ETA quiere apretar a sus bases. Desde el fin del proceso de paz, la organización terrorista ha detectado cierto relajamiento entre sus miembros a la hora de hacer frente a la presión judicial. Por este motivo, la dirección etarra ha trasladado ya una serie de instrucciones a sus bases para recobrar protagonismo en las calles del País Vasco. Así, una de las primeras órdenes de la banda a la izquierda abertzale es que responda en las calles a cualquier prohibición de actos por parte de las autoridades políticas y judiciales.
Estas instrucciones de ETA han sido detectadas por los servicios antiterroristas, que en análisis recientes ya alertaban a los responsables políticos de la existencia de estas nuevas consignas de la banda a sus militantes.
En concreto, esta situación fue advertida al Gobierno a principios del presente mes. Los especialistas en la lucha antiterrorista de la Policía Nacional, la Guardia Civil y el CNI alertaban de una progresiva vuelta a la radicalización en las calles, protagonizada fundamentalmente por parte de la diferentes organizaciones de la izquierda abertzale.
El análisis que había realizado ETA es que en los últimos meses ni los militantes ni los dirigentes de la izquierda abertzale habían sabido responder adecuadamente a la presión que, tras la ruptura del alto el fuego, los aparatos del Estado habían ejercido contra la banda y su entorno.
Entre los reproches, ETA acusaba a sus bases de bajar los brazos y no pelear cuando el Estado les prohibía realizar cualquier tipo de protesta o acto reivindicativo. Así, considera que aceptaban sin discusión las prohibiciones de manifestarse, pagaban las multas que les imponía la Administración, hacían frente a fianzas para que los detenidos por actos de terrorismo de baja intensidad pudieran abandonar la prisión, amén de que los radicales obligados a comparecer ante los tribunales acudían en fecha y hora. ETA reclama ahora la vuelta a la actitud revolucionaria y a negarse a lo que consideran que es bajar la guardia ante la presión del Estado.
La organización terrorista había concluido en sus últimos análisis que esa actitud debilitaba su propia posición frente a su base social y minaba su decisión de lucha contra el Estado. En resumen: estaba perdiendo la batalla frente a sus propias bases en el plano propagandístico. Y los nuevos dirigentes de ETA han decidido dar un golpe sobre la mesa y recuperar viejas actitudes y reivindicaciones con el fin de mantener la tensión contra el Estado en la calle.
Por este motivo, exige de nuevo a los dirigentes de la izquierda abertzale y a sus seguidores que no rehuyan el enfrentamiento con las Fuerzas de Seguridad que traten de impedir la celebración de actos prohibidos.
El aviso policial se produjo apenas unos días antes de que se tuvieran lugar los graves incidentes en San Sebastián que han acabado con el portavoz de Askatasuna, Juan María Olano, en prisión.
Fuentes de la lucha antiterrorista explicaron que el domingo la Ertzaintza ya sabía que la actitud de los radicales de la izquierda abertzale iba a ser violenta.
El propio Olano aseguró que, pese a la prohibición de la manifestación, estaban decididos a celebrarla. También a hacer frente de forma violenta al intento de la Ertzaintza de desactivar el acto.
Se da la circunstancia de que hace apenas tres semanas el propio Olano había convocado una manifestación similar a la de la pasada semana. El acto también fue prohibido, pero la gran diferencia con la situación actual es que en aquella ocasión Olano negoció con la Ertzaintza la lectura de un breve comunicado y la inmediata disolución del acto. Así fue. Se leyeron unas líneas, los radicales se disolvieron y la Ertzaintza no tuvo que intervenir.
El nuevo cambio de actitud de los movimientos de la izquierda abertzale, siguiendo las órdenes de ETA, afectará especialmente a Askatasuna y a su entorno, provocará una intensificación de los enfrentamientos y una nueva escala de confrontación de los radicales abertzales contra los estamentos del Estado y, físicamente, contra las Fuerzas y Cuerpos de la Seguridad.
ETA es consciente de que este cambio de estrategia provocará que se incrementen las detenciones de sus simpatizantes y se multipliquen los procesos judiciales. Es una situación que tratará de explotar propagandísticamente entre sus bases como una escalada de la represión del Estado. Así, justificará la reacción dura que tiene en mente como una respuesta a estas nuevas agresiones.