El cuestionamiento del papel de la Monarquía y de la trayectoria de Don Juan Carlos al frente de la Jefatura del Estado por parte de sectores minoritarios de la sociedad española, en particular por los radicales independentistas catalanes que han quemado fotos de los Reyes en las calles en estas últimas semanas, llevó ayer al Monarca a romper su habitual silencio sobre debates y polémicas políticas. Don Juan Carlos aprovechó la inauguración del curso universitario en Oviedo para asegurar que «la Monarquía parlamentaria que sustenta nuestra Constitución» ha propiciado «el más largo periodo de estabilidad y prosperidad en democracia vividos en España». A lo largo de su reinado, han sido contadas las ocasiones en las que el Rey ha reivindicado en público el papel de la Monarquía en la consolidación de un régimen democrático que en todo el mundo es considerado un ejemplo de cómo pasar de una dictadura a una democracia. Así pues, no es aventurado concluir que existe un hondo -y muy justificado- malestar en la Casa Real por este debate.
Las palabras del Rey fueron escuetas, elocuentes y certeras. Que la Monarquía ha propiciado el periodo de mayor estabilidad y prosperidad para España es una verdad como un templo y una realidad que se alza por encima de cualquier otra consideración sobre el reinado o la figura de Don Juan Carlos. No hace falta más que analizar en qué situación estaba el país cuando el Rey subió al trono y recordar que en ese momento nadie -ni los más optimistas- hubiera pronosticado que 30 años después fuéramos una democracia consolidada con gran prosperidad económica, a pesar de todos los problemas, que los hay y algunos muy importantes desde el punto de vista de esa misma estabilidad que ha propiciado el jefe del Estado. En este sentido, hay que subrayar asimismo el mensaje subliminal de que la Monarquía parlamentaria, con sus límites, es la que ha favorecido la estabilidad del país. En suma, Don Juan Carlos reivindicó ayer su propia forma de reinar como la mejor para el país.
Tras la contundente declaración del Rey, los partidos mayoritarios -PSOE, PP y también CiU- cerraron filas en torno al Monarca y coincidieron en darle la razón. La coincidencia entre el PSOE y el PP en este tema -en una legislatura tan bronca y ausente de consensos básicos- es sin duda una buena noticia para todos. Sin embargo, el secretario de Organización del PSOE no quiso desaprovechar la oportunidad de desviar la atención hacia la muy secundaria dimensión periodística de la polémica. «Cuando alguien ataca al jefe del Estado desde un medio de comunicación es libertad de expresión y cuando lo hace una persona o un grupo minoritario es un ataque a la Jefatura del Estado», ironizó Blanco. La dirección socialista equipara así la opinión crítica de uno o varios periodistas -tan legítima como equivocada- con la quema pública de imágenes de los Reyes que supone un acto de violencia política y un posible delito.
Nos parece más atinado el contexto en el que la dirección del PP sitúa los ataques contra el Rey. En coincidencia con la propia Casa Real, el PP ve detrás una campaña contra la unidad de España de partidos extremistas con los que el PSOE mantiene relaciones privilegiadas cuando no pactos de gobierno. Hay que recordar que la quema de fotos ha sido vista con simpatía por parte de ERC y con ambigüedad por el PSC. También la Iglesia católica, tan puesta en solfa por el izquierdismo de salón, hizo ayer una oportuna y adecuada defensa de Don Juan Carlos.
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