Y se usa el islam para transmitir la idea de que la mujer debe ser sumisa y cuidar al marido.

¿Volverá a la política?

- Yo soy independiente. Vinieron a buscarme para ser ministra [en el Gobierno de Alpha Oumar Konaré, el primer presidente elegido en elecciones libres tras la dictadura de Moussa Traoré], y estuvo bien. Todo el mundo me pide que vuelva a la política. Pero mi problema no es el poder, es la libertad de expresión. No soy una mujer de poder. Los políticos, por ganar unas elecciones, están dispuestos a todo. Por el contrario, un pueblo ilustrado y culto puede actuar mejor. Los medios de comunicación pueden jugar un papel capital. Lo que más falta le hace a Africa es una opinión pública.

¿Le faltan buenos líderes a Africa?

- Es fundamental que Africa sea un auténtico interlocutor para que Europa nos respete. Que sepan que somos la cuna de la humanidad. Tenemos que reapropiarnos del discurso sobre Africa. Pero dicen de nosotros «son demasiado pobres»...

¿Es usted creyente?

- Musulmana, como todo el mundo aquí. Hace bien rezar. Es un momento de serenidad, de estar con una misma.

¿Qué hace en su tiempo libre?

- No tengo tiempo libre.

¿Y cuál es su mejor momento?

- Hago gimnasia en el patio con mi hija, me ducho y escribo hasta las seis o las siete de la mañana. Cuando estoy sola con mis ideas, redactando, es mi mejor momento.

¿Qué está escribiendo?

- Un ensayo, Migración africana y violencia. Lo publicará la editorial francesa Fayard.

¿Es un sueño inalcanzable el pasaporte universal?

- Depende de si podemos cambiar el odio y el miedo. Si todas las mercancías y el dinero circulan normalmente, y si un médico maliense puede ganar lo mismo que un español, a partir de ese momento, la gente podrá circular. Pero es el egoísmo de los que son ricos y quieren más aún lo que lo impide. Y eso crea frustraciones terribles en los países dominados, donde la solución es partir o dejarse morir.


LA CUESTION

- ¿Los políticos europeos tienen la mente cerrada a un cambio de perspectiva sobre Africa?

- No, pero están liados. Cuando Europa se abrió a España y Portugal las inversiones allí crecieron; cuando se ha ampliado al Este, igual. Pero a los habitantes de las antiguas colonias de Francia, Bélgica, Inglaterra o España les preguntan que por qué no abren sus mercados al tiempo que les cierran sus fronteras. No es justo. La gente que se va al desierto para emigrar a Europa son las víctimas de la destrucción de Africa en nombre de la economía de mercado. ¿Qué oportunidad tienen de ejercer la resistencia, de mostrar su opinión? Nos habéis declarado una guerra, porque habéis diseñado un proceso unilateral. Europa quiere ganar siempre y de entrada. Y luego dice «no podemos aceptar toda la miseria del mundo». Quieren que vigilemos a los africanos que molestan, y cogen a los ingenieros y a los médicos, aunque, claro, no les pagan como a los blancos.

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