El presidente francés, Nicolas Sarkozy, entró ayer pisando fuerte en su estreno ante la 62ª Asamblea General de Naciones Unidas, y advirtió de que un Irán con armas nucleares constituiría «un riesgo inaceptable para la estabilidad de Oriente Próximo y del mundo».
El mandatario francés se mostró después partidario de aplicar «un arsenal de sanciones» contra el régimen de los ayatolás.
Mientras George W. Bush prefería hacer una mención muy breve sobre el «brutal régimen» iraní, Nicolas Sarkozy decidió extenderse en su puesta de largo ante la comunidad internacional. «En el nombre de Francia, esta crisis sólo se resolverá si la firmeza y el diálogo van de la mano».
«La debilidad y la renuncia no llevan hacia la paz», advirtió Sarkozy. «Llevan hacia la guerra». Su discurso, que estuvo a caballo entre la intervención del presidente estadounidense y la del líder iraní, Mahmud Ahmadineyad, resonó con especial contundencia en el salón de plenos de la Asamblea General de Naciones Unidas.
Derecho a la energía
Sarkozy reconoció el derecho de Irán «a la energía nuclear con fines pacíficos», pero advirtió de que si se permite a Teherán construir la bomba atómica «amenazaríamos la existencia misma del Tratado de No Proliferación».
En declaraciones al diario The New York Times, el presidente francés aseguró que su posición sobre Irán «no está determinada sólo por lo que haga Estados Unidos». «La expresión 'todas las opciones están sobre la mesa' no es mía», matizó. Sarkozy negó de paso la posibilidad de enviar a su ministro de Exteriores a Teherán en este momento: «La situación no es apropiada para esa visita».
El presidente francés dio despues señales inequívocas de cercanía a la Administración Bush en la cuestión de Irak.
Esa proximidad se sintió también en el tono fulminante de su discurso, encaminado a doblegar la dudosa voluntad de otros países: «La comunidad internacional tiene el deber de oponer su incólume unidad y su determinación para hacer que prevalezca el Estado de Derecho. Es un deber no sólo moral, también político».
«Sin esa determinación, sin esa unidad, los viejos demonios de la violencia y del odio lograrán imponerse», concluyó Sarkozy.
La cuestión iraní afloró también en el discurso del surcoreano Ban Ki-moon, en su estreno como secretario general ante el plenario de la Asamblea de la ONU. «Tengo la confianza de que llegaremos a una solución negociada con la República Islámica de Irán», dijo. «Nuestra última finalidad sigue siendo la completa eliminación de las armas de destrucción masiva. Si fallamos en ese propósito, esas mismas armas nos eliminarán a nosotros».
Cambiando de objetivo, Ki-moon dijo que «Irak se ha convertido en el problema de todo el mundo». «La paz en Oriente Medio es vital para la estabilidad de la región y del mundo», añadió. «Sabemos lo que hace falta: poner fin a la violencia, poner fin a la ocupación, crear un Estado de Palestina en paz consigo mismo y con el Estado de Israel».
Ban Ki-moon hizo un llamamiento a «un renovado liderazgo en el mundo árabe y en Estados Unidos, arropado por los esfuerzos del representante del Cuarteto, Tony Blair».
«El péndulo de la Historia se está inclinando a nuestro favor», concluyó el secretario general, después de hacer un llamamiento para poner fin a la tragedia que vive la región sudanesa de Darfur, después de cuatro años de conflicto que han dejado 200.000 muertos y dos millones de desplazados. «El multeralismo tiene que volver. Un mundo cada vez más interdependiente ha de reconocer que los retos del mañana se resuelven mejor a través de Naciones Unidas. De hecho, sólo deben ser resueltos a través de la ONU».