-¿Se compromete a que esta semana va a ondear la bandera española en los ayuntamientos gobernados por el PSOE, y allí donde no se cumple la ley lo van a denunciar ante los tribunales?

Y obtuvo esta respuesta de la número dos del Ejecutivo:

-El Gobierno cumple y hace cumplir la ley siempre, con todos los medios del Estado de Derecho.

Pregunta y respuesta se oyeron ayer en el pleno del Congreso durante la sesión de control al Gobierno de los miércoles, donde, como en el día de la marmota, ocurrió prácticamente lo mismo que hace siete o 14 días: el PP se volcó en buscar una respuesta inequívoca, y el Gobierno eludió decir si va a hacer algo para cumplir la denominada Ley de Banderas e, incluso, dio la impresión de que no tiene intención de hacer nada.

De hecho, Acebes se esforzó, en su primer turno de palabra, por concretar la pregunta, pero la vicepresidenta le dio un pase con el pico de la muleta. No obstante, se sabía que no iba a terminar todo con el primer capotazo, y que aún quedaba faena.

Acebes, entonces, entró con más empuje: «Hay mucha gente haciendo lo que puede, menos el Gobierno de España. Le voy a poner el ejemplo de dos mujeres valientes. Hemos visto a la alcaldesa de Pamplona atornillando la bandera al suelo para evitar que la quitasen los de ANV. Hemos visto a la alcaldesa de Lizartza resistiendo las cada vez más graves amenazas de muerte para colocar la bandera de España en su Ayuntamiento. ¿Y usted que ha hecho?».

El dirigente del PP, entre abucheos y risas de las filas socialistas -«no sé de qué se ríen», llegó a decir-, continuó con trapío.

«¿Ha llamado a su compañero, el alcalde de San Sebastián, para pedirle que coloque permanentemente la bandera de España en su Ayuntamiento? ¿Ha llamado a los delegados del Gobierno para decirles que denuncien los incumplimientos de la Ley?», interpeló el dirigente popular.

Dos medidas

Acebes respondió a sus propias preguntas contestando que el Ejecutivo no ha hecho nada y, por ello, anunció dos medidas de calado que, a buen seguro, van a traer grandes polémicas a corto plazo: «Anuncio», dijo Acebes en un tono un tanto excesivo, «que el PP va a presentar mociones en los ayuntamientos y denuncias en las delegaciones del Gobierno» para que se cumpla la Ley de Banderas.

El dirigente del PP no se quedó ahí, y pidió al PSOE que se pronunciase sobre si va a secundar estas iniciativas políticas que, según fuentes populares, se van a poner en marcha de inmediato.

«¿Qué van a hacer?», interpeló el dirigente popular, «¿Van a votar en contra de las mociones? ¿Van a dejar de tramitar las denuncias que formulemos? No hay vuelta de hoja, cumplen la Ley o cumplen la Ley, y lo mejor es que lo hagan cuanto antes».

En el Hemiciclo hubo silencio cuando acabó Acebes, lo que suele ser raro. Lo cierto es que fue una tarde un tanto anodina -con los diputados un poco despistados, más pensando en su futuro para los próximos cuatro años que en una sesión de control que ya habían visto-, pero no por ello exenta de tensión, y con la curiosidad que despertaba ver si la vicepresidenta iba o no a torear, o sea, a contestar.

De la Vega hizo una faena de aliño: «La Ley es clara. La bandera debe estar en los edificios públicos, todos debemos cumplirla y hacerla cumplir».

Y, dicho esto, volvió la oración por pasiva, haciendo al PP culpable de crear una polémica que no existe y que se sólo se está alimentando por crear crispación.

«Los símbolos no son para confrontar ni para dividir, sino para unir. No los vamos a convertir en motivo de conflicto. Ustedes sólo buscan la discordia entre ciudadanos», dijo De la Vega.

La vicepresidenta, después de armar este discurso que gustó entre sus filas, añadió dirigiéndose muy directamente a Acebes: «Usted sabe que hoy ondean bastantes más banderas que cuando usted era ministro [del Interior] y confrontaba desde el Gobierno».

Luego, en su turno final, De la Vega hizo uno de los discursos más zapaterista que se le recuerdan en la Cámara Baja. «Hoy hay más respeto, más voluntad de acordar que de pelear con los símbolos, además de conjugar el verbo deber, hay que intentar declinar el verbo querer; y no vale sólo con el verbo imponer».

Reprochó al PP, además, utilizar este debate en la lucha partidista e, incluso, de querer patrimonializar los símbolos de todos. «Esta no es la mejor manera de homenajearlos», puntualizó la vicepresidenta.

Con ello, De la Vega acabó con una frase que bien podría haber sido dictada por su compañero de escaño, aunque la vicepresidenta se vale por sí misma: «No se es más patriota por imponer, se es más patriota por convencer». Y un diputado de las filas del PSOE gritó bien alto: «¡Muy bien!», lo que llegó a recogerse hasta en el acta del Congreso.

La tarde acabó así, aunque el día de la marmota promete repetirse. El PP ha cogido su bandera -nunca mejor dicho- y el Gobierno y el PSOE no salen del atasco.

La sesión de control a la vicepresidenta -que cada miércoles cobra más vida propia- acabó en otro rifirrafe con Eduardo Zaplana en materia de terrorismo, un asunto que llevaba semanas sin aparecer en la sesión de control.

Zaplana, que desde el principio precisó que no quería hablar de política antiterrorista, denunció la falta de respeto del Ejecutivo a la verdad durante el proceso de paz. La vicepresidenta explica que el PP volvía a usar la política antiterrorista contra el Gobierno. Más de lo mismo.