En medios próximos al Monarca se recuerda que el Rey es el «símbolo de la unidad y la permanencia del Estado», como recoge el artículo 56 de la Constitución aprobada por las Cortes Generales y por el pueblo español.

En este sentido, entienden que los actos en su contra apuntan directamente a una de las claves de la Carta Magna recogida en su artículo 2 que reza: «La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas».

Los altos funcionarios de Zarzuela reconocen que, por ahora, los incidentes han reunido a grupos poco numerosos de personas.

«En Gerona se habló de 400 manifestantes... yo diría que apenas llegaban a la mitad. Fueron muchos más los que entretuvieron al Rey durante más de media hora porque deseaban saludarle o conversar con él», afirma una de las personas que acompañó a Don Juan Carlos el pasado día 13 al acto de inauguración del nuevo Parque Tecnológico de la Universidad gerundense, en el que pronunció un discurso ante un millar de empresarios haciendo hincapié en uno de los principios que ha defendido con más ahínco desde la aprobación de la Constitución: el reconocimiento a la diversidad dentro de la inquebrantable unidad de España.

Pese a que las manifestaciones han sido minoritarias («un millar de personas son más representativas de la sociedad gerundense que 200 o 300», afirma la misma fuente), no por ello dejan de suscitar preocupación, porque en el entorno del Monarca se considera que estos pronunciamientos responden a un contexto que sería necesario estudiar.

Nadie en la Casa del Rey acepta hacer análisis políticos. «Estos», insisten, «corresponden al Gobierno y a los partidos». Tampoco entran a discutir sobre la idoneidad de que la Justicia emprenda acciones legales contra quienes prendieron fuego a los retratos de los Reyes, aunque, según el Código Penal, puede considerarse como un delito de injurias a la Corona.

Desde la Casa del Rey se limitan a recordar el papel que la Constitución le otorga y a llamar la atención sobre las dificultades que tuvieron que superarse para conseguir que la Carta Magna viera la luz. También apuntan que, para el Monarca, la consolidación del Estado de las Autonomías ha sido siempre una cuestión de la máxima importancia.

Don Juan Carlos siempre tuvo presente que, en buena medida, el éxito de la monarquía parlamentaria en España dependería de la labor de atracción de Cataluña y el País Vasco al proyecto de unidad estatal. Nunca ha dejado de lanzar mensajes en este sentido. El último fue precisamente en Gerona, donde alentó a cuantos le escuchaban a «no perder nunca la unidad que nos da la fuerza». Este principio ha estado presente en todas sus intervenciones en suelo catalán o vasco desde 1979.

Tampoco se ha mostrado reticente a reconocer la existencia de una identidad nacional catalana. Lo hizo con toda claridad y por primera vez en 1985, durante una visita oficial a Cataluña que, según los historiadores, fue decisiva para consolidar las relaciones entre la Corona y la Generalitat, hasta el punto de que apenas dos años más tarde, el por entonces presidente catalán, Jordi Pujol, insistió en informar personalmente al Rey de los problemas con los que se topaba el desarrollo del Estatuto de Autonomía, aprobado en 1979.

Las minorías radicales catalanas han protestado en momentos puntuales contra Don Juan Carlos y ahora vuelven a renacer las tensiones. Pero si antes un líder nacionalista como Pujol supo calmarlas (amortiguando incluso la campaña Freedom for Catalonia preparada para acompañar la celebración de los Juegos Olímpicos de 1992), ahora la existencia de un Gobierno tripartito del que forma parte un partido claramente independentista como es Esquerra Republicana, dificulta la labor.

A ello se suma el evidente renacer de aspiraciones nacionalistas propiciado por la negociación de un nuevo Estatut que no ha colmado las aspiraciones de los más radicales y el clima preelectoral que ya inunda toda la actividad política.

Pese a todo ello, el Rey, aseguran en Zarzuela, tal y como le corresponde, se «mantendrá firme» en la defensa del modelo de Estado que consagra la Constitución y en la defensa de la diversidad de los territorios dentro de la unidad, y se empeñará en representar en el exterior a un país sólido cuya evolución democrática «suscita admiración».