No se arredró el presidente ante las advertencias realizadas horas antes por el gobernador del Banco de España ni por las críticas de quienes -algunos muy próximos a él- aseguran que el plan de ayudas presentado el miércoles es una mala repetición, con fin electoral, de una promesa previa incumplida. Al contrario, ayer, Rodríguez Zapatero proclamó: «Este es el primer Gobierno de la Democracia que logra cerrar el ejercicio con superávit» y prometió repetir ese resultado en 2008 sin renunciar a la batería de medidas sociales que piensa seguir anunciando.
Todavía más, puestos a no arredrarse y con el fin de contrarrestar los reproches que está recibiendo por su actitud ventajista a pocos meses de que se abra oficialmente la contienda electoral, aseguró ambiciosamente -y repitiendo cada dos por tres que España es «la octava potencia» industrial del mundo- que ninguna de las decisiones que está adoptando es «aislada» ni «coyuntural» ni responde a otro tipo de razones, sino que se trata del modo de «preparar al país para el futuro» y una inversión «global» con las miras puestas en «toda una generación».
Puso en marcha el contraataque durante la rueda de prensa ofrecida en el Palacio de la Moncloa con motivo de la visita del presidente de Uruguay, Tabaré Vázquez.
Según el presidente del Gobierno, el suyo es el gabinete «que mejor ha sabido ahorrar y gastar» y puso como prueba de ello el superávit con el que ha cerrado los ejercicios de 2006 y 2007, a diferencia de otras «potencias industriales», que siguen acumulando desequilibrios y débitos en sus cuentas públicas de un 2% o un 3%. En su línea argumental recordó, de hecho, que los populares se han mostrado siempre partidarios de conseguir esos objetivos, «pero siempre tuvieron un ligero déficit», apuntó sin realizar mención alguna de la delicada herencia que recibieron en este sentido de los ejecutivos anteriores.
En definitiva, ante las críticas socialistas contrapuso los «hechos» -incluso con la reducción simultánea de los impuestos, según recordó- y, aunque no entró en mayores consideraciones sobre el procedimiento para conseguirlo, aseguró que esta línea no se iba a romper ni siquiera a lo largo del año próximo, a pesar de la abultada inversión a la que se vería obligado para cumplir sus promesas.
Nueva financiación
Por eso no se dio por aludido y no tuvo ningún inconveniente en añadir que coincidía con las valoraciones del gobernador del Banco de España, Miguel Angel Fernández Ordoñez, quien un día antes en el Congreso le había pedido actuar con «prudencia» y había advertido que «si tocamos el superávit, habrá que subir los impuestos si vienen mal dadas». El gobernador, según el presidente, tuvo una intervención «ponderada» y «sensata».
Respecto a las ayudas para los alquileres, negó tajantemente que se trate de medidas viejas. «A no ser que alguien diga que actualmente se puede desgravar por alquiler o que puede cobrar 210 euros» por este mismo concepto.
El presidente se refería a quienes le han recordado que la anterior ministra de vivienda puso en marcha las mismas ayudas, incluso por un valor superior que alcanzaba los 240 euros, aunque tuvieran que ser abonados por las comunidades autónomas. Según Rodríguez Zapatero, aparte de la desgravación, al encargarse del pago la administración central, «es bastante evidente que si hay una financiación nueva, una por la vía de los ingresos y otra por la vía de la prestación de la renta, es que hay una política nueva».
E insistió en que se trata de un planteamiento no coyuntural, sino global, que alcanza los ámbitos educativo -con el aumento de becas-, de la conciliación de la vida familiar y laboral -con las ayudas por hijo-, económico -al garantizar una mayor estabilidad en el empleo-, y de los jóvenes, que, reiteró, deben tener las «mayores oportunidades en un país que es la octava potencia mundial del mundo».