Jueves, 4 de octubre de 2007. Año: XVIII. Numero: 6500.
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Zapatero dará una «respuesta tranquila» al referéndum de Ibarretxe
Rajoy acusa al presidente del Gobierno de «no ser ajeno» a la propuesta que ahora hace Ibarretxe
MANUEL SANCHEZ

MADRID.- No hubo debate político en la sesión de control al Gobierno. Más bien, como se dice en el argot parlamentario, lo que hubo fue una fijación de posiciones. Mariano Rajoy agotó los dos minutos y medio explicando la suya, y José Luis Rodríguez Zapatero hizo lo propio. Ni réplica ni nada.

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El Rey Juan Carlos estuvo presente en el debate indirectamente, pero ninguna de las dos partes hizo mención concreta alguna. Y, cuando los intangibles hacen honor a su significado, siempre quedan las ocurrencias de Juan José Ibarretxe.

De ello versó ayer el Pleno de los miércoles, donde oposición y Gobierno volvieron a demostrar que son incapaces de llegar a un acuerdo... ni siquiera en lo que están de acuerdo.

Rajoy hizo un discurso duro, pero relativamente comedido. Acusó a Zapatero de estar llevando al país a un momento delicado, «en el que usted y su forma de gobernar no son, en absoluto, ajenos», dijo.

Añadió que ningún demócrata puede sentirse tranquilo con lo que está ocurriendo con los símbolos, con las instituciones y con los desafíos al Estado, «cuando desde una Presidencia autonómica se atreven a decir que no les tiembla el pulso por incumplir la ley, sino que sería llamativo que quien ha negociado con ETA hasta hace unos meses, no negociara con él», afirmó el presidente del Partido Popular.

El líder de la oposición cuestionó todos los anuncios de Zapatero relativos a lograr la paz territorial, y le culpó directamente de la situación actual: «Llegó a desdeñar el consenso, y a cuestionar la Transición, y hoy ya hay quien cuestiona a sus protagonistas», dijo el máximo dirigente popular, en clara alusión al Rey Juan Carlos.

José Luis Rodríguez Zapatero, que anunció una «respuesta tranquila» a Ibarretxe, negó en sus 2,30 minutos ininterrumpidos todas las acusaciones, recurriendo al pasado de lo gobiernos populares.

Primero, recordó que el nuevo órdago de Juan José Ibarretxe no es nuevo -«esta propuesta se formuló hace siete años, 10 días después de que ustedes ganaran las elecciones generales de 2000»-; luego incidió en que el plan Ibarretxe, que contenía dicha propuesta, fue aprobado en plena época del Gobierno de José María Aznar y, para apuntillar, indicó que fue su Gobierno quien paró la ocurrencia del lehendakari.

Zapatero, como ya ha dicho en reiteradas ocasiones en los foros en los que ha hablado de este asunto, indicó que la propuesta de la consulta vasca tendrá el mismo camino y destino que tuvo el denominado plan Ibarretxe.

«Respuesta responsable»

«Va a tener el mismo destino, si sigue intentando la propuesta de la consulta. Los hechos están ahí y desmienten sus argumentos plenamente. Hemos dado en todo momento una respuesta responsable y de aplicación de la legalidad en un Estado democrático, con prudencia y con serenidad», dijo Zapatero.

Y el presidente del Gobierno apuntaló con la frase más redonda que tenía preparada: «En un Estado democrático y de Derecho, quien cumple la Ley no debe tener ningún temor. Las instituciones democráticas no deben tener ningún temor. Quien tiene que tener temor es quien pueda caer en el error de no cumplir la legalidad. Esa es la fuerza de la democracia, la autoridad y la legitimidad del Estado de Derecho», afirmó.

Luego, sin nombrarlo, Zapatero acabó su intervención echando un capote al Rey. «España es porque es de todos. Los símbolos, como la bandera, son porque son de todos. Y las principales instituciones del Estado que han cumplido una gran trayectoria en estos 30 años para consolidar la democracia, lo son, porque son de todos».

En el Hemiciclo todos los presentes se quedaron con ganas de 2.30 minutos más para cada dirigente. Pero, tal vez, los dos políticos que se enfrentarán en las urnas el próximo mes de marzo se limitaron a decir lo que querían o podían decir.

El Rey Juan Carlos sigue sobrevolando por las Cortes cada miércoles. Y se impone la prudencia de dos que están de acuerdo... pero discuten.

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